Más de ocho años tuvieron que pasar para que la justicia, la de ellos, nos tuviera que reconocer que en Mafissa los despidos fueron discriminatorios.
Esa justicia que espía con un ojo para ver de qué clase es el que tiene que juzgar, hoy nos da la razón.
No hacía falta mirar con tanta certeza para ver que los despidos en Mafissa eran por destruir la enorme organización que habíamos conseguido con una nueva generación de jóvenes trabajadores que no estaban dispuestos al atropello patronal ni a dejar en las manos de los delegados traidores su destino, jóvenes que estaban dispuestos a tomar las mejores experiencias de su clase como la de los obreros de Zanon o los del Astilleros Río Santiago por nombrar algunas Solo había que revisar la historia para darse cuenta de que Mafissa ex Petroquímica Sudamericana a lo largo de su historia había actuado de la misma manera. Solo había que abrir los ojos para ver que en esa fábrica manchada con la sangre de los 16 desparecidos antes y durante la dictadura no se podía esperar otra cosa que despidos y represión.
Ni bien se conoció el fallo no se hicieron esperar los mensajes de alegría no sólo por lo que significa la sentencia sino por el sabor a revancha, esa revancha a que te reconozcan, que si sos un activista y que llevaste tus ideas y tus convicciones hasta el final que ni la represión ni la cárcel te pudieron sacar. Como dijo Rolo aquella noche pintada de luces azules con perros que merodeaban la cerca “Nos pueden reprimir, desalojar, encarcelar... pero las ideas no, las ideas no se matan”. Está sentencia contra la textil Mafissa que sienta el primer precedente en la ciudad de La Plata es producto del gran trabajo de los abogados de los trabajadores el CeProDH.
Marcos activista de fábrica es parte de ese sindicalismo de base que dio sus primeros pasos en el 2006 dejando lecciones de lucha para las próximas generaciones que seguramente tomarán en sus manos para recuperar sus organizaciones obreras. |