El satélite de telecomunicaciones ArSat-1 está en camino a su órbita de destino. Lanzado ayer desde la base de Kourou en la Guayana Francesa a bordo de un cohete Arianne, el satélite tendrá la capacidad de dar servicios de telefonía, internet y televisión en todo el territorio nacional y países limítrofes.
El diseño, montaje y las pruebas de ingeniería fueron realizadas por la empresa rionegrina INVAP S.E. que ya ha construido satélites (serie SAC) para aplicaciones científicas y relevamientos de datos terrestres para actividades productivas. El ArSat-1 representa sin duda un desarrollo tecnológico en una industria dominada por siete países: Estados Unidos, Unión Europea , Rusia, China, Japón, Israel, y la India. Su particularidad de ser un satélite geoestacionario significa que estará en una órbita a 36.000 km de altura en la cual desde la Tierra parecerá ser un punto fijo. Por ello permitirá establecer comunicaciones permanentes cubriendo buena parte del territorio sudamericano.
Este avance, del cual tenemos derecho a enorgullecernos, no puede dejar de lado que el desarrollo de esta tecnología capital-intensiva en un país periférico como el nuestro es una concesión dentro de un condicionamiento mayor sobre el desarrollo aeroespacial argentino impuesto por los países imperialistas. La evidencia indirecta pero más pública fue el desmantelamiento de los proyectos misilísticos Condor durante el menemato.
La puesta en escena del gobierno nacional que transmitió el evento tratando de que el fulgor de los motores del cohete iluminaran su ocaso de fin de ciclo tampoco puede ocultar que buena parte de los 3.000 profesionales, técnicos que trabajaron jornadas extenuantes en el complejo de construcción de satélites, son trabajadores precarizados, contratados, y que para buena parte de ellos el fin de un proyecto significó y significa la finalización contractual laboral con las empresas.
ArSat es también el nombre de la compañía estatal que administrará los servicios. Al igual que lo que sucede con la ley de medios, aquí tampoco puede esperarse una real democratización de los mismos. |