Realmente sorprendió la noticia, para justificar el desastroso proyecto que implica el “Arco Minero del Orinoco”, el Presidente de la República anunciaba la creación de un nuevo ministerio, con el cínico nombre de “Ministerio del Poder Popular para el Desarrollo Minero Ecológico”. Sorprende por el nivel de descaro, por el grado de insulto a la inteligencia, como se diría popularmente: es un proyecto de megaminería que abarca más de 111 mil kilómetros, casi un 12% del territorio nacional, zona de gran biodiversidad, fuentes de agua, espacios de vida de variados pueblos indígenas, en el que estarán involucradas inicialmente unas 150 empresas de 35 países, con exoneraciones de impuestos y de cumplir las leyes laborales, los derechos de organización, de huelga y protesta están penalizados.
Como señaló el profesor Esteban Emilio Mosonyi en charla en la UCV, es un proyecto megaminero “en una escala en la que ningún país se ha atrevido a hacerlo”. Ante las variadas voces de denuncia y oposición a este proyecto, el gobierno responde creando este ministerio y prometiendo una megaminería que no dañará el ecosistema ni a las personas.
La oposición a este proyecto no está asociada exclusivamente a la cuestión ambiental, implica también la soberanía nacional, la profundización del rentismo primario exportador, que saca del país todo lo que hay en la tierra y solo deja devastación y mayor dependencia, la falta total de democracia al no consultar a los afectados –los pueblos indígenas, primeramente, y también al resto de los habitantes del país–, la proscripción de derechos democráticos como a la organización, reunión y huelga. El inicio del proyecto, con el “acuerdo” y préstamo de la Gold Reserve, anuncia en pequeño de lo que se trata, en cuanto a dependencia y subordinación nacional.
Digamos que el ambicioso proyecto tiene la cualidad de concentrar en sí mucho de lo peor del capitalismo dependiente. Sin embargo, por supuesto que la cuestión ambiental ocupa un papel central, es a lo que intenta responder el gobierno nacional con la creación de este ministerio, y es a lo que queremos dedicar unas líneas con esta nota.
¿Quién le(s) cree?
Según la nota de prensa oficial, Maduro declara que el país “certificará las reservas de oro, cobre, coltán y diamantes más grandes el mundo” y “va iniciar un proceso de desarrollo acelerado con un proceso ecológico acompañado por las comunidades indígenas”. Entonces, se trata de megaminería, pero ecológica (?!), decenas de transnacionales que buscarán sacarle todo lo que se le pueda sacar a la tierra en 111 mil kilómetros, pero ecológicamente. No es difícil imaginarse la sonrisa burlona de las transnacionales.
Los expertos en la materia, y las experiencias a nivel mundial, muestran que es una falacia plantear la cuestión en estos términos. Como señala el ecólogo uruguayo Eduardo Gudynas, en entrevista para La Izquierda Diario: “Los efectos sociales y ambientales de los extractivismos son demoledores. Por ejemplo, la megaminería a cielo abierto, con esas enormes canteras donde se extraen millones de toneladas por año, son, en un sentido riguroso, amputaciones ecológicas. No queda nada allí; la destrucción ecológica es total. (…) Paralelamente, estos tipos de actividades desplazan comunidades locales, generan muy poco empleo, se implantan con crecientes niveles de violencia y violando derechos. Toda la evidencia muestra que no existen extractivismos de esta intensidad que sean amigables ni con la sociedad ni con el ambiente”.
Sin embargo, Maduro promete que el gobierno asegurará que las empresas mineras trasnacionales no hagan… lo que siempre hacen. Como diría un compañero hablando del tema: “El tipo no puede ni siquiera controlar que las panaderías de Caracas no vendan el pan al precio que les da la gana, y dice que va a controlar a estas transnacionales”…
La verdad es que la propia Gold, la primera empresa premiada, dice abiertamente que, palabras más, palabras menos, el gobierno vino a sus pies. Al mismo tiempo, sin embargo, los expertos ambientales a sueldo de la trasnacional, hacen su labor de convencer que no dañarán el ambiente, sino quizá solo un poco, o que de todas maneras la minería artesanal lo daña (ver aquí).
¿Alguien puede creer que tendremos en el mal llamado “Arco Minero del Orinoco” un “Desarrollo Minero Ecológico”?
Una breve digresión: Maduro no es original con este cinismo
Sin embargo, es justo notar que el cinismo o descaro en la denominación de este nuevo ministerio no son una originalidad de Maduro. Basta con señalar que el proyecto se inscribe en el “Plan de la Patria” legado por Chávez, donde al mismo tiempo que había un objetivo declarativo de preservar la vida en el plantea y salvar la especie humana, estaba claramente otro objetivo –este sí, con consecuencias concretas y no solo retóricas– que prescribía la profundización del extractivismo y la explotación minera de casi todo lo que fuere susceptible de ser explotado en el suelo y el subsuelo… claro, para convertir al país en una “potencia”.
Si es que Chávez fue un maestro en esto. De él es la idea de “superar al capitalismo”… de la mano de una burguesía productiva y nacionalista, del “socialismo”… con empresarios, ministerios del “poder popular”… sobre los que la clase obrera, los sectores populares y campesinos no tenían la más mínima incidencia, un “poder popular” que no tenía ningún poder real porque todas las decisiones fundamentales las seguía tomando el “poder constituido”, los factores de poder de siempre (el Estado –burgués, según propia confesión del chavismo– y los capitalistas), del antiimperialismo… continuando –y aumentando– la sangría de recursos hacia el capital financiero imperialista mediante la ilegítima y eterna deuda externa, de la clase obrera como sujeto principal de la revolución… pero ordenadita y obediente, porque cuando osó ir más allá de lo aceptado por el gobierno le llovieron descalificaciones, amenazas y represión. Pero, ¡stop!, no nos “desviemos” tanto del tema).
Redoblar la denuncia y las acciones contra el A.M.O.
En todo caso, queda claro que lo de este nuevo ministerio no es sino un mal intento de justificar un proyecto desesperado y nefasto, ante el fracaso de un proyecto que no pasó de profundizar el carácter rentista y dependiente del capitalismo nacional. Queda continuar y redoblar la denuncia del proyecto, bregar porque surja un movimiento real de oposición al mismo.
El Tribunal Supremo ha admitido el Recurso de nulidad que se introdujo, la Asamblea Nacional ha aprobado un acuerdo censurando el decreto presidencial que creó el Arco Minero. Ni el TSJ (controlado por el gobierno) ni la AN (controlada por la oposición) son adalides de la democracia y las causas populares, en cada caso otros intereses hay detrás: en el TSJ, es posible que tal decisión –que no implica aún la anulación del Decreto– haya sido pensada para instrumentalizarla en la pugna interna en el chavismo; en la Asamblea tienen interés propio en oponerse a cualquier decisión por decreto del Ejecutivo Nacional y buscar debilitar su autoridad.
De cualquier manera, la clave estará en aprovechar cualquiera de estos resquicios en los que pueda apoyarse la lucha, teniendo claro que más allá de los intereses particulares que haya tras las diversas movidas que “por arriba” pueda haber, nada es garantía si “por abajo” no se forja un verdadero movimiento de lucha contra este proyecto de entrega nacional, proscripción de derechos democráticos y destrucción ambiental. |