María Eliana Aburto, tiene 77 años. Sentada bajo una improvisada tienda de campaña, en el lado sur del puente Pudeto de Ancud, capea el frío junto a otras dos ancuditanas “de tomo y lomo”, como dice de entrada. Han sido varios, si no todos, los días en que ha caminado hasta ese punto de la ciudad que durante más de dos semanas se ha convertido en centro neurálgico de los bloqueos que los trabajadores de mar de esa ciudad chileña han levantado, una vez que se desató la movilización de los isleños por la crisis social, económica y ambiental que provocó la contaminación de los mares con salmones podridos y que el Gobierno se empeñó desde el comienzo en atribuir al fenómeno de la “marea roja”, explicación, ergo, que ningún chilweño que se precie de tal, se traga a buenas y a primeras. Tampoco, María Eliana, aún sin ser pescadora, como ella advierte.
“Yo no soy pescadora, pero sí estoy apoyando a mis hermanos, que los veo tan oprimidos. Y estoy con una tremenda depresión, porque veo con mucha pena el mar que a nosotros nos dio tanto de comer, ahora lo han hecho pedazos. Tengo hijos chilotes y todo el tiempo hemos vivido con el mar. Yo no soy pescadora, pero lo que comemos se lo debemos al mar. Y esto no es marea roja. Ya está bueno que de una vez por todas se dejen de mentir: ¡Esto no es marea roja, señor! La marea roja duraba 15 días, a lo largo un mes, y eso pasaba. Y no hacía nunca los desastres que hay ahora: ballenas muertas, lobos muertos, delfines, miles y miles de toneladas de almejas, de pescado. Los lobitos hechos pedazos, puras calaveras, porque botaron tantísimas cosas podridas al mar”, dice con su hablar apocalíptico, enérgico, casi como una prédica de calle conmovedora, y que convoca a varios que a diario se han dado cita en el bloqueo sur del puente Pudeto.
María Eliana no se detiene. María Eliana no sólo sabe que la muerte de la fauna marina del archipiélago no es consecuencia de la marea roja. También sabe quiénes son los responsables. Asoman los celulares y los que se han acercado a oírla, atentos, registran su decir elocuente, al que solo pone pausa para recobrar el aliento. Sus ojos se agrandan.
“¡El mar está podrido, señor! Mire qué cosa, hacer pedazos el mar, qué pena. Con esto nos cruzaron de brazos, con esto mataron a Chiloé. Ahora no hay trabajo, hay una enorme cesantía; no hay trabajo para los jóvenes. Los niños, los ancianos, que nos manteníamos de eso del mar. ¿Qué vinieron a hacer aquí a Chile las trasnacionales? ¿Qué vinieron a hacer?: ¡A hacerse a la América, a hacerse millonarios! ¿Y después?: ¡Se mandan cambiar de aquí! Mire lo que dejaron hecho el mar. ¡Que se jodan los chilotes, que caguen los chilotes, eso es lo que han hecho!”, dice alzando el índice en señal de dolida advertencia. Y sigue:
“¡Claro!, no importa, por eso estamos completamente mal. Es algo tremendo lo que nos ha pasado. Esto es más que un terremoto, porque un terremoto después de un tiempo se arregla, pero el mar no. Por eso, yo le diría a la señora Presidenta, yo, que la apoyé tanto en su campaña, yo y mis hijos, que se ponga la mano en el corazón y mire por Chiloé, que mire esta provincia, lo que nos pasó. ¿Por qué nos ha dado la vuelta a la espalda, por qué no viene a Chiloé, por qué no se pone la mano en el corazón siendo madre? Aquí hay muchas madres que no tienen qué comer, porque es tremenda la cesantía. Aquí no hay empresas, y todas las que vienen, las trasnacionales, vienen a explotar al cristiano pobre, a un pueblo pobre y humilde, humillado. ¿Por qué nos humilló tanto nuestra Presidenta, a nosotros que le dimos el voto, que trabajamos por ella? Y ahora, nos ha humillado y tenemos mucho dolor, porque no nos merecíamos esto que estamos pasando, no. ¡Por Dios que nos ha defraudado, oiga!”, sentencia.
“Porque nosotros estamos olvidados, aislados. Por eso le pedimos que venga, señora Presidenta. Hágase presente con su pueblo sufrido. No nos de vuelta la espalda, porque nosotros en los momentos más difíciles, la apoyamos, aquí donde sacó una de las más altas mayorías en votación, en Ancud. Imagínese si seguimos así. Por eso les hago un llamado a todos mis hermanos a que no votemos por nadie más. Porque aquí nadie se ha hecho presente, aquí donde nos han visto caídos. Por eso dice la palabra de Dios que por el fruto será conocido el árbol, por el fruto, y un día tendrán que responder estos irresponsables que mataron el mar; al mar lo mataron en Chiloé. ¿Quién responde por esos miles y miles? Porque todas esas riquezas que había en el mar las destruyeron y quién responde por eso, quién responde. Por qué le echan las culpa a la marea roja, mentira, fueron las salmoneras que botaron sus desperdicios y pudrieron el mar. Eso fue lo que ganamos.”
“Estamos muy dolidos, el pueblo de Ancud está todo dolido por esta tragedia y la desgracia. Así que le pedimos a la Presidenta que se ponga la mano en el corazón, porque ella tendrá hijos, tendrá nietos, por todo lo que nosotros hicimos. Que venga a ver esta desgracia en que estamos y que reconozca y que salgan los hechores a la luz, los que pudrieron el mar, porque fueron las trasnacionales”, cierra María Eliana, en medio de una audiencia que aplaude y entibia así la fría noche ancuditana.
Entrevista realizada por Mauricio Garay. |
