Foto: EFE/Timm Schamberger
El pasado lunes 18 tuvo lugar el ataque con hacha en un tren en las cercanías de Würzburg. Luego la horrible masacre, que dejó diez muertos y decena de heridos en la tarde del viernes en Múnich. Ahora, un atacante que se estalló en Ansbach.
Según los últimos datos, un hombre de 27 años ha muerto este domingo al hacer estallar los explosivos que llevaba en su mochila. Esta acción provocó heridas a 12 personas, tres de ellas graves, en el centro de Ansbach. La explosión se produjo a las diez de la noche cuando la zona se encontraba llena de gente debido a la celebración de un festival de música.
La policía informó que al hombre, un refugiado sirio que arribó a Alemania hace dos años, se le habría denegado el pedido de asilo y estaba por ser deportado a Bulgaria. Joachim Hermann (CSU), ministro de interior de Baviera, anunció en conferencia de prensa que "en el teléfono móvil del hombre se encontró un vídeo con una amenaza en árabe en la que, según una traducción provisional, anuncia un atentado contra Alemania en nombre del Islam". Luego, la agencia de noticias Amaq, vinculada al yihadismo, afirmó que el Estado Islámico (ISIS) reconocía como propio el atentado y señaló que el atacante había seguido el llamado del grupo a atentar contra países de la coalición que combaten a ISIS. Asimismo, Hermann hizo mención a que el atacante había intentado suicidarse dos veces y había estado internado en un centro psiquiátrico.
A decir verdad, el ministro de interior federado había brindado ya previamente conjeturas y valoraciones personales sobre el ataque como un “atentado islamista” aún por la noche, cuando la Fiscalía General llamaba a aguardar las investigaciones en curso.
El político del CSU -aliado de la Canciller Merkel- exigió en cada entrevista que brindó desde la noche del domingo un endurecimiento de las penas y del derecho de asilo. “Debemos dejar algo claro: todos deben aceptar el orden de este país. Quién cruce ese umbral, debe dejar el país”, afirmó entre otras cosas.
Al mismo tiempo, desde la masacre del viernes en Múnich, han retomado el debate sobre el empleo de las fuerzas armadas en cuestiones internas. Durante el fin de semana se ha dado a conocer que el Regimiento 3 de la Infantería se encontraba preparado para salir de cuartel, aunque constitucionalmente esta acción es altamente controvertida. La ministra federal de Defensa, Von der Leyen (CDU), propuso recientemente una modificación constitucional para facilitar el empleo las fuerzas armadas en cuestiones domésticas.
Sin embargo, el ejemplo de Francia muestra que el endurecimiento represivo no impide nuevos ataques. El trágico atentado de Niza es muestra de eso. Por el contrario, el estado de emergencia que rige desde hace casi nueve meses facilita el empleo de las fuerzas armadas en los arrestos y las requisas domiciliaria; por sobre todo esta represión va dirigida contra los movimientos sociales y refuerza la opresión racista.
La explosión de Ansbach tendrá un efecto semejante, más aún al comprobarse su trasfondo en el extremismo islámico -aunque si no lo hubiese tenido también-, y crecerá la campaña de difamación contra los refugiados. Musulmanes, refugiados, gente de color, todos serán sospechoso.
¿Qué es lo que llevó al autor del atentado a detonar su carga explosiva? No lo sabemos. No le interesará a nadie si el hombre presumiblemente padecía trastornos postraumáticos. Tampoco se debatirá sobre sus sus condiciones de vida extremadamente inseguras desde hace un año. Se extinguirán, sin ser oídas, las circunstancias racistas en Alemania, que podrían ser catalizadores de una posible radicalización. Tan solo la palabra islamismo bastará para brotar el pánico, empeorar el ambiente racista y justificar el armamento interno. | 
