El segundo semestre al final eran “los padres”, no llegó la recuperación que prometía el Gobierno, no llegó la baja de inflación. Al contrario, el Banco Central tuvo que salir a admitir que el aumento de tarifas había generado efectos de segunda ronda, aumentando la inflación núcleo independientemente de lo que pasa con la inflación en general. Esto es una grave derrota para el equipo económico en general y especialmente para el pronóstico que había hecho Alfonso Prat-Gay.
La inflación núcleo de junio, sin contar aumentos de tarifas y aumentos de productos estacionales, fue mayor que la de mayo, y a su vez la inflación núcleo de mayo había sido mayor que la de abril, tanto en las mediciones para Ciudad de Buenos Aires como para las distintas provincias por las que se está rigiendo el Banco Central. Así la dinámica inflacionaria del año ya inevitablemente va a llevar a que tengamos el año de mayor aumento de precios desde 1991, es decir, superior a los dos últimos picos devaluatorios que fueron los de 2002 y 2014.
En cuanto a la actividad, el propio INDEC reconoció una caída fuerte en el primer trimestre que no se condice para nada con el número de empleo que también difundió este organismo, con lo cual da para sospechar nuevamente de las estadísticas, aunque no al nivel del dibujo de Guillermo Moreno, pero sí es evidente que hay una discrepancia entre lo que informan en cuanto a creación de empleo, 1,3 % registrado, y lo que cae el producto, 0,5 % en el primer trimestre.
Creo que la única tabla de salvación que encontró el Gobierno fue no ajustar más el gasto, y por eso el año va a cerrar con una caída aproximadamente del 2 %, y sumando que el arrastre estadístico ya complica el 2017, se pone en duda la recuperación del 3 o 4 por ciento que vaticinó Macri esta semana.
El consumo está por el suelo, el gobierno nunca pensó que su shock de despidos en el Estado y la devaluación combinada con el aumento de tarifas iba a generar una caída en el consumo semejante, que como efecto logró amedrentar a todos los consumidores y ponerlos en guardia ante la perspectiva de pérdida del empleo. Teniendo en cuenta que el consumo representa casi dos terceras partes de la demanda agregada, no hay inversión que pueda compensar esto el año que viene.
Si tuviera que hacer un pronóstico diría que la única forma de generar un rebote en la primera mitad de 2017 sería con un plan de obra pública muy pero muy ambicioso apalancado en deuda pública, creo que ese es el camino, el sendero al cual se dirigen. De esta forma el plan de shock neoliberal inicial dio paso a un plan intrascendente de “siga, siga”: con más deuda, menos salario real y más ganancias para las principales empresas, especialmente los sectores multinacionales. Pero sin el ajuste fiscal que querían hacer para intentar bajar la inflación y generar el rebote en la inversión el año que viene.
Es una economía que no encuentra locomotora, y esa locomotora difícilmente vaya a ser la inversión extranjera, porque la inversión extranjera va a llegar a nichos muy específicos con poco potencial de creación de empleos. Además, en principio empieza a surgir la duda entre los inversores en relación a Macri y la posibilidad de conseguir un segundo mandato o no. Si no consigue un segundo mandato lo que habrá será blanqueo de fortunas, bicicletas financiera, llegada de capitales golondrina, pero no un proceso inversor que le permita al macrismo generar ese “veranito económico” que necesitan para ganar la elección del año que viene o por lo menos salir parados decorosamente y no enfrentar una segunda mitad del mandato complicada. |