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La Izquierda Diario
18 de junio de 2016 Twitter Faceboock

DEBATE CON PO
Anticapitalistas machistas, también existen
Andrea D’Atri | @andreadatri | Diputada porteña PTS/FIT

Repentinamente interesado por la cuestión de la mujer en el marxismo, Gabriel Solano se incorpora al debate y ¡me menciona por mi nombre! Lástima que para defender lo indefendible, discute contra una tergiversación de nuestras posiciones ideada por él. Por eso, ni se preocupa por sostener sus aseveraciones con alguna cita nuestra que las corrobore.

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La primera aseveración indemostrable de Solano es que yo defendería la idea de que "el machismo, como expresión de la discriminación y la opresión de la mujer, no remite en la sociedad actual al capitalismo, sino que es una expresión ancestral que requiere una lucha y un programa específico." Un dislate que no sostendría nadie que hubiera leído o escuchado nuestros centenares de artículos, discursos, charlas o, como mínimo, hubiera hojeado el libro Pan y Rosas, publicado en Argentina, Venezuela, Brasil, México e Italia, que dicho sea de paso, lleva como subtítulo en su portada Pertenencia de género y antagonismo de clase en el capitalismo. En el primer párrafo del prólogo decimos "Con estas brutales lecciones, el capitalismo nos enseña que, aunque podamos avanzar y conquistar algunos derechos -restringidos en su alcance, limitados en cuanto a la población que puede ejercerlos o acotados a determinado plazo de tiempo antes de volver a ser recortados-, la emancipación femenina, como la de otros sectores oprimidos, es una quimera mientras subsista este régimen social, político y económico." Lo mismo que afirmamos en el artículo La emancipación de las mujeres en tiempos de crisis mundial, escrito en colaboración con Laura Lif y publicado en la revista Ideas de Izquierda.

De su primera falsa aseveración deriva Solano, que "en la medida en que el combate no es contra el capitalismo, la lucha de clases es sustituida por una lucha de géneros -o sea, por la conciliación de clases. Nada original, claro, pues es el planteo que caracteriza al feminismo pequeñoburgués". Para no hastiar con extensas citas propias, me limito a mencionar los nombres de los acápites del primer capítulo de nuestro libro, publicado por primera vez hace trece años: Opresión y explotación es el primero; el que sigue se titula El género nos une, la clase nos divide; el siguiente es Capitalismo y patriarcado: un matrimonio bien avenido; después, Lucha de las mujeres y lucha de clases.¡Bienvenido el interés de Solano por reflexionar críticamente sobre el feminismo! Aunque sería bueno que se tome el trabajo de leer a quien pretende criticar. No está mal llegar a pensar el problema de la opresión de género, trece años más tarde que su “contrincante” en el debate. ¡Siempre es mejor tarde que nunca! Lo que está mal, es ser un recién llegado y creer que está descubriendo grandes verdades que, para las y los marxistas, son harto elementales.

Luego sostiene Solano, muy dolido, que acusamos al PO de practicar un reduccionismo economicista. Y agrega "que éste ha sido un sambenito utilizado reiteradas veces por los adversarios del socialismo para combatir al marxismo." Podemos citar a un "adversario del socialismo" como Lenin que en Qué Hacer –un texto que Solano, probablemente, ha leído con mucho más detenimiento que a otros clásicos marxistas sobre la cuestión de la mujer- señala contra los economicistas, cómo debe comportarse un verdadero socialista: "En una palabra, todo secretario de tradeunion sostiene y ayuda a sostener ’la lucha económica contra los patrones y el gobierno’. Y jamás se insistirá bastante en que esto no es aún socialdemocracia, que el ideal del socialdemócrata no debe ser el secretario de tradeunion, sino el tribuno popular, que sabe reaccionar ante toda manifestación de arbitrariedad de opresión, dondequiera que se produzca y cualquiera que sea el sector o la clase social a que afecte; que sabe sintetizar todas estas manifestaciones en un cuadro único de la brutalidad policíaca y de la explotación capitalista; que sabe aprovechar el hecho más pequeño para exponer ante todos sus convicciones socialistas y sus reivindicaciones democráticas, para explicar a todos y cada uno la importancia histórica universal de la lucha emancipadora del proletariado".

Para levantar un programa anticapitalista, revolucionario, socialista por la emancipación de las mujeres, como hacen Pan y Rosas y el PTS, no es necesario sostener la premisa que el machismo es prácticamente inexistente y de que todo es capitalismo, como hacen Altamira y Solano. Como dice Lenin, más bien todo lo contrario: un socialista revolucionario debería levantar un programa anticapitalista, revolucionario, obrero y socialista para las opresiones ¡"cualquiera que sea el sector o la clase social a la que afecte"! ¡Ay de este ruso democratizante tan afecto al kirchnerismo!

Pero de lo que sí debo retractarme es de mi primera respuesta al líder del PO, cuando sostuve que él había cometido un error. Porque es evidente que no se trataba de un error, sino de una concepción que minimiza, de manera reduccionista, la existencia de las opresiones sociales. La misma lógica que Marcelo Ramal, Néstor Pitrola y el propio Gabriel Solano usaron para definir, en sus cuentas de Twitter, la espeluznante masacre de Orlando, apenas ocurrida. "La masacre fascista de un probable ISIS en EEUU salvó a Macri de una tapa de derrota electoral en un bastión radical y sojero, pero ocurrió" (Pitrola); "Nuestro total repudio a la masacre de Orlando, otro producto de la descomposición capitalista y el Estado policial" (Ramal); "El atentado en Orlando es un ataque reaccionario contra el pueblo de los EEUU. Muestra que ISIS es una banda criminal para-estatal" (Solano). La palabra "homofobia" no se les escapó ni de casualidad, aun cuando es la segunda causa –después del racismo-, de todas las masacres perpetradas por ciudadanos norteamericanos armados, en territorio estadounidense.

Pero para Solano, reconocer la existencia del machismo, del heterosexismo o de cualquier opresión es una posición idealista. Lo felicito por citar a Hegel en este debate, pero le recomendaría, sin animosidad, que no diga esto mismo delante de las mujeres golpeadas, quemadas, acuchilladas o baleadas por sus parejas, ni tampoco delante de las familias y amistades de las víctimas de la masacre de Orlando.

Después de hacer un sesudo análisis de una supuesta teoría de la multicausalidad que nos adjudica gratuitamente, Solano nos regala este memorable y cómico párrafo: "No puede pasarse por alto que las posiciones del PTS en lo esencial se asemejan a las del kirchnerismo. Mientras Altamira decía desde su cuenta de Twitter que el capitalismo era el responsable de la trata, Cristina Kirchner distribuía, con diferencias de horas, desde su Facebook personal, un texto de su hija Florencia afirmando, como el PTS, que ’era el machismo y el patriarcado’". Hilarante. De todos modos, disculpen que interrumpa las risas para recordarles que Altamira no dijo que "el capitalismo era el responsable de la trata". Lo que dijo textualmente fue "La trata de mujeres no es machismo, es la explotación capitalista organizada de mujeres y niña/os." ¿Por qué, si está escrito en una red social, de acceso público, nadie del PO puede citarlo como corresponde?

Pero veamos… ¿a quién le conviene reducir, mecánicamente, el combate contra el machismo sólo a una lucha anticapitalista? Quizás a aquellos socialistas que consideran que nada tienen que preocuparse por su propio machismo, el machismo de otras organizaciones de la izquierda o el de la propia clase trabajadora, mientras todos demuestren que están combatiendo al capitalismo y ninguno sea un proxeneta que somete a las mujeres en la "explotación capitalista organizada" de la trata. ¡Cierto que esas "batallas culturales" propias de un feminismo pequeñoburgués liberal, sucio, feo y malo como el del PTS, son completamente ajenas a la única y exclusiva tarea que debemos plantearnos las organizaciones revolucionarias, de combatir al capitalismo!

Mientras las organizaciones revolucionarias justifiquen con un ramplón reduccionismo economicista su adaptación a la ideología dominante (que ya sabemos, Solano, ¡es la ideología de la clase dominante!) y al correspondiente atraso cultural de las masas que impone la explotación capitalista, la lucha contra esas opresiones que precedieron al capitalismo y que no desaparecerán mecánicamente con su derrocamiento, seguirá en manos de las corrientes pequeñoburguesas, posmodernas y liberales que la conducirán a un callejón reformista sin salida.

Lamentablemente, no conocemos ni una sola elaboración teórica del PO de crítica marxista al feminismo. Pero es un momento propicio para recomendarles que, si quieren seguir debatiendo nuestras posiciones, al menos se tomen el trabajo de leer lo que hemos producido en discusión con el feminismo, mientras participamos también en la lucha política y en la lucha de clases, con una perspectiva revolucionaria, obrera y socialista. Pueden leer nuestra crítica al feminismo de la igualdad y de la diferencia aquí, o sobre el reformismo del movimiento feminista latinoamericano de los ’70 y los ‘80 y su institucionalización aquí, o sobre la relación entre marxismo y feminismo aquí, o la crítica al postfeminismo (“democratizante”, diría PO) de Judith Butler aquí, aquí y aquí. También sobre el fenómeno brutal de la violencia contra las mujeres, aquí. O sobre la mercantilización de la sexualidad en la pornografía y la prostitución, aquí. O sobre abolicionismo y regulacionismo, aquí. O sobre la relación entre neoliberalismo y feminismo, aquí y aquí.

Es alentador que a Altamira, a Solano y a todos los dirigentes del PO se les haya despertado este repentino interés por el estudio marxista sobre la opresión de las mujeres. Es un primer resultado beneficioso del debate. Y si se nos permite un fraternal consejo, les decimos que deberían tener en cuenta que cuando una corriente marxista no combate contra los prejuicios machistas, heterosexistas y cualquier otro, es más fácil que los termine reproduciendo. Como también, si no se hace una visión propia e independiente de “las modas teóricas” del pensamiento antimarxista, es más fácil que sucumba, en la práctica, a esas posiciones. Es la ley del centrismo, Gabriel.


Sobre el mismo debate, se puede leer

También se trata de machismo

Las tres palabras que no dice Altamira

 
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