Fue un día especial. El sábado 16 de julio los niños del merendero Luz Clarita del barrio Cri Cri de Garín en el cual vivimos varios trabajadores de la cooperativa visitaron nuestra fábrica. Mientras esos 24 pares de ojitos desbordaban de alegría con sólo cruzar con sólo cruzar puertas adentro de la juegoteca y la sonrisa se les dibujada grande en la cara a medida que avanza, vamos por el enorme pasillo que conecta un sector de la producción con el otro, nuestras piernas se aflojaban frente a tal gesto de solidaridad expresado en todo momento por parte de las docentes y los niños que nos hicieron saber desde un primer momento que particularmente esta visita nos iba a llenar de fortaleza para seguir adelante.
Comenzamos la recorrida por la fábrica. Empezando por las máquinas les contamos como funcionaban y se coordinaban para armar las revistas desde el principio hasta el final. No faltaban las miradas cómplices ni las conjeturas que los niños hacían por debajo mientras escuchaban con atención la explicación de los obreros. Sus ojitos destilaron un brillo particular por la ansiedad de tener una visión 180 grados que les permitió entender la Inmensidad de la fábrica. No hay palabras para expresar la magia que sucedió cuando les contamos que esta fábrica la recuperamos los trabajadores para ponerla al servicio de la comunidad y que ellos pueden volver a visitarla cuando quisieran. Con gran respeto y una mezcla de distintas emociones reflejadas en los gestos y sus caras se llamaron a silencio cuando de igual manera que lo hicimos con nuestros hijos 2 años atrás les contamos que nuestra lucha es por defender lo que hay detrás de cada trabajador que son nuestras familias. A pesar de su corta edad y sin salir de su asombro demostraron comprender profundamente en nuestras palabras y nos lo demostraron un rato más tarde.
La recorrida contemplaba en su programa una merienda en el comedor de los trabajadores sostenida con el fondo de lucha de la Comisión de Mujeres. Nuestros compañeros varones se adelantaron al final de la recorrida de la planta para recibirnos contentos en el comedor donde nos esperaban con las jarras de chocolatada caliente en mano y la mesa armada con alfajores para hacer de esta merienda un gran momento de enseñanza que los niños grabaron para siempre en nuestros corazones. La leche ya estaba servida en las tazas, los niños sentados en la mesa y las docentes no tardaron en agradecer que se les haya abierto las puertas de Madygraf y con el orgullo de quién te estrecha la mano para siempre nos nombraron padrinos de corazón del merendero. Eso nos hizo sentir más grandes y más fuertes para seguir luchando por nuestros derechos.
Esto y el caluroso abrazo del final con el que los niños cerraron la jornada antes de disfrutar de las revistas y de mostrarnos sus primeros bigotes de leche llamándose a una oración para dar las gracias por la fábrica, los trabajadores, la merienda y porque no nos falte el trabajo fue sin duda un profundo abrazo de clase que nos dejaron los grandes niños del merendero Luz Clarita. ¡Vaya que vale seguir! Por ellos!¡ Por los niños de Madygraf y por todos los niños del mundo! | 
