Dice el semanario que las economías de Estados Unidos e Inglaterra, podrían estar llegando al fin del largo camino que las está conduciendo por fuera del peligro. Por un lado, la tasa de desempleo estadounidense cayó por debajo del 6% en Septiembre pasado. Por el otro, la economía de Inglaterra -donde la producción del año subía un 3,2% hasta Junio, está creciendo más rápido que la economía de cualquier otro país grande y rico. Hasta Junio la producción subía a un ritmo del 3,2% anual. A esto se suma, que los funcionarios de los Bancos Centrales están contando los días que faltan para poder subir finalmente las tasas de interés.
Sin embargo, como también señala el semanario, prácticamente en todas partes las noticias son desalentadoras y continúan empeorando. La zona euro, la segunda área económica en importancia del mundo, parece estar cayendo de nuevo en una recesión abierta, luego de una débil recuperación, empujada por el frenazo de Alemania. Sorprendentemente, las débiles cifras de producción y exportación industriales implican que el PIB de Alemania es probable que se contraiga por segundo trimestre consecutivo, y esto se conoce popularmente por la definición de recesión.
Japón, la tercera economía mundial, y como también indica The Economist, puede estar al borde de una recesión ya que el aumento de impuestos al consumo en el mes de Abril está dañando al gasto más de lo previsto. Las economías de Rusia y de Brasil ya están estancadas. Incluso en China que sigue creciendo a un nivel sospechosamente suave, hay fuertes preocupaciones sobre la quiebra inmobiliaria, la burbuja crediticia y una caída en la productividad.
Con estos desequilibrios, y como también afirma el semanario, es poco probable que la economía mundial, se mantenga estable. O bien la debilidad fuera del mundo anglosajón demuestra ser temporaria o terminará asustando a los mercados financieros, lo que oscurecerá las perspectivas económicas en todas partes del globo.
Aun así, según el semanario, la opinión convencional es que el crecimiento global se fortalecerá en 2015, logrando que el impulso económico de EEUU saque a flote a otros países, y la reciente debilidad se vuelva temporal (para una crítica a esta opinión ver en este diario Los tiempos de la economía y la política). En esta sintonía, el FMI –aunque recortó los pronósticos- estima que el crecimiento mundial se elevará un 3,8% en el próximo año.
Sin embargo, The Economist, está más preocupado por dos cuestiones importantes. Primero, la debilidad de hoy, especialmente en la zona euro, podría durar más de lo que los inversores esperan; y segundo, el crecimiento desequilibrado podría alimentar en sí mismo cambios desestabilizadores, particularmente en el dólar.
Temen lo peor
La zona euro está en un problema mayor que el que sugieren las cifras oficiales debido a que su crecimiento durante mucho tiempo ha sido sobreestimado por un sólo país, Alemania. Mientras, Italia estuvo en recesión por dos años consecutivos y la economía de Francia estuvo estancada por meses. Ahora que Alemania está en problemas, las chances para que suceda un espiral deflacionario al estilo de Japón, han aumentado bruscamente. A este escenario sombrío, advierte The Economist, se suma que los políticos alemanes permanecen tercamente en contra a los estímulos que la zona euro necesita. A pesar de que su propia economía se ha estancado, ellos están decididos a equilibrar el presupuesto en 2015. Quieren forzar a Francia a reducir su déficit, muestran poco interés en un esquema de inversión amplio en la zona euro, cuestión que explica por qué el BCE va tan despacio con el esquema de compra de bonos para hacer frente a la deflación.
The Economist recomienda una salida descoordinada a los problemas de la economía mundial. Sugiere que la receta para los “débiles” es simple: curarse ellos mismos. En lugar de esperar que Estados Unidos resuelva sus problemas, los rezagados deberían tratar la reciente avalancha de malas noticias como una llamada de atención. El BCE debería comenzar la compra de bonos de inmediato. El gobierno japonés debe demorar el aumento en el impuesto al consumo hasta que la economía se recupere. Los países que pueden afrontarlo, especialmente Alemania, deben invertir en infraestructura.
Incluso Estados Unidos e Inglaterra deben tener cuidado, especialmente con respecto a un posible endurecimiento demasiado rápido de la política monetaria. Hay muchas cosas que podrían salir mal, y no querrán ser arrastrados hacia ese bosque de nuevo. |