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¿Cuáles son las discusiones hacia la segunda vuelta electoral?
En la recta final de las elecciones la politización recorre todos los sectores sociales. Más allá de la propaganda televisiva y los discursos de los candidatos, muchos trabajadores y jóvenes definen su voto en discusiones con colegas, amigos y familiares.
El discurso que predomina es que tenemos que elegir entre alguna de las alternativas. O Dilma o Aécio. Es cierto lo que afirma el PT de que el PSDB tiene un programa contra el pueblo, que promoverá un gran ajuste, atacando el salario y los ingresos de los trabajadores, y el debilitamiento de los bancos estatales. Según esta visión no quedaría otra alternativa más que votar a Dilma para evitarlo.
Sin embargo, no es cierto que entre Dilma y Aécio sean todas diferencias. En Junio de 2013, los gobiernos del PT y del PSDB aumentaron juntos los pasajes del transporte público y juntos enfrentaron las manifestaciones. La fuerza de las movilizaciones fue lo que hizo que ambos retrocedieran.
Dilma afirma que hay que continuar el camino de cambio. ¿A qué camino se refiere?
En los últimos años el mercado de trabajo creció, especialmente los empleos precarios; el salario mínimo se valorizó y alcanzó R$ 724; el plan Bolsa Familia permitió incrementar los ingresos del sector más pobre de la población. En el Nordeste los bajos salarios e incentivos fiscales atrajeron inversiones e industrias. Fue el tiempo de las vacas gordas, del crecimiento económico basado en la especulación de los mercados financieros, del boom de los precios de las materias primas que exporta Brasil, el aumento del crédito que complementa los bajos salarios.
Mientras los más pobres fueron aumentando gradualmente sus ingresos, los más ricos -banqueros, empresarios y financistas- multiplicaron año a año sus ganancias. Hasta después de la crisis que comenzó en 2008, Brasil y los demás países llamados en desarrollo mantuvieron su crecimiento. Pero en la medida en que la crisis más importante desde la Segunda Guerra Mundial se desarrollaba, estos países y Brasil comenzaron a verse afectados.
La política aplicada por el PT en esta década de crecimiento económico estuvo siempre en consonancia con los intereses de los bancos, del agronegocio y del capital financiero. Este ciclo de aumento del crédito –que significa aumento del endeudamiento– sobre la base de los bajos salarios fue aplicado en otras partes del mundo, como en los Estados Unidos hasta el 2008 en beneficio de los monopolios.
En la medida en que el ciclo de crecimiento se va agotando y da lugar a tendencias a la crisis, los empresarios exigirán y aplicarán ajustes contra los trabajadores y el pueblo. ¿Dilma, Lula y el PT se enfrentarán a los intereses que los sustentan en el poder? Por el contrario, si Dilma gana también aplicará los ajustes que empresarios y banqueros les exijan.
¿Cuál fue el rol del PT en cuanto a los derechos democráticos?
Hay que empezar diciendo que en nombre de la gobernabilidad se han sellado conspiraciones y se han pagado “propinas”. Pero más que dinero, la gobernabilidad exige renunciar a las antiguas propuestas o posturas del pasado. Y esto no es algo que implique solo a los partidos de la vieja derecha. Lo mismo sucedió con el PT, que rompiendo con su pasado en defensa de los derechos de las mujeres, de los LGBT, acordó con que Marcos Feliciano esté en la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos y Minorías de la Cámara de Diputados, liderando el bloque religioso y conservador.
Si no fuese por las manifestaciones, tal vez su proyecto de la “cura gay” hubiese sido aprobado por el PT a cambio del apoyo electoral para este año. También fueron atendidos los deseos de la bancada ruralista y la reforma agraria quedó en el olvido. Para no incomodarse con los militares, se crearon Comisiones de la “Verdad”, con poco poder de investigación, preservando el pacto de impunidad con los torturadores y los archivos secretos de la dictadura.
Ahora el PT agita el fantasma de la onda conservadora, de lo que implicaría volver a los tucanos (PSDB). Pero figuras como la de Marcos Feliciano solo emergieron en el escenario nacional gracias al apoyo brindado por el PT. Después de diez años de abandono de todas las demandas democráticas como el derecho al aborto, haciendo múltiples concesiones a las bancadas religiosas y militares, no es para espantarse que la derecha gane fuerza en el próximo Congreso.
La desilusión de amplios sectores de la juventud con el PT y con todos los partidos llevó a un gran número de votos en blanco, nulos y abstenciones en la votación a diputados y aún más a senadores. Con un Congreso más conservador, el PT hará aún más concesiones a la bancada evangélica, ruralista y a los militares.
¿Cuál sería en tu opinión una alternativa desde la izquierda?
Si Aécio es un representante directo de los empresarios, el PT con su peso sindical y en los movimientos sociales, cumple el papel de freno a las demandas y luchas populares, en beneficio de los empresarios. Son formas diferentes de defender los intereses de los mismos señores.
El gobierno de Dilma no es garantía del “menos malo” para los trabajadores y la juventud. No es garantía de que frente a un empeoramiento del escenario económico no se apliquen las reformas que los empresarios exigen, ataques a los derechos laborales y a la jubilación social. No es garantía de que la inflación no deteriore aún más el poder adquisitivo de los salarios.
La única garantía es la organización y disposición de lucha de los trabajadores y la juventud. Tenemos que avanzar por el camino abierto en Junio y la oleada de huelgas de este año. La militancia que se reivindica clasista y socialista tiene en este momento un gran papel que jugar, en ir contra la corriente de la coyuntura electoral y la onda del “voto útil”. Nuestro papel es alertar que los ataques vendrán tanto con Aécio como con Dilma y preparar el terreno para construir una nueva alternativa de los trabajadores. |