Así empieza Leonora, la artista
La pintora de origen inglés nació un 6 de abril de 1917, en Chorley, un pequeño pueblo en Lancashire, Inglaterra. Leonora provenía de una rica familia dedicada a la industria textil, lo que le permitió desarrollar sus aptitudes artísticas desde muy corta edad.
Su obra quedaría marcada para siempre por las asombrosas historias narradas por su nana, su madre y su abuela donde los protagonistas eran algunos personajes míticos de la cultura celta, seres extraordinarios de la naturaleza, hadas, monstruos y una infinidad de criaturas que Carrington logró retratar de una forma alucinante.
Tuvo una infancia y preadolescencia complicadas, donde debió rebelarse contra sus padres, conservadores creyentes católicos. Éstos siempre pretendieron darle una educación bajo las más decimonónicas normas patriarcales en escuelas religiosas.
Pero al fin, Leonora se liberó y viajó por primera vez a Florencia a la edad de 15 años para estudiar artes. Así ganó una incesante lucha contra su padre. Fue aquí donde entró en contacto por primera vez con el surrealismo que, años más tarde, significaría tanto en su obra.
Siempre con el apoyo de su madre, en 1936 se trasladó a Londres para ingresar a la academia del pintor purista Amédée Ozenfant. Una vez instalada en Londres conoció a Max Ernst, pintor surrealista y exponente de la vanguardia dadá que apenas unos años atrás había venido a irrumpir en el arte europeo.
Carrington y Ernst sostuvieron una relación amorosa que desde el comienzo fue conflictiva por la diferencia de edades -Max Ernst era 26 años mayor que Leonora-, y por el hecho de que Ernst era casado. A pesar de esto y de la desaprobación de los padres de Leonora, la pareja viajó a Francia para establecerse en la provincia parisina de Saint-Martin-d’Ardèche.
En Francia Max presentó a Leonora con algunos de los artistas contemporáneos más importantes del surrealismo europeo como André Bretón, Wolfgang Paalen, Benjamin Péret, Joan Miró e incluso Pablo Picasso y Salvador Dalí.
Una vida signada por la guerra; México el refugio
La guerra que se veía llegar para Europa en aquellos años golpeó a la pareja de forma determinante. Antes de la invasión Nazi a Francia, Ernst y Carrington junto a otros surrealistas, conformaron el Freier Künstlerbund movimiento subterráneo de intelectuales antifascistas en donde ambos desarrollaron una militancia activa.
Más tarde en 1939, Max Ernst fue declarado enemigo del régimen de Vichy y apresado por las fuerzas nazis en el campo Les Milles. Esto provocó en Leonora una fuerte desestabilización psíquica que dio pie a que fuese internada por sus familiares en un hospital psiquiátrico.
Así comienza una etapa para Leonora Carrington que recordará como una temporada sumamente tortuosa. Con ayuda de una enfermera del hospital logró escapar a Portugal donde se refugió de la prosecución de la que era víctima por las fuerzas de la Gestapo, debido a sus inclinaciones políticas y por su asociación con figuras como Ernst. Ahí conocerá al poeta Renato Leduc, embajador mexicano en aquel país en ese momento, y quien mediante un matrimonio convenido le ayudará a escapar de Europa. La pareja vivió en Nueva York una temporada para más tarde establecerse de forma permanente en México en el año 1942.
“La locura puede llevarte a la iluminación”
Los vaivenes en la vida de Leonora Carrington en ningún momento fueron un impedimento para que la artista pudiera seguir desarrollando su obra. Instalada en México y divorciada de Leduc, la artista tuvo la oportunidad de conocer a figuras del movimiento surrealista que también vieron en México la oportunidad de establecerse alejados de la guerra que se desarrollaba en Europa.
Así conoció a personajes como el cineasta Luis Buñuel, el poeta y escultor Sir Edward James, la pintora Remedios Varo y el cineasta Alejandro Jodorowsky con quienes desarrollaría una profunda amistad. Además, pudo reencontrarse con otros viejos colegas, surrealistas exiliados al igual que ella, como André Breton, Benjamin Péret, Alice Rahon y Wolfgang Paalen.
Con apenas 25 años de edad, al momento de llegar a México la pintora había vivido una travesía que sin duda tendría impacto en su obra. Eso aunado a la mística fascinación que el país mexicano le ofrecía, su obra tomó tintes que rápidamente la posicionarían como una figura emblemática del surrealismo. La pintora, que siempre se sintió fascinada por la naturaleza y sus animales a lo que retrataba como criaturas embriagantes, encontró en los paisajes mexicanos una fuente sin igual de inspiración.
Sin duda, uno de los lugares favoritos de Leonora fue el Jardín Surrealista perteneciente a su amigo Sir Edward James, ubicado en la serranía de la Huasteca Potosina, en Xilitla, a un costado del río Santa María. El jardín se alza en medio del silencio selvático como una estructura laberíntica fascinante, en el cual la mezcla de la naturaleza pantanosa, las construcciones de piedra que parecen elevarse en todos sentidos, y los seres que le habitan, le hacen un lugar digno de su nombre.
Actualmente en la vieja casa de Sir Edward James -hoy conocido como El Castillo- se puede también apreciar la pintura del Diablo Rojo de Carrington, pintura con la que más tarde se adornaría la entrada de la casa.
Leonora Carrington fue una artista polifacética y amorfa, quien también se desarrollo como escritora y dramaturga. En 1938, publicó su primer libro de cuentos fantásticos "La casa del muerto", ilustrado por Max Ernst. Una vez en México, desarrollo varías obra de teatro como Penelope (1945), La Invención del Mole (1960), La historia de los mayas (1963), entre otras.
Otro de los grandes legados que Carrington dejó en México fue el mural El mundo mágico de los mayas, ubicado en el área dedicada a Chiapas en el Museo Nacional de Antropología de Ciudad de México, el cual se inauguró en 1964. Para realizar esta obra Leonora se dio a la tarea de estudiar la historia de los Mayas y el Popol Vuh, demostrando así una vez más su fascinación por las culturas mexicanas.
Leche del Sueño
En la década de los 50´s su amigo Alejandro Jodorowsky montó la obra Penélope de la autoría de la pintora en el Teatro La Esfera, a la que la pintora le dio luz diseñando la escenografía. Más tarde volvieron a trabajar juntos en el montaje de Jodorowsky de la obra El Rey se Muere de Ionesco, en la cual Carrington diseñó el vestuario. Su amistad perduró durante años, cada vez más entrañable.
Carrington siempre defendió la naturaleza de su obra como la oportunidad de mostrar los más profundos recovecos de sus sueños y pesadillas, y sin duda lo conseguía. Esto era lo que provocaba tanta admiración por parte de Jodorowsky. Quizá por ello el multifacético artista conservaba como una de sus más invaluables tesoros un pequeño libro de cuentos escritos e ilustrados por la pintora y titulado por la misma Leche del Sueño, cuyo único fin de creación fue entretener con historias de monstruos y aventuras a sus dos pequeños hijos.
Jodorowsky cuenta que el libro fue un regalo de aquella vieja bruja una tarde de despedida cuando el cineasta se volvía a Francia. Más tarde, cuando él ya radicaba allá, Gaby Weisz la hija de la pintora y a quien, junto a su hermano Pablo, el libro le había dado en su infancia un pedacito de esa grandeza y rebeldía que Leonora tenía para embriagar al mundo, fue a visitarle. Jodorowsky aprovechó para devolver tan preciado tesoro a quien, él opinaba, le pertenecía.
Esto fue Leonora, una inigualable artista que se desarrolló lejos de los grandes centros de producción artística. Que pintaba en la cocina de su casa, con el fin único de ir deshilvanado sus sueños y descifrar sus mensajes ocultos. Esta Bruja de nuestros tiempos, como algunos colegas le han llamado afectuosamente, fue siempre poco legible y al mismo tiempo rebelde, feminista precoz y recia artista cuya obra sin duda seguirá fascinando a próximas generaciones, con la finísima capacidad artística de la pintora para describir la magia de los sueños y el encanto de la cultura mexicana. |