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La Izquierda Diario
29 de julio de 2016 Twitter Faceboock

Cultura
Skinheads: de las calles de Londres al estigma social
Juan Moralejo
Oxi Gomez

Actualmente, suele ser común pensar que cualquier joven rapado y con borcegos es un facho.

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Foto: Derek Ridger, Chelsea de 1982

Se habla de grupos neonazis y es muy posible que la imagen mental remita al típico estereotipo del skinhead: grandes botas, camisas o chombas, tiradores y campera de aviador. Ahora bien, ¿son todos los fachos, skinheads? ¿o son todos los skinheads, fachos? No vemos a Pampillón con la cabeza rapada, y Biondini no es pelado por elección propia, ni ha sido visto usando un par de Doc Martens y camisa Ben Sherman escocesa o alguna chomba de mangas cortas Fred Perry.

Lo cierto es que los orígenes del movimiento skin se remiten, como sucede de manera similar con el punk, a la música, y si se quiere, a un común denominador que es el origen de clase y con una impronta anti-racial, no tanto a una ideología definida, pero sí una actitud inconformista.

En 1962, luego de la independencia de Jamaica frente a Inglaterra, muchos jamaiquinos tuvieron que emigrar al país europeo debido a las condiciones de pobreza en las que tenían que vivir. En este sentido, los jóvenes jamaiquinos que se unían al proletariado inglés empezaron a frecuentar las discotecas popularizando en un primer momento el Ska y luego el Reggae.

Así, jóvenes Mods británicos, amantes de la música negra y las motos, cautivados por la estética de los inmigrantes, comenzaron a cambiar también sus trajes y sombreros por el pelo corto, las botas y los jeans (en parte también para adoptar un aspecto más agresivo que el de los hippies, provenientes mayormente de la clase media acomodada, y de carácter pacifista) y a finales de la década, ya era moneda corriente la palabra “skinhead”.

La crisis de los 70 conocida como “crisis del petróleo” es recordada por el desplome de las materias primas, la producción agrícola y minera, los altos índices de desocupación e inflación que golpearon a las principales economías del mundo. El liberalismo fue la gran empresa con la que la clase dominante se abrió paso a un nuevo ciclo de crecimiento y grandes ganancias.

Bajo este contexto a fines de los 70, en Inglaterra la inmigración se estaba convirtiendo en un tema central en la agenda política, y el National Front (partido de extrema derecha) fomentaba el eslogan "Si son negros mandenlos de vuelta". La extrema derecha buscaba una base donde afianzarse, y que incluso le sirva como fuerza de choque de ser necesario, y halló tierra fértil en los “boneheads” o skinheads neonazis/de derecha (Inglaterra, Alemania, Francia fueron testigos de ello) grupos de jóvenes pertenecientes a la clase trabajadora que venía retrocediendo en derechos económicos y sociales.

Al mismo tiempo, hubo grupos antirracistas radicalizados cuyo único propósito en sí mismo era acabar con estos brotes fascistas, partidarios de la acción directa, y que se asociaban a partidos de izquierda tanto por afinidad ideológica como para disponer de más recursos, e incluso hubo siempre franjas de skins asociados a las ideas anarquistas, a partidos socialdemócratas (como el Labour Party inglés) o un poco más rojos como el Socialist Workers Party, también británico.

En respuesta a la política del Frente Nacional se produjo la formación de organizaciones antifascistas como la “Anti Nazi League” (Liga Anti-nazi impulsada por el SWP), y el “Rock Against Racism” (Rock contra el nazismo). Ambas organizaciones contaban con bandas de renombres en sus recitales e impulsaron en abril de 1978 un Carnaval Contra los Nazis en el Hyde Park de Londres para ver bandas como The Clash, The Tom Robinson Band, Steel Pulse, Mysty in Roots entre otras, en el que asistieron alrededor de 80 mil personas.

A pesar de lo heterogéneo del movimiento (entendido en un sentido más amplio, como fenómeno cultural y estético), el espíritu del ‘69 era simple: soul, ska, reggae, two-tone, boogie, la música, el baile, el fútbol y la birra unían a jóvenes de barrios obreros e inmigrantes, con una impronta que reflejaba el aspecto de los trabajadores y desocupados de mediados del siglo XX: botas de trabajo y cabezas rapadas.

Mods, hard mods, rude boys y skinheads, ninguno tomaba las banderas de la supremacía racial o el nacionalismo esencialmente.

El trasfondo que los unía era la pertenencia a una clase.

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* Bibliografía: George Marshall - Spirit of ´69. A Skinhead Biblie (1994)

 
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