Recién conocimos a Itayetzi, estudiante universitaria que es originaria de Nochixtlán, que cuando termine los estudios se dedicará a ser maestra, como lo han sido sus padres y sus hermanos mayores.
Una familia de maestros, que se ganan la vida enseñando en las comunidades aledañas a Nochixtlán. Allí, las escuelas con salones de concreto son escasas y predominan las paredes de madera y los techos de láminas, tal como los hemos visto en cientos de fotos y videos que circulan en redes sociales. Una realidad muy distinta a los discursos que construyen Peña Nieto y Nuño sobre una supuesta educación de calidad.
Itayetzi participó de la resistencia contra la represión gubernamental, como tantos pobladores de Nochixtlán.
Con su juventud y su energía, fue parte de una dura experiencia, cuando las fuerzas del estado, las autoridades locales, las policías y algunos partidos políticos, principalmente el PRI, muestran al servicio de quien están. De quienes decretan el aplastamiento de los derechos de los trabajadores de la educación, llegando hasta aniquilar físicamente a quienes luchan por no perderlos.
Ese domingo 19 de junio fue rico también en experiencias alentadoras, del cobijo del pueblo a sus maestros y la respuesta a la violencia del régimen, organizándose para defenderse, pero también para buscar una salida sin los viejos actores políticos, a nivel local, como ella nos dice: “formas que pueden servir de ejemplo para todo el estado de Oaxaca… ¡para todo el país!”.
El comienzo de la lucha magisterial junto al pueblo
Asunción Nochixtlán es un municipio rural, de alrededor de 13,000 habitantes, ubicado en su mayor parte en la Región Mixteca. Muchos son campesinos que cultivan pequeños terrenos. Otros pobladores se dedican al comercio y a la elaboración de artesanías. Y otros son maestros y profesionistas.
Nos cuenta Itayetzi que son los maestros y los pobladores los que mantienen las escuelas públicas, muchas construidas y ampliadas a través del tequio -el trabajo voluntario de la comunidad.
“Son muy queridos los maestros aquí. Y así fue que cuando se sumaron a la lucha contra la reforma educativa, más que movilizaciones en la cabecera municipal, la acción más contundente fue la realización de bloqueos en dos puntos troncales de la carretera México-Oaxaca. Así se podía hacer notar la protesta. También se participaba de las marchas centralizadas en la ciudad de Oaxaca.”
Los bloqueos de la carretera llevados a cabo por las maestras y los maestros de Nochixtlán recibieron una inmediata adhesión de los habitantes de Nochixtlán, quienes “les llevaban comida y agua durante el día, y atole, cafecito y pan por las noches”.
Recuerda Itayetzi que también los habitantes de comunidades cercanas comenzaron a organizarse para enviar brigadas de apoyo, muchos venían desde Tlaxiaco y las comunidades aledañas. Se sumaban a las guardias en los bloqueos y los vecinos de esos pueblos se comprometían a participar en ellas por períodos de veinticuatro horas. En los días del ataque federal también llegaron contingentes de la región del Istmo de Tehuantepec.
Los preparativos del ataque
Los maestros en los bloqueos estaban organizados por incipientes redes de información donde la población ayudaba mucho. La tensión del momento se revive en el relato de Itayetzi. “La noche del viernes 17, a las 23:45 hs, llegó información de vecinos de Huitzo y Telixtlahuaca. Al ver venir por la carretera a los federales, simplemente se les “pegaron” al convoy con el fin de seguirlos y avisar de su ubicación. Pero ni esa noche ni todo el sábado aparecieron. Después se sabría que los policías y gendarmes se escondieron dentro de un rancho que es propiedad del presidente municipal priista Daniel Alberto Cuevas Chávez.”
Desde ese lugar preparaban su ataque para el domingo. Nos cuenta Itayetzi que ese día es de plaza en Nochixtlán, a la que acuden gentes de diversos pueblos a intercambiar y vender sus productos. El gobierno quería dar un golpe ejemplar en presencia de pobladores de diversas partes y así atemorizar a toda la región.
Una batalla muy desigual
Otra noche sin párpados cobra forma en la voz de Itayetzi “Muchos pasamos la noche en vela o dormimos poco a la espera de un ataque que pudiera ser nocturno. Así, como a las 7:30 de la mañana se escucharon los ruidos de los contingentes policiales acercándose.
Desde la azotea podía ver por donde avanzaban en dirección a las barricadas. Inmediatamente cientos de pobladores nos pusimos en movimiento, algunos íbamos rejuntando piedras, llevábamos palos, y cohetones, también envases de plástico para rellenarlos con agua para sofocar las bombas de gases que nos lanzaban.”
Una pausa. Las imágenes se suceden. “Esas eran nuestras armas, el pueblo, alertado por las campanas de la parroquia ya avisaban lo que se venía y grupos de vecinos iban voceando por las calles, algunos en coche los más a pie, llamando a la población a que saliera a defender. Así, al repliegue inicial de quienes estaban en las guardias del bloque se respondió con la presentación de la gente del pueblo frente a los batallones de la Policía Federal.
“Sonaron disparos por el lado del panteón hacia los que estaban en lucha y, como supimos después, capturaron a dos maestros y otras 18 personas, miembros de una familia que estaban excavando una tumba para el entierro de un familiar recién fallecido. La familia les mostró el permiso que se tramita para hacer el entierro, y el jefe de los federales simplemente lo hizo pedazos. Así la foto muy conocida de un camión de la PF con todos ellos amontonados mostraba a quienes querían hacer pasar como capturados por los bloqueos, más tarde los soltarían en los intercambios forzados por nosotros.”
Los recuerdos de la represión se atropellan en la voz de Itayetzi. “Una hora después se escucharon muchos disparos. El bombardeo de gases y la resistencia de la gente a sus escudos y macanas, no les permitía hacerse de las barricadas y decidieron abrirse paso con plomo. Cayeron muchos heridos y al llevarlos al centro de salud, éste estaba cerrado. Pero el personal estaba adentro y daba servicio sólo a los heridos de la Policía Federal. El cuidado de los heridos se tuvo que improvisar en la iglesia del pueblo. De los médicos particulares, sólo acudió uno, horas después ya se estaban sumando jóvenes estudiantes de medicina y otras personas con algún conocimiento de primeros auxilios.”
El frenesí, las corretizas, el coraje.
“Se supo de los tres primeros caídos. Al saber de los muertos, la indignación popular creció y pasaron de una actitud de resistencia a pelear por los caídos atrapando a tres federales, el primero de ellos se salvó de ser linchado por la intervención de algunos maestros que calmaron la situación y propusieron que los mantuvieran como rehenes para los intercambios que posteriormente se realizaron.”
Así los federales fueron intercambiados por maestros o padres de familia aprehendidos por los represores.
¿Cómo se defendían los maestros y los pobladores? “Con piedras, con cuetes. También se les llama cohetones a esos que el iluminan las noches de fiesta. Esta vez eran nuestra principal herramienta defensiva. Como se hacía en las barricadas de Oaxaca hace diez años, se introducían en tubos a la hora de prenderlos para darles más o menos dirección. En las líneas de combate había quienes se encargaban de dispararlos, pero también quienes tenían que ir por ellos a las tiendas. Horas después los tenderos los negaban, porque habían sido amenazados por amigos del gobierno priista. Así que había que ir hasta las poblaciones cercanas para surtir a nuestros combatientes.”
Cada instante, una experiencia de lucha inimaginable en un pueblo tranquilo como Nochixtlán. “Otras brigadas se encargaban de recolectar llantas, víveres por las calles del pueblo y seguían voceando para animar a la población. Llegaron también contingentes de otras poblaciones, hasta unos del Istmo que se sumaron al grito de ¡pueblo únete!, unas dos o tres señoras exclamaban nosotros venimos del Istmo a enseñar a luchar. Apareció un helicóptero dando varias vueltas sobre nosotros y nos bombardeaban con gases. Estaba haciendo una gran cortina de gas para que nos impidiera ver a los atacantes y perseguirlos, ya estaban en retirada."
Hechos de TV Azteca ocultó la verdad
Una muestra de su propia, aunque incipiente, organización fue la retención temporal negociada con los camarógrafos/reporteros de TV Azteca que llegaron escoltados por dos policías federales. Rememora Itayetzi “Al ver en la tele a Javier Alatorre lloriquear porque maestros violentos y vándalos ‘asociados a la guerrilla’ les habían secuestrado a sus reporteros y que ‘ya habían denunciado esto ante las secretarías de Marina y de Defensa nacional’ salí corriendo con una amiga a verificarlo: los encontramos trabajando cómodamente en un cibercafé, con su cafecito al lado, la comida la habían rechazado porque “venían muy llenos’, y posteriormente se les dio alojamiento para pasar la noche.
Los maestros, sabedores de cómo se las gastan estos medios de desinformación, los grabaron en video, que ya circuló públicamente, poniendo en claro la negociación. El reportero quiso maniobrar, diciendo a su jefe, vía celular, que la noticia iba a salir ‘a favor de ellos’, mostrando que en efecto estamos en bandos opuestos, pero la misma gente le recalcó que no sería así, que queríamos que se publicara la verdad. Al parecer el programa Hechos no sacó nada, como era de esperarse.”
“Después del ataque, a organizarnos como un pueblo nuevo”
Tras la masacre, el presidente municipal no volvió. Es señalado por el pueblo como uno de los responsables del asesinato de manifestantes. De sus familiares, sus amigos, sus vecinos.
El miedo, la indignación, el coraje, el descubrimiento de una fuerza nueva que no sabían que tenían. Se suceden las palabras de Itayetzi “Acontecimientos tan duros como el que vivimos, seguro que cambia la actitud de la gente. Primero a la defensiva, la organización espontánea para resistir en la “línea de combate” y socorriendo a los heridos, haciendo comida y repartiéndola, comprando cuetes y distribuyéndolos, hubo quien se llevó a un grupo de niños hasta un pueblo cercano, Sinaxtla, para brindarles protección evadiendo a los federales que intentaron usarlos como rehenes, y se iban integrando comisiones de información y seguridad.
Desde el sábado por la tarde quedó cerrado el palacio municipal, Daniel Cuevas se dio a la fuga, también se retiraron la policía municipal y la de tránsito. De ésta aparecieron dos elementos un par de días después, pero fueron corridos al grito de ¡asesinos! por el pueblo.
Fue hasta el día 23 que se organizó una primera Asamblea General, para darle formalidad a algunas tareas que se vienen organizando. Aparte de la comisión que fue a la capital del país a entrevistarse con Gobernación, hay una comisión aún no bien definida pero que se encargaría de llevar al Congreso estatal el reclamo del pueblo, con las firmas de todos, exigiendo la renuncia del Presidente Municipal y su Cabildo. Exigiendo además que se eliminen los recursos estatales asignados a ellos y que estos pasen a manos del pueblo.
También se entrevistaron con el encargado de Salud Estatal, para notificarle que no querían que volviera el personal que les dio la espalda porque habían traicionado al pueblo y que los reemplazara. El viernes 1 de julio, hicieron un acto para dar cuenta de las actividades realizadas. Algo que nunca se había hecho bajo los gobiernos del PRI.”
Paramos el relato. Queremos entender, dimensionar cómo se organiza el pueblo de Nochixtlán. Con paciencia, Itayetzi nos explica
“Se eligieron inicialmente dos representantes por cada uno de los cuatro barrios del pueblo -el día 24 se realizó una asamblea por barrio-, a los cuales se han ido integrando más personas para ir llevando a cabo las tareas más apremiantes: garantizar la recuperación de los heridos y su seguridad. La lista de aproximadamente 150 es reservada y los caídos suman ocho.”
El dolor por los caídos rueda, pesado, sin lágrimas. “En los primeros momentos de esta nueva situación, al ver el cadáver de uno de los caídos y el recorrido de entrada y salida muchos pobladores se dieron cuenta de que les habían disparado desde lo alto y así, muy indignados, fueron a revisar los dos hoteles que están por el lugar donde silbaron las balas. En uno, el dueño los dejó pasar. No tenía nada que ocultar. Pero al ir a averiguar al otro hotel, el Juquilita, lo encontraron cerrado y lo incendiaron. Se habían enterado que allí había estado un contingente de policías federales que fueron llegando semi-escondidos en los “taxis azules” que regentea el PRI. También incendiaron el rancho del presidente municipal al generalizarse la noticia de que ahí había pernoctado la Policía Federal.”
La lucha sigue
La lucha contra la reforma educativa continúa. Nos dice Itayetzi “Hay que seguir organizando el apoyo a los maestros y no sólo Nochixtlán asume esta tarea, representantes de otros pueblos cercanos están llegando para sumarse. Tal vez aún no estamos bien conscientes de cómo somos ahora actores de nuestra propia historia, muchos hacemos las cosas y en la cabeza todavía tenemos la idea de que algún presidente municipal vendrá con todo y su cabildo. Pero, ¡ya estamos comenzando a hacer sus tareas! Ojalá pronto nos demos cuenta que no los necesitamos a ellos ni sus partidos”. Claro: porque no son parte del pueblo trabajador.
La hora de la sonrisa y el orgullo de la experiencia vivida asoman en la voz de Itayetzi “¿Y si regresaran?, los enjuiciaremos y castigaremos nos dirá cualquiera de nuestros vecinos. Hoy mismo, se demanda la renuncia de Daniel Cuevas. Y que los fondos que recibe el municipio por parte del gobierno estatal y su salario, y el de los que integran el Cabildo, pase a manos de la asamblea de Nochixtlán. Ese dinero es del pueblo y se necesita para pagar los salarios de los trabajadores, para garantizar los servicios básicos, y que maestros y pobladores que los apoyan cuenten con todo lo que necesitan.
La exigencia entre los pobladores de que todas las casas del presidente le sean expropiadas en provecho de la comunidad…imaginémosla a nivel de todo el país: es como si todos exigiéramos ¡que Enrique Peña Nieto sea expropiado de ‘su’ Casa Blanca!”.
Algo nuevo está pasando. En Nochixtlán el pueblo está tomando en sus manos su destino. Buscan cómo atender a sus heridos, a las familias de los caídos, garantizar la seguridad del pueblo, sumar fuerzas a la lucha contra la reforma educativa y por justicia para los manifestantes asesinados. Están dando pasos hacia gobernarse a sí mismos.
Una luz se ha encendido en la Sierra Mixteca. Que Nochixtlán, y todos los que luchan en el país, nos sigan dando muchas lecciones como las que acabamos de presenciar, imprescindibles para derrotar los planes de los poderosos, de los gobiernos al servicio de las grandes trasnacionales y de las mineras extranjeras, que medran por todo Oaxaca y el resto del país.
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