© Platon // The People’s Portfolio
En 2010, en el puerto de San Ysidro, cerca de San Diego, California, Anastasio Hernández Rojas fue golpeado y electrocutado con una pistola eléctrica por agentes de la Patrulla Fronteriza y murió tres días más tarde.
Anastasio había sido deportado hacía unos meses y estaba tratando de reingresar a los Estados Unidos y volver a unirse a su esposa, María Puga, y sus niños, los gemelos de 7 años, Daniela y Daniel, en la foto junto a la pared, donde fue golpeado Rojas.
María y sus hijos han sufrido en carne propia la dura política migratoria de Barack Obama contra los migrantes, que se cobró la vida de su esposo, como la de tantos hombres, mujeres y niños.
Ella es una madre trabajadora y migrante. María es también el desvelo de las madres centroamericanas y mexicanas que buscan a sus hijos migrantes. Es también el dolor de las que fueron separadas de sus hijos por las deportaciones. Hay un poco en ella de las bravas madres de Ayotzinapa, que siguen reclamando la aparición con vida de los 43 normalistas. |