Huelga decir a esta altura (si se me permite la redundancia) que la huelga es la herramienta por antonomasia que tenemos los trabajadores para instrumentar nuestras protestas en forma colectiva y hacerlas visibles, y ante un conflicto laboral o a la hora de exigir reivindicaciones.
Huelga decir, también (Marx lo demostró hace tiempo y no pudo ser refutado), que la sociedad se desenvuelve mediante una tensión constante entre los poseedores de los medios de producción y los que vendemos nuestra fuerza de trabajo.
Dada nuestra debilidad como contraparte en esta disputa, la huelga se vuelve un elemento fundamental de lucha. Esta idea tiene que estar inscripta con letras de fuego en la bandera de la conciencia de clase. Tenemos que apoyar y reconocer cada una de estas iniciativas.
Desde la primera huelga registrada en el Antiguo Egipto organizada hacia el año 1166 a. C, pasando por los artesanos organizados por Ned Ludd a principios del siglo XIX en Inglaterra, hasta el paro de la Línea Sarmiento del día de ayer en nuestro país.
Huelga decir que tenemos una gran tradición en el tema y que ésta se remonta hasta mediados del siglo pasado. Desde aquellos días se intenta instalar una connotación negativa desde los medios masivos de comunicación, las patronales, el gobierno y hasta la Justicia.
Para terminar esta mínima y repetitiva introducción, huelga decir que el derecho a huelga ha sido reconocido explícitamente en instrumentos internacionales y regionales, incluyendo el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Artículo 8 (1)(d)), la Carta Internacional Americana de Garantías Sociales , 1948, (Artículo 27), la Carta Social Europea, 1961, (Artículo 6 (4)) y el Protocolo adicional a la Convención Americana sobre los Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, 1988, (Artículo 8 (1)(b)). También ha sido reconocido por las constituciones de numerosos países y convenios colectivos de trabajo. Recordemos el célebre artículo 14bis de nuestra carta magna.
Dicho esto, y sin dejar de lado que como todo fenómeno social tiene que interpretarse no como un hecho aislado sino como una expresión dentro de un contexto determinado, hago ahora una reflexión sobre el rol de los medios masivos de comunicación a la hora de abordar (si se me permite otro juego de palabras) el paro de la línea Sarmiento del ferrocarril.
Desde que se conoció la noticia de que los trabajadores del Sarmiento convocaron a un cese en sus actividades para el día de ayer en respuesta a las 70 suspensiones del sector de limpieza y el intento de aplicar al sector de señalamiento un protocolo que pretende descargar sobre los banderilleros los déficit de infraestructura que acarrea el Sarmiento, la mayoría de los (pocos) medios que transmitió la noticia lo hizo haciendo foco en el impacto que esta situación iba a tener en los cientos de miles de usuarios de este medio de transporte (claro que nadie niega esto) en lugar de enfocar en el conflicto en sí, corriendo del paño tendenciosamente el motivo de la medida de fuerza.
Esto, como sabemos, no es novedoso. En el día de ayer, el ya clásico móvil de la tarde se apostaba en el vértice de una de las interminables colas de personas para tomar algún colectivo que salían del corazón de las terminales conocidas y tomaba las impresiones que los trabajadores que volvían a sus hogares tuvieran sobre la medida de sus pares del Sarmiento.
Cualquiera que ejercite una observación atenta puedo llegar a la conclusión de siempre: la mayoría de los entrevistados no tenía conocimiento del por qué del paro. Una mitad lo apoyaba por intuición y la otra se encargaba de hacernos saber, espoleados por el notero o notera, que esto no puede seguir así y que siempre “nos jodemos los laburantes”. Algún que otro noticiero esbozó una pequeña introducción casi por obligación a este tipo de notas contando las razones del paro, pero los casos son pocos. Esta metodología se repite una y otra vez por todos los canales y a través del tiempo. La cobertura de las peripecias de la vuelta a casa supera ampliamente a la del pedido de los trabajadores del Sarmiento. Jamás se abre la mesa a un debate.
La presentación sesgada de la información forma parte de un blindaje sistemático que los medio aliados al gobierno de los Ceos llevan a cabo alevosamente. Ayer nomás, un conocido periodista mostraba una maqueta de un futuro Paso Bajo Nivel como si fuera Eiffel hablando de la construcción de la torre. Es claro que las productoras y multimedios son empresas, y como tales, representan sus propios intereses. A la vez, estos medios son los que reproducen a toda hora a través de entrevistas, conferencia de prensa o discursos, el ataque que los miembros del gobierno le propinan a los trabajadores desde una amigable y sumisa -y no tanto- posición.
Recordemos que hace días, nada más, el diario La Nación lanzó, desde, un editorial un claro ataque a los trabajadores. No olvidemos que el propio presidente pidió, en una entrevista que le concedió a ese medio, que la Justicia sea más equitativa con los empresarios ante los conflictos laborales. La misma Justicia que hace unas semanas avaló el despido de un empleado del Correo porque participó en protestas que no tenían una convocatoria sindical formal sentando un precedente muy peligroso y regresivo para nuestros derechos. Mientras tanto desde el Ministerio de Transporte, al mando de Guillermo Dietrich, emitieron un comunicado atacando el derecho a huelga.
Ante esto, es el deber de los medios alternativos, cooperativos y de los representantes de los trabajadores hacer lugar para dar este debate y ser la voz de la clase trabajadora, de sus intereses y de su organización por fuera de las castas sindicales burocratizadas como bien lo viene haciendo La Izquierda Diario. El nuestro es sumarnos a esta acometida.
Se hace indispensable apoyar cada acción colectiva coherente con nuestros pedidos como el Ruidazo del 4 de agosto o la convocatoria de partidos de izquierda y sindicatos combativos del 9 del mismo mes; y movilizar el descontento social por los tarifazos y el ataque a la clase trabajadora que viene perpetrando la CEOcracia de Cambiemos y sus cómplices en el congreso en una gran huelga general al estilo del gran Jack London o, mejor aún, con el sello propio de una clase trabajadora alineada con los verdaderos representantes de sus intereses.
Bibliografía utilizada.
Guía sobre la legislación del trabajo. (2016). ILO.org. Tomado el 29 de julio de 2016 |