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La Izquierda Diario
31 de mayo de 2016 Twitter Faceboock

Tribuna Abierta
Al mejor estilo Othacehé, Menéndez suma a la extrema derecha
Danilo Mesa

El intendente de Merlo, Gustavo Menéndez, llama la atención de analistas políticos ya que luego de años de criticar los métodos de Othacehé, incorpora a su gabinete funcionarios de oscuro prontuario.

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La derrota de los popularmente conocidos barones del Conurbano como Jesús Cariglino, Hugo Curto, Mariano West y Luis Acuña, Raúl Othacehé entre otros, dejó a infinidad de dirigentes intermedios que se afirmaban bajo su conducción, sin un oriente en el cual apoyarse.

Muchos de ellos, intentan recalar en las nuevas administraciones, con perfil bajo, pero buscando reinsertarse en la arena política bajo el mandato de los nuevos popes de los municipios.

Por ejemplo, se sabe que Fernando Espinoza, con el consentimiento de la actual intendenta de La Matanza, Verónica Magario, incorporó a muchos de los barones al juego propio para resignificar su futuro. Se habla, por ejemplo, de Mariano West y Hugo Curto, además de la cadena de rutilantes figuras provinciales, que se sumaron luego de la derrota del presidente del PJ provincial en su carrera a la gobernación.

Sin embargo, fue Gustavo Menéndez, flamante intendente de Merlo, quien llamó la atención de los analistas políticos, porque durante años despotricó contra los métodos de Raúl Othacehé, en reclamo de mayor institucionalidad, democracia y participación, pero a la hora de incorporar cuadros políticos a su gestión, en el tren de pelear espacios en la Provincia, adquirió a fuerza de recursos, el apoyo de varios funcionarios de los intendentes más cuestionados, como es el caso de Jesús Cariglino.

Surgen entre sus filas hombres como Héctor Armando Ruíz Díaz, sucediéndose así una serie de personajes de la política provincial que pasaron por el menemismo, el duhaldismo, la estructura oscurisima de Luis Abelardo Patti, o más reciente en el tiempo, del negador de la historia de los derechos humanos en la Argentina, Jesús Cariglino.

En 2011, Ruíz Díaz rechazó acompañar a Néstor Kirchner porque no pudo disimular estar en contra de la supuesta política reparadora de derechos humanos. Pero no por su carácter hipócrita sino por sentirse más cómodo en el espacio de los represores. Al punto llegaron sus diferencias, que desde Malvinas Argentinas siempre negaron la existencia de uno de los centros clandestinos de detención más terribles de aquellos años. Se trata del ex Batallón 601, donde la inteligencia militar, además, instruía y planificaba el asesinato de miles de militantes políticos, sociales y culturales. Incluso, le pusieron a una de sus calles el nombre del jefe de capellanes de Campo de Mayo durante la dictadura, Luis Mecchia.

Menéndez, al incorporar a esa gente, y pasearse por Roma con estos personajes no hace más que abonar en su territorio las mismas políticas públicas que Raúl Othacehé. Otro de los barones que le puso su impronta autoritaria a la discusión política. Basta recordar que “El Vasco”, en su mejor momento, quiso demoler la Comisaría de la Libertad donde funcionó un centro clandestino para construir el Museo Ferroviario. Sin embargo, una vez más, fueron los organismos de Derechos Humano quienes lo impidieron.

Así como en épocas posteriores a la dictadura hubo mano de obra desocupada para represores, hoy quedaron muchos de sus herederos sin espacios para reproducir el sistema que tanto daño les hizo a los pueblos de la provincia de Buenos Aires.

Ruíz Díaz, y otros varios, imbuidos de un estigma cuasifacista pero lavados por su visita reciente al Vaticano, junto al intendente de Merlo, encontraron un esquema afín a sus necesidades, donde hacer pie en un territorio en que el anonimato le da la posibilidad de construir un tejido político que proyecte a Gustavo Menéndez como futuro precandidato a gobernador de la provincia.

Desde el exilio interno, los seguidores de Othacehé, dicen que muchos de los personajes incorporados por Menéndez, sobre todo los que provienen de Malvinas, hacen que los métodos de la anterior gestión fueran una “ternura”. No por nada, hay quienes vinculan a Ruiz Díaz con el torturador Luis Abelardo Patti.

El dirigente, según explican desde Escobar, municipio que lo vio nacer, luego renovaría su militancia de la mano de Sergio “Tito” Achával, a quien abandonó cuando este último intentó recalar en la intendencia de Escobar de la mano de Francisco De Narváez, en tiempos en que se organizaba su circunstancial alianza con la UCR en el 2011.

Durante aquellos años, la decisión de Achával hizo que Ruíz Díaz pasara a jugar un nuevo partido en Malvinas Argentinas, un distrito que poco a poco lo fue acercando a Hugo Oroño y al ex Senador provincial Roque Cariglino, quien no tardaría en presentárselo a su hermano, el ex intendente.

No se trata de un paso de comedia. Es una tragedia griega en la que aparecen los mismos actores en escena y los mismos métodos repudiados durante años. Sin embargo, tienen a su favor el desconocimiento popular. Con el correr de los años se verá si en lo concreto la política refleja lo que insinuaron siempre desde su mirada ideológica.

 
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