Con la detención e imputación de Mariano “el Gordo” Salomón se terminó de cerrar el círculo sobre la banda narcopolicial Los Monos. Era el último prófugo que respondía directamente a los líderes de la banda.
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El lunes pasado, luego de estar prófugo por tres años, fue detenido por la Policía Federal y la Tropa de Operaciones Especiales de la Policía de Santa Fe en La Matanza. Fue trasladado a Rosario y ayer declaró en el juzgado de instrucción Nº4, donde fue imputado por los delitos de asociación ilícita y por encubrimiento agravado en el homicidio de Marcelo Alomar, ocurrido en mayo de 2013.
Llamativamente, Salomón declaró no pertenecer a Los Monos y explicó que estuvo prófugo porque “se enteró por los medios de comunicación” que lo buscaban como parte de una organización delictiva.
Sin embargo las escuchas telefónicas contenidas en el expediente 913/12 (CD Nº14 del 10 de mayo de 2013), así como testigos, lo sindican como cabecilla de la organización que reunió en sus filas al clan cantero y a varios miembros de la Policía de Santa Fe.
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A pesar de que los que fueron sindicados como el “enemigo principal” en la lucha contra el narco rosarino ya cayeron, el espiral de violencia parece no tener fin. Ahora es el turno de la guerra por el control de las barras bravas, donde se mezclan los negocios del fútbol, el narcotráfico y los lazos con la policía y los directivos de los clubes. Desde el 25 de mayo, dos integrantes de la barra brava de Rosario Central y tres de la de Newell’s Old Boys fueron asesinados. Detrás de estas internas sangrientas, se reacomoda el negocio del narcotráfico con nuevos actores que ocupan el lugar de los Cantero.
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