Ayer se conoció la triste noticia. Se fue Enrique Fukman, sobreviviente de la ESMA y referente del Encuentro Memoria Verdad y Justicia. Hoy será velado en Loyola 1139, Ciudad de Buenos Aires.
Todo el día de ayer estuvo cruzado por la tristeza. Llegaban mensajes, mails, las redes sociales se cargaban de condolencias y dolor. Llamados doloridos, recuerdos.
Es que se fue Cachito Fukman. Murió así de golpe, con 59 años. Él, que sobrevivió a la tortura, al cautiverio y la desaparición en la ESMA se fue antes que muchos milicos. Y sin despedidas. Esas paradojas tan de la vida que hielan y dejan una bronca que saca las lágrimas aunque se intente resistir.
Cachito es, como dijeron muchos, uno de los imprescindibles. Un tipo incondicional, que aunque se hubiera discutido con él a los gritos el día anterior, al siguiente estaba codo a codo en un corte o una marcha o una conferencia de prensa. Donde fuera, siempre.
Militante de Montoneros en los 70, el 18 de noviembre de 1978 fue secuestrado y llevado a la ESMA. Allí fue duramente torturado. En febrero de 1980 lo liberaron. Fue testigo del Juicio a las Juntas en 1985 y en los tres juicios sobre los crímenes en la ESMA, luego de la reapertura de los juicios en 2004.
Junto a varios sobrevivientes como Adriana Calvo o el “Sueco” Lordkipanidse vieron la necesidad no sólo de juntarse sino de organizarse desde esa particularidad, “haber sobrevivido” y querer seguir luchando contra la impunidad y la represión, tomando como batalla central en ese momento el juicio y castigo a los genocidas.
Los Ex Detenidos Desaparecidos dieron una dura batalla política e ideológica contra la estigmatización que significaba sobrevivir al presunto “por algo fue”, plantándose contra el Estado y las Fuerzas Armadas, únicos responsables de la vida y de la muerte dentro de los siniestros centros clandestinos de detención. Sobrevivieron para seguir luchando, como él mismo decía.
Fue testigo en el Juicio a las Juntas en 1985, atestiguó en 1997 ante el juez Baltazar Garzón y fue querellante en la causa contra Ricardo Miguel Cavallo en España. Jugó un rol clave como testigo y querellante, siempre como luchador denunciando sistemáticamente en la cara misma de sus torturadores, las atrocidades cometidas por los genocidas.
Años después fue parte activa de la lucha docente y participó de la Carpa Blanca, en 1997, durante el final del menemismo.
Un tipo intransigente, que a pesar de los grandes intentos del Estado por cooptar y quitarle la independencia a los organismos de derechos humanos, desde el gobierno de Alfonsín hasta hoy, se mantuvo manteniendo los principios de independencia política y de lucha.
Fue uno de los impulsores del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia que organiza las marchas y actos cada 24 de marzo, un conjunto de organismos y organizaciones políticas independientes de los gobiernos y el Estado.
De ahora en más ningún 24 de marzo será lo mismo sin Cachito. Gran organizador y articulador político en el marco de las muchas diferencias políticas que surgen siempre.
Con esas diferencias se convivía y se enriquecía la lucha política. Durante el kirchnerismo siempre estuvo junto a un gran grupo de sobrevivientes y organismo denunciando el doble discurso oficial, denunciando la represión que muchísimos callaban y denunciando el espionaje ilegal del Proyecto X, de la Policía Federal, de la ex SIDE y de Milani.
Estuvo al frente de la lucha por la aparición de Jorge Julio López, de cuya desaparición se cumplirán diez años el 18 de septiembre. El año pasado, en el noveno aniversario, fue parte de la Audiencia Pública en el Congreso Nacional en la que se reclamó la urgente apertura de los archivos y la diputada Myriam Bregman presentó un proyecto de ley en ese sentido. Pocos días antes, Cachito había sufrido un accidente automovilístico mientras trabajaba. Pero nada le impedía estar en el lugar “que debía estar”.
La denuncia del Proyecto X que encabezó nuestra compañera Myriam Bregman lo tuvo a Cachito como uno de los principales impulsores.
Es imposible dar cuenta en un artículo de todas las luchas de las que fue parte. Se trata de un recorte, arbitrario seguro, pasado por el tamiz de las luchas que encontraron a Cachito al lado de quienes integran, como quien escribe, el Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CeProDH) y el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS).
Así es que en primera fila estuvo contra la represión durante el conflicto de los despedidos de Lear, como lo estuvo la Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora Elia Espen. No era fácil estar ahí a riesgo de soportar los palos y los gases de Sergio Berni y el gobierno de Cristina Fernández.
Denunció la represión y al genocida César Milani. No dudó en viajar a cualquier punto del país a defender a compañeros detenidos o en lucha. Recientemente viajó a Tierra del Fuego junto a Alejandrina Barry, Nora Cortiñas, Elia Espen y otras personalidades de organismos de derechos humanos. Unos días antes estuvo también en Jujuy, donde compartió el viaje el compañero del CeProDH Matías Aufieri.
El repudio a la criminalización de la protesta social era una de sus obsesiones. Así fue que encabezó el enfrentamiento al Protocolo represivo de Patricia Bullrich y el macrismo.
En la pelea por encarcelar a los civiles de la dictadura, acompañó a Alejandrina Barry en su causa contra Editorial Atlántida.
Se acercó cuando falleció el compañero Leo Norniella, trabajador de PepsiCo y dirigente de base del gremio de la alimentación. Su joven muerte lo conmovió y no dudó en acompañar al PTS en ese momento doloroso.
Un documental lo tiene entre sus protagonistas: Esma. Memorias de la resistencia, del Grupo Boedo Films y ContraImagen, donde relató su cruda experiencia en cautiverio, junto a testimonios de otros de los sobrevivientes.
Y si se habla de ESMA, fue junto a la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos y el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, un acérrimo opositor a la creación de un museo donde había funcionado uno de los más terribles centros de tortura y exterminio.
Hoy será otro día triste, de recuerdos y conmemoración. Hoy se lo va a velar y despedir hasta siempre. Y con la promesa de no bajar los brazos ni un momento, ahora menos que nunca ya que hay que enfrentar a un gobierno que quiere volver con los genocidas desfilando y reconciliar a la población trabajadora con los torturadores y los asesinos de los 30.000 compañeros detenidos desaparecidos.
Quien escribe va a retener por siempre en sus oídos el saludo cariñoso: “¿Cómo andás, Pagés Larraya?”, en referencia al "doble" apellido de mis dos hermanos desaparecidos, en una sutil y linda chicana por su pasado común en Montoneros.
Hoy será un día de duelo. Pero con la inmensa alegría de haberlo conocido y compartido grandes momentos.
Los restos de Cachito Fukman serán velados desde las 16 horas en Loyola 1139, Ciudad de Buenos Aires.