Es en verdad difícil escribir sobre una figura de la talla de Aristóteles. Sabemos por Marx que su principal límite es haber asumido la esclavitud como natural, y fundar sobre ello toda su interpretación de la realidad política, social e histórica... pero sin embargo qué manera de equivocarse.
A pesar de ampararse en la esclavitud, vemos como se desarrolla en su famoso texto, La Política la noción de praxis. La praxis, la actividad política de un individuo en su comunidad, una actividad que se encarga de tratar los temas de toda la comunidad, una idea tan cara para el marxismo, tiene su origen en Aristóteles. Del estagirita sabemos que la acumulación de dinero es antinatural, y sabemos que hay objetos para el consumo y objetos para producir objetos de consumo. Medios de producción les dice Marx a los últimos y valor de uso una idea que se despliega de los primeros.
Pero como punta del iceberg, praxis, bien de uso y medio de producción, son sólo unos de los aportes de este gigante. De la biología a la astronomía, de la reflexión estética a la moral, es como si Aristóteles fuese el sótano de la racionalidad occidental moderna, misma que no sólo tiene como nave insignia la lógica silogística, pero que llega incluso en los Tópicos al primer tratado de dialéctica que ha conocido la filosofía occidental, mismo donde la dialéctica es el tipo de razonamiento que versa sobre lo que es plausible y por tanto se adentra en las opiniones que tienen todos o la mayoría sobre temas que van desde la ciencia hasta la técnica.
Adentrarse en, por ejemplo, su Física es entrar en las catacumbas de la ciencia moderna. Mucho se habla de lo “pasado” del texto frente a los problemas actuales de la física, pero sin embargo la reflexión aristótelica marca límites conceptuales demasiado precisos como para asumir la completa vacuidad de sus textos... ¿Qué es el infinito? ¿Cómo lo pensamos? ¿Cómo hablamos de algo que manifiestamente no experimentamos por los sentidos? En biología, Darwin compara a Aristóteles con Linneo. El primero como un maestro, el segundo un niño de kinder... Su lógica llega más o menos intacta hasta el siglo XIX, y apenas tres siglos antes empezaba la crítica a su cosmología.
Aristóteles ha sido, sin duda alguna, el Alejandro Magno del pensamiento, como dice Marx. Conquistó una cantidad de terreno inhóspito frente al cual empalidecen todas las filosofías de moda. Fue tan vasto su imperio que para su caída fue necesaria la movilización de los más grandes espíritus de los últimos siglos, de Copérnico a Hegel, pasando por Descartes, Galileo, Spinoza, Hume, Locke, Newton y Kant.
En la filosofía árabe, allí en su puro nacimiento con Al Farabi, y sus desarrollos posteriores con Avicena y Averroes, encontramos como reflexión inmediata los textos aristotélicos. Aristóteles estuvo allí donde la racionalidad ha sido desplegada.
Recientemente ha sido descubierta la tumba de Aristóteles en Estagira. Una ruinas que mantienen todavía la vieja forma de esplendor. Permite una importante metáfora este descubrimiento: leer a Aristóteles, el día de hoy, es empezar un estudio arqueológico sobre la razón humana. Sus textos son hoy las ruinas de aquella antigua grandeza sobre cuyas ruinas se ha consolidado la filosofía occidental.
Que disculpen los lectores si quedo anonadado frente a Aristóteles, pero cualquier intento de empequeñecerle sólo se obstaculiza comprender que estamos, sin duda alguna, frente al Filósofo. Es que hace 2400 años nos hemos convertido en homus aristotelicus. |
