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7 de junio de 2016 Twitter Faceboock

Santa Fe
El final del Frente Progresista PS-UCR: hacia un obituario anunciado
Octavio Crivaro | @OctavioCrivaro

El Frente Progresista entre el PS y la UCR en Santa Fe pasó del ocaso a un eventual anuncio de su fin: la UCR participaría de las elecciones del 2017 con el PRO, en Cambiemos. Un réquiem para la centroizquierda.

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El masticado título de la novela Crónica de una muerte anunciada, del colombiano García Marquez, se posa en el teclado y se ofrece como metáfora para explicar el posible final del Frente Progresista Cívico y Social que gobierna Santa Fe desde el 2007 y la ciudad de Rosario desde hace más de veinte años. Un corolario que no solamente fue anunciado: de hecho fue cocinado en sucesivos actos, conscientemente.

Los voceros del radicalismo a nivel local, Julián Galdeano, y nacional, José Corral, referente de conservadores líderes de la UCR de la ciudad de Santa Fe, vienen insistiendo lo que tanto temen los popes del Socialismo. En el 2017 participarían de las elecciones parlamentarias junto al PRO de Macri y Miguel Del Sel. De la rosa roja del socialismo a los globos amarillos de Mauricio y el Midachi.

Superficialmente, podría parecer que el lobby que viene haciendo la cúpula del PRO sobre el radicalismo para que los radicales abandonen el indeseable barco progresista que resulta tan disfuncional a la estrategia del “scrum” de funcionarios macristas, triunfó. Mirando más profundamente, la propia política del PS viene acompañando de la mano al radicalismo a la puerta de Cambiemos y al Frente Progresista a la puerta del cementerio.

Una deriva que apunta a un salto en la crisis

Por supuesto, el hecho inesperado, el verdadero cisne negro que fue el triunfo de Cambiemos tiró abajo el Jenga de los armados políticos a nivel nacional. Si la derrota de Scioli metió al peronismo en un lavarropas, aceleró las disputas internas y redistribuyó el poder interno, el éxito de un frente nacional que (aunque subordinados) integran los radicales, modificó la correlación de fuezas dentro del llamado Frente Progresista, envalentonando a la UCR a cuestionar la preminencia del partido del gobernador Miguel Lifschitz y de los ex gobernadores Hermes Binner y Antonio Bonfatti. Ya nada iba a ser igual. Y nada lo fue.

Sin embargo es falso creer que la tendencia a la separación entre radicales y socialistas se cocinó en ese único y último acto. Por el contrario: fueron los socialistas los que, consuetudinariamente, fueron preparando el terreno para el desplante, primero, y la prepotencia de los radicales. Primero, con el notable guiño que le hicieron el PS a Macri en las elecciones nacionales, donde sin ponerse colorados llamaron a cortar boleta tratando de reflotar el Titanic que era la candidatura a Senador de Binner, despegándola de la fórmula presidencial de Stolbizer. El Titanic no evitó el hundimiento pero el favor a la derecha se lo hicieron. Y la “traición” a Stolbizer también.

Desde el triunfo de Macri esta orientación no frenó sino que se profundizó. Amén de los chisporrotazos entre el Gobierno Provincial y la “administración Macri” (desde la puja grotesta por la Triple Fuga hasta las disputas económicas), la relación entre ambos no puede más que calificarse como una tensa coexistencia. Por no decir una incómoda colaboración. Al calor de esta danza los radicales consolidaron posiciones.

Dos hechos certifican esta realidad, con patetismo: en primer lugar, la votación de los diputados nacionales socialistas a favor de pagarle a los fondos buitre, una verdadera vergüenza “socialista”. Después, el lamentable guiño de los socialistas a la negativa macrista a votar la llamada “ley antidespidos”. Allí, los diputados del PSayudaron, en el primer intento, a que no haya quórum. Luego, en la segunda sesión, cuando se logró el quórum, Binner tuvo una sorprendentemente oportuna necesidad de ir al baño justo cuando se votó a favor de la ley que luego Macri votó. En esto radicales y socialistas santafesinos coincidieron: Binner debe haberse encontrado con Mario Barletta en el baño, porque él también se ausentó de la votación. Todo muy casual.

La disolución de la centroizquierda desde su subordinación al “campo”

La deriva del llamado progresismo santafesino a nivel provincial fue letal para el desarrollo de una centroizquierda a nivel nacional. O viceversa. O ambas cosas. Lo cierto es que la consolidación de una política conservadora para el Frente Progresista no es nueva y fue de la mano con la liquidación de una centroizquierda no kirchnerista a nivel nacional. O mejor dicho: de su subordinación a la derecha y a su agenda.

Este proceso comenzó, o al menos se consagró, con la vergonzoza subordinación y claudicación a las patronales más concentradas del campo, durante el lock out de 2008. En ese conflicto, toda la retórica cultural de la centroizquierda se convirtió en una sosa ensalada de brotes de soja. Toda la pretensión de progresismo murió en la sala de operaciones de la oligarquía rural más poderosa y, además, más conservadora y reaccionaria. Los parlamentarios llamados progresistas ofrecieron sus servicios a los sectores más retrógrados de la clase dominante. Un lujo.

En el conflicto agrario fue herida de muerte toda pretensión de hacer un armado centroizquierdista nacional, extendiendo el llamado "modelo santafesino". La UCR, comenzó a mirar a Mauricio como sucesor de Raúl Alfonsín. El Socialismo santafesino perdió la mística de los orígenes, lo que desencantó a sus apologistas más radicales, como Libres del Sur (Victoria Donda) y Víctor de Gennaro. La última elección en Santa Fe, donde el socialismo ganó en medio de denuncias de mecanismos fraudulentos en las elecciones, marca, quizá, los últimos estertores de una aventura caduca. Un radicalismo abrazado a Macri, Margarita Stolbizer abrazada a Sergio Massa y el Socialismo groggy marca que este cuento, al menos, no goza de buena salud.

El mito del “modelo Santa Fe” y el horizonte para la izquierda

Resumidamente el reivindicado modelo santafesino que encarna(ba?) el Socialismo, no es más que un mito. En Santa Fe todos estos años han ganado los sectores más poderosos de los capitalistas, los sojeros, las aceiteras multinacionales, la cámara de la construcción con su burbuja inmobiliaria, los colosos automotrices y siderúrgicos y, atrás de todos ellos, el narcotráfico.

El gobierno socialista no sólo no tocó ninguno de sus intereses, sino que los consolidó y agravó su impunidad: impunidad de despedir trabajadores y de atacar el salario, como hizo el propio gobierno con nuestros docentes; impunidad de cerrar fábricas como Paraná Metal, Mahle o Arzinc, impunidad para violar las leyes sindicales y laborales, como la mimada empresa Liliana. Y blindó también la impunidad de una Policía asesina, letal para la juventud, como lo demuestran las muertes de Pichón Escobar, Jonatan Herrera o Franco Casco.

Poco tiene el PS que envidiarle al macrismo, como puede verse en el duro ataque al bolsillo a los trabajadores y del pueblo, como son el aumento del boleto a 8 pesos y los tarifazos en la luz y el gas. Los trabajadores de la línea blanca, como en Bambi y Electrolux yacomienzan a sufrir las suspensiones generalizadas en este curioso “páramo socialista”.

El mismo Socialismo que avala el "derecho" de los empresarios a despedir, deja a la educación como una variable de ajuste, mientras los centros educativos de la provincia sufren la desfinanciación y el deterioro. Por eso, miles de estudiantes terciarios y secundarios tomaron las calles de Rosario, reclamando mejores condiciones para estudiar.

La izquierda, el Frente de Izquierda, con la autoridad de ser parte incondicional y diaria de todas las luchas en las que el pueblo trabajador enfrentó la verdadera política del Frente Progresista, se juega a dirigirse y convencer a todos los trabajadores, jóvenes y mujeres que participan de luchas y movilizaciones, muchos de los cuáles confiaron en el Socialismo y que, más allá de cómo termine la deriva del Frente Progresista, rechazan la subordinación de la centroizquierda a la política de la derecha.

 
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