Por momentos los argentinos (y los no argentinos también) caen en una rara tendencia, que se busca imponer en algunos casos, a polarizar innecesariamente ciertas situaciones. O bancas a Cristina o estas con Macri, como si no existiese un enorme espacio al medio, y como si no tuviesen innumerables aspectos en común.
En este caso, salvando las diferencias, o bancas a muerte a Messi o sos un anti Messi. Y de esta manera se anula cualquier debate que busque una mirada medianamente objetiva dentro de los límites que la pasión por el fútbol impone.
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Esa pasión, muchas veces transformada en fanatismo, de un Messi invencible, es lo que utilizaron erróneamente, por lo menos, los dos últimos técnicos de la selección. Tanto Sabella como Martino hicieron “la fácil”, buscaron armar un estilo de juego que trabaje en función de cuidar el cero en el arco argentino, dejando toda la presión a la hora de hacer lo goles en manos de Messi, esperando que sus desequilibrios los salven. Toda la presión encima de Messi.
De ninguna otra manera se explica que contra una selección como Bosnia y Herzegovina, en su primera participación en mundiales, Sabella haya salido a la cancha con cinco defensores, ni el planteo defensivo contra Irán, como tampoco se explica que el cambio de Di María en la final de la copa haya sido por Kranevitter, teniendo en el banco a jugadores como Lamela, Augusto Fernández, Nico Gaitán e incluso Pastore.
Durante el mundial Brasil 2014, el juego de la selección no pudo haber sido más austero, a tal punto que la fortaleza de todo el mundial fue su defensa. En la parte eliminatoria del mundial (de octavos a la final) Argentina empató tres partidos 0 a 0 y el único que ganó en los 90 minutos fue un 1 a 0 contra Bélgica. Esta lógica de cuidar el cero y que todo lo salve Messi se mantuvo de principio a fin. Contra Irán pareció funcionar.
Ya con Martino al frente, en la Copa América 2015 no hubo grandes cambios. Con la excepción del 6 a 1 a Paraguay en la semifinal, los resultados de la selección fueron 2-2 (Paraguay), 1-0 (Uruguay), 1-0 (Jamaica), 0-0 (Colombia), 0-0 (Chile).
Si bien en esta última Copa América los números en goles fueron superiores, el juego de la selección no terminó de convencer, y no puede negarse que rivales como Bolivia, Panamá y Venezuela, están unos escalones por debajo de Paraguay, Uruguay y Colombia.
No sólo en el estilo de juego fue donde la presión recayó sobre Messi, incluso la cinta de capitán fue para su brazo. De alguna manera siguiendo un principio sin sentido en el fútbol donde el mejor jugador debe ser el capitán. En un equipo el capitán debe ser quien tiene una personalidad particular, que le permite motivar a sus compañeros, así como también calmarlos cuando sea necesario, el corazón caliente y la cabeza fría. Aquel que arenga al equipo, quien antes de una tanda de penales convence a su arquero de que tiene que transformarse en héroe.
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Toda esta enorme presión sobre el 10, no hizo más que jugarle en contra. No es para cualquiera, incluso para tipos fenomenales futbolísticamente hablando como Messi, ponerse al hombro un equipo que dependa casi al 100 % de él.
Esto es lo que ni Sabella ni Martino supieron ver, e hicieron todo lo contrario, buscando en algún punto salvarse de esta manera.
La desafortunada declaración de Maradona, por el lugar y la manera en que se dio, iba en este sentido. Diego tocó el único punto criticable de Lionel (porque nadie en el mundo es incuestionable), ese plus de personalidad que no todos los jugadores tienen, y que no tiene que ver con sus capacidades futbolísticas con la pelota, que son indiscutibles en Messi.
Ese plus que hace que a mayor presión extrema, mayor sea el rendimiento del jugador.
Diego aclaró posteriormente que “al chico lo quieren hacer líder y los líderes se hacen solos”, “si vos a Leo le atas la pierna izquierda y le exigís que juegue con la derecha, va a jugar mal, es así, no hay que atarlo, no hay que ponerlo en lugares, hay que dejarlo jugar”.
Pueden discutirse estas afirmaciones, pero si se quiere entender por qué la selección argentina a pesar de tener estrellas de las principales ligas del mundo, sigue sin títulos, y sobre todo por qué en los partidos claves el mejor del mundo no cumple con las expectativas puestas en él, al menos se debe evaluar esta hipótesis.
Otras opciones son seguir “matando” con la presión a Messi (negando los resultados) y desmereciendo al resto del equipo, esperando que en alguna semifinal o final contra los grandes del mundo todo lo salve Lio (si es que vuelve atrás con su renuncia), o sumarse a los insultos hacia Messi, Higuaín, Rojo, Biglia, Agüero y cada uno de los que por una razón u otra cometan errores en alguno de sus partidos.
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