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La Izquierda Diario
10 de julio de 2016 Twitter Faceboock

Entrevista
Erotismo y pornografía, de Carlos Barzani: la exploración de los placeres

Un nuevo libro de la Editorial Topía acaba de publicarse. Carlos Barzani, psicoanalista y miembro de la editorial, es autor y compilador de Erotismo y Pornografía. Un diálogo entre distintas miradas sobre el tema.

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Entrevista realizada por: Rosa D’Alesio, Lucía Simone y Tomás Máscolo

Fotografía y video: Clara Liz y Lucía Simone

En esta entrevista Barzani nos cuenta por qué decidió compilar este libro, si considera que hay diferencias entre el erotismo y la pornografía.

¿Cómo y por qué elegiste a estos autores para compilar el libro, Erotismo y Pornografía?

Quería hacer dialogar distintas posturas, y con las cuales no coincido con todas. Incluso, algunos artículos se contraponen entre sí. Quería lograr esto para que el lector pueda subjetivar, construir la propia, a partir de leer las distintas posiciones respecto del tema, abordados desde la sociología, la filosofía, el psicoanálisis. En los textos también se pueden encontrar argumentos de las feministas abolicionistas y de las prosex. De Raquel Osborne me interesó su participación porque tiene una perspectiva interaccionista y un libro previo que podríamos categorizar como un clásico, La construcción sexual de la realidad. Michela Marzano tiene una postura –si se quiere– más clásica en cuanto a ubicar la pornografía como negación y anulación de la sexualidad, ya que para ella más que producir deseo, lo que genera es simple placer orgánico despojado de subjetividad. Jorge Leite Junior ha investigado lo que se ha dado en llamar pornografía bizarra, en articulación con el negocio del porno. Y de Irene Meler me pareció muy interesante por su mirada, que entrecruza la praxis psicoanalítica con la perspectiva de género y además porque polemiza con Paul Preciado.

¿Cómo define el psicoanálisis el erotismo y la pornografía?

Entre los psicoanalistas hay distintas líneas teóricas y, por lo tanto, lo definen según esa mirada. En particular, muchos toman la pornografía como un discurso de objeto parcial, que tiene que ver con esto de hacer tomas de pedazos de cuerpos: culos, tetas, penes. Mientras que el erotismo tendría que ver más con el narcisismo, con la unidad. Y la pornografía con lo pulsional.
Para mí, que algo sea pornográfico o erótico, tiene más que ver con cada sujeto. Raquel Osborne dice, “lo que yo hago es erótico, lo que vos haces es pornográfico”. Tomando esto de la mirada, o la lectura que puede hacer cada uno sobre una película o una actividad sexual. Para alguien una escena o actividad puede resultar displacentera y para otra persona puede ser muy excitante y hasta subjetivante. Por ejemplo, en los ‘80 para un varón gay en proceso de asumir su identidad sexual, ver una película porno donde tuviera lugar una relación sexual entre dos hombres podía resultar muy liberador en un entorno donde esto era denostado. Por otro lado, desde una mirada que involucre el sentido común imperante en nuestra sociedad –que es heteronormativa– las prácticas que no son las típicas, serían perversiones. Hasta no hace mucho tiempo, para determinados psicoanalistas no tener relaciones con el fin de la penetración genital era considerado algo problemático. En la facultad me peleaba mucho con las materias que transmitían estas teorías. Era increíble que psicoanalistas dijeran esto, cuando ya Freud lo cuestionó en 1905.

También hay quienes definen que la estimulación de cualquier zona erógena que no sea genital o anal, es solo el acto previo para arribar a la verdadera sexualidad, que sería la genital. ¿Qué opinás de esto?

Freud trae justamente esto, que cualquier parte del cuerpo puede ser una zona erógena. Pero él está atravesado por el patriarcado, el victorianismo, entonces también decía que no es perversión si se trata del placer previo, pero si se queda solo en eso, le faltaría la consumación en el acto sexual genital “normal” y entonces sería una “detención en el desarrollo”. Dice las dos cosas, con el paso del tiempo uno se queda con la parte más revolucionaria, donde hizo estallar la sexualidad de principios del siglo XX. Sobre esto, en el artículo que escribo para el libro planteo que a cada cual le puede excitar más una zona que otra, y todas son válidas. Siempre y cuando al partenaire no lo trate como un objeto, como una cosa. Incluso te podes calentar con un susurro.

Para algunos psicoanalistas los homosexuales se habrían quedado fijados a una zona, la anal ¿qué opinas de esto?

Sobre todo en los psicoanalistas evolutivistas que toman las fases: oral, anal, fálica y genital, como todo un proceso de maduración que uno tenía que seguir para llegar a una sexualidad, supuestamente normal. Para ellos el placer anal significaba quedarse fijado a esa fase anal, y por lo tanto, inmaduro. Pero hay otras lecturas. Esas son fases en la niñez que uno va atravesando, que dejan marcas. Y no porque uno crezca va a dejar esas zonas de placer, y no por esto son inmaduros. En todo caso, esas diversas formas de placer se van resignificando. Son las diferentes variantes de la sexualidad.

¿Cómo definirías la diferencia entre pornografía y el posporno?

La pornografía, cuando surge es algo trasgresor, criticaba la hipocresía burguesa. Pero como todo, el capitalismo lo fagocita. Al cooptarlo lo transforma en la ideología dominante, heterosexista y patriarcal. Calienta a determinada gente, que por lo general es al varón heterosexual. Lo que se propone el posporno es plantear nuevas versiones. Lo que para mí está buenísimo, tanto del posporno como del porno para las mujeres, es que presentan versiones alternativas a las clásicas. Si no es como si todos tuviéramos que calentarnos con lo mismo, una mujer con tetas gigantes, y un hombre en posición de dominio. La idea del posporno es cuestionar eso, sin prohibirla. Esta es la contrapartida a quienes están a favor de censurar. Empezás censurando el porno, y no sabes que terminás censurando. Yo lo que cuestiono es si todas las intervenciones son útiles para este cambio de paradigma. El posporno que se realizó en sociales, muchos lo usaron para hacer amarillismo.
Sobre esta discusión, en tu artículo vos citas el planteo que Judith Butler hace con respecto al riesgo que se corre en que una práctica pueda ser algo disruptivo para después caer en lo asimilable por la cultura dominante

¿Pensás que hay posibilidades de no caer en lo dominante?

Creo que la forma de no caer en lo dominante es el pensamiento crítico. El capitalismo tiene la capacidad de cooptar todo lo revolucionario y convertirlo en algo vendible. En este sentido, la idea de escribir sobre estos temas es generar debate y pensamiento crítico. El posporno también puede convertirse en algo fashion o también en un nuevo “modelo” a seguir, generando nuevos ideales de sexualidad. Y la realidad es que los ideales –en tanto modelos “correctos” a seguir– suelen homogeneizar y aplastar la diversidad.

Acerca de la pospornografía, ¿vos pensás que se trata de disidencia sexual o pornografía cool?

En el libro lo formulo como pregunta y no lo respondo adrede, porque la idea era plantear preguntas, dudas y cuestionamientos como para que cada uno pueda cuestionarse y pensar que opina al respecto.
No se trata solo de criticar lo tradicional sino ver de qué otra forma podríamos gozar.

¿Cómo pensás que puede ser el erotismo de mañana a partir de la pornografía de hoy?

Hay una película que fue muy taquillera y que tiene varios libros, Las 50 sombras de Gray. Yo creo que cinco años atrás, diez como mucho, era imposible una película que planteara el tema del sadomasoquismo de esa manera. Aunque tengo una crítica sobre la película, porque mantiene los roles tradicionales, el amo es el tipo y la mujer la inexperta. Cuando la realidad del sadomasoquismo es que los roles no son fijos, acá en la película se mantiene este rol patriarcal. El patriarca es el que domina. En lo que hace si se quiere a incorporar el tema de la sexualidad DSM en una película taquillera era impensable hace 10 años atrás.

A veces, la mirada de Paul Preciado o de algunas personas que se reivindican Queer, construyen un ideal opuesto a la norma heterosexual, pero que llevan a un nuevo ideal, como que todo el tiempo tenés que producir otra sexualidad, producir nuevas sexualidades a partir de la modificación del cuerpo, ¿qué opinas de esto?

Explorar nuevos placeres, y no quedarse solo con los placeres típicos, no significa descartarlos. Lo que a mí me hace ruido es cuando se convierte en otro mandato, en otra norma para gozar.

El negocio de la pornografía ¿es la mercantilización de la fantasía?

La pornografía comercia con nuestro deseo. Incluso el mercado va a fagocitar la pospornografía, porque si empiezan a ver que el posporno es un negocio van a tratar de fagocitarlo también. Si vende y pueden hacer comercio lo van a hacer.

 
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