Fotos: sitio de Olé.
El 23 de mayo de 1996 se lanzaba el primer diario deportivo en Argentina: Olé, un producto del grupo Clarín que empezaba a apostar fuerte al rubro de espectáculos deportivos; a la vez que lanzaba el diario adquiría el canal de cable TyC Sports, también un novedoso canal televisivo con programación deportiva las 24 horas. Eran tiempos de auge de las privatizaciones en el país (el segundo gobierno de Menem que ya había consumado la entrega a privados de la mayoría de las empresas estatales de servicios públicos) y el inicio de los intentos privatizadores en el deporte, particularmente en el fútbol.
El lanzamiento de Olé prácticamente coincidió con la llegada al fútbol de un empresario con ansias de negocios: Mauricio Macri asumió como presidente de Boca Juniors en diciembre de 1995, postulándose como un “gestor exitoso” al estilo Silvio Berlusconi en el Milán FC de Italia. Los caminos de Macri y Olé se juntarían rápidamente en la carrera por lograr mayor intervención de manos privadas en el gran espectáculo deportivo del fútbol.
Venta de humo y precarización laboral
Mariano Hamilton, uno de los mentores originales de Olé y subdirector/secretario de redacción del diario al momento de su fundación, explica en una columna en el sitio de la Revista Un Caño: “El corazón de Olé era una variante periodística que definimos como sensacionalismo riguroso (…). Es decir, tomar un tema insignificante y exprimirlo hasta el hartazgo. (…) una especie de amarillismo alegre, quilombero, pero con respaldo informativo”. Sin dudas, esa fue la marca distintiva de Olé. En lunfardo se lo conoce también como “venta de humo”, más allá de que el humo es un fenómeno químico que resulta de la suspensión en el aire de pequeñas partículas sólidas que resultan de la combustión, algo comprobable y chequeable pero que en el periodismo no tiene gran utilidad más que tapar la carencia de temas relevantes o de interés, que en el deporte los hay y muchos.
Otra “marca registrada” de Olé (y de Clarín en esos años) fue la precarización laboral: el recurso de apelar a pasantes como mano de obra fue hiperexplotado por Olé. Relata Hamilton que “La empresa no estaba dispuesta a contratar la cantidad de editores y redactores necesarios (…), se crearon acuerdos con las escuelas de periodismo para tomar pasantes que cubrieran los entrenamientos y los partidos del ascenso, en condiciones muy desventajosas para ellos” y además agrega que –violando el Estatuto del Periodista- el plantel de redactores a la vez editaba (en esos años también Clarín fue “precursor” eliminando a los correctores de sus redacciones).
En el año 2000 pegaría un salto “el gran diario argentino” y se coronaría merecedor del campeonato mundial antisindical: despidió a las comisiones internas de Clarín y Olé completas, sin dejar ni un solo delegado, incluyendo a periodistas y fotógrafos de larga trayectoria como Pablo Llonto y su compañera Ana Ale.
Cuando observamos al ex titular de Boca Juniors abocado a la venta de humo sobre un fenomenal “segundo semestre” de la economía que nunca llegó, de la “revolución de la alegría” y asesorías sobre “cómo ser felices”; cuando anuncia medidas como el convenio firmado con Mc Donald´s para condenar a la juventud a la precarización y las condiciones más paupérrimas de trabajo; ahí también observamos la coincidencia con su querido Olé.
Amigos son los amigos
Durante estas dos décadas de carreras en paralelo, Olé le dedicó varias tapas a Mauricio Macri. Antes como presidente xeneize, actualmente como Presidente de la Nación. Este 25 de mayo salió en tapa portando un cuadro con una nota del momento en que asume como primer mandatario en la que Olé titula “¡Qué bien le queda la banda!”. En ese número especial del 25 publican una entrevista con Macro que los recibió en la Quinta de Olivos. En momentos en que el macrismo se prepara para imponer la “Superliga” con la intención de marketinizar todavía más el fútbol de Primera División (y por esa vía lograr transformar a los clubes en Sociedades Anónimas con gerentes/CEOs al frente), Olé se muestra como fiel compañero.
A modo de devolución de gentilezas, la Legislatura porteña -a instancias del jefe del bloque del PRO Francisco Quintana- realiza hoy un acto en homenaje al diario Olé por su 20° aniversario. Más allá de que la totalidad de quienes trabajan en ese medio no necesariamente compartan una línea editorial, de que aportó investigaciones interesantes como las de Gustavo Grabia respecto a las barras bravas, y de que tras el característico estilo informal de Olé disfracen una línea editorial que no se muestra siempre clara, la ubicación de Olé respecto a Macri y del macrismo hacia Olé evidencia una relación de fuerte amistad y de intereses mancomunados.
No podemos dejar de mencionar las expresiones prejuiciosas que más hemos criticado desde La Izquierda Diario: aunque fueron moderando las xenofóbicas, abundan las misóginas, machistas y transfóbicas.
No es intención de esta nota juzgar si Olé merece o no un homenaje por parte de una Legislatura que –entre otras cosas- tiene entre sus planes hacer votar la venta de terrenos de Casa Amarilla para que Angelici impulse faraónicos emprendimientos con empresas constructoras (uno de los rubros predilectos del grupo Macri). A veces quien homenajea habla por sí mismo sobre los porqués de un homenaje.
Hay otros homenajes que son genuinos y perduran en el tiempo: el periodista Dante Panzeri –aunque contradictorio y polémico en muchos aspectos- nunca fue distinguido por asociaciones ni instituciones y era un poco “outsider” por tener una visión muy crítica hacia la propia corporación periodística. Sin embargo su obra Fútbol, dinámica de lo impensado revolucionó la manera de reflexionar sobre fútbol y deporte en general y es fuente de inspiración y consulta –a casi 50 años- de infinidad de aficionados y profesionales dedicados al periodismo deportivo.
Olé marcó una huella en la historia de los medios en Argentina, no hay porqué negarlo. Un tanque, una topadora o un burro, también dejan huellas. |