No se parece en nada a un trabajador. Gana arriba de $100.000 por mes. Tiene una suntuosa colección de caballos pura sangre y es parte de la Sociedad Rural. Retrato de un burócrata millonario.
Es el secretario general del gremio que nuclea al personal civil administrativo de la Nación. En el año 1990 asumió la conducción nacional junto a Carlos Quintana y en el 2010 renovó su mandato por lista única. Se lo conoce como el “Centauro” por su suntuosa colección de caballos de carrera. Practica equitación en el Club Hípico Argentino.
El sindicalista participa en eventos junto con la más alta burguesía terrateniente. Todos los años se anota en el "concurso nacional de aperos de uso tradicional", vestido con pañuelo de seda al cuello, faja, facón de oro a la cintura, botas de potro cosidas en la punta y espuelas de plata. Allí se lo puede ver departiendo muy amigablemente con los representantes de esa clase, como Hugo Biolcatti o Luciano Miguens. Hoy tiene una pata en el armado sindical pro Macri con el Momo Venegas, y la otra en el PJ porteño.
Oficialista con Menem, oficialista con Cristina, oficialista con Macri
UPCN es el sindicato mayoritario entre los estatales, pero no precisamente por el apoyo de los trabajadores, sino por su política de prebendas, amedrentar y perseguir a los afiliados opositores a la conducción. Además de eso, por imponer junto a los funcionarios del gobierno de turno afiliaciones compulsivas.
Su frase preferida la dijo Carlos Menem: “Yo soy de UPCN, este es el único gremio”. Fue el sindicalista modelo del menemismo, y uno de los máximos responsables de los despidos masivos en el Estado en esa década.
Apoyó las privatizaciones, la reforma previsional y la laboral. Se convirtió así en un “sindicalista VIP”, con mansiones y autos de lujo. Con caprichos y hábitos propios de una elite privilegiada. Por eso no sorprende que se exhiba con ropa de marca Polo y posee una billetera de Louis Vuitton que cuesta 360 euros que, al tipo de cambio actual, serian unos 6 mil pesos, casi la mitad de lo que cobra un trabajador estatal promedio.
UPCN fue también el sindicato mimado por Cristina Fernández de Kirchner. Durante su presidencia, gran parte de los militantes de La Cámpora se afiliaban a este gremio (UPCN) por órdenes de su “orga” y para ser de la organización que la jefa señalaba de "el sindicato del proyecto nacional y popular.
CFK, no solo participaba de actos de UPCN, sino que incluso en todo su mandato firmaba las paritarias con este gremio, dejando de lado a ATE. Y ni hablar de las necesidades de los trabajadores del Estado.
Mantuvo la precarización laboral y firmó todas las paritarias a la baja a espaldas de los trabajadores. A los trabajadores monotributistas, que son la amplia mayoría en las dependencias estatales, no los reconocen como trabajadores y les niegan la posibilidad de afiliarse al sindicato.
Cuando empezaron las políticas de ajuste bajo el gobierno de Cambiemos, el secretario general del gremio salió a respaldar los despidos masivos tildando a los trabajadores de “ñoquis”, llegando a ocultar que gran cantidad de despedidos tenían más de 15 años de antigüedad en sus puestos.
Esto generó bronca en gran parte de sus afiliados que decidieron desafiliarse, lo que llevó a que recientemente dejaran de ser el gremio mayoritario en la provincia de Buenos Aires, donde se vieron superados por ATE. Pero las divisiones y mezquindades entre las conducciones de ATE Capital y ATE Nacional van en contra de lograr la mayor unidad para la lucha.
El ajuste brutal que está aplicando el gobierno ya se cobró vidas, como las de Yolanda Mercedes, auxiliar de educación en Mar del Plata, quien tenía 60 años y murió al enterarse que el gobierno de Vidal le había descontado más de $ 6.000 de su magro salario de $ 7.000; o como el caso de Melisa Bogarin, trabajadora precarizada del Chaco, quien se descompensó en una asamblea, tenía solo 30 años y una hija de 1 año, hacía 8 que trabajaba en el programa ProHuerta y su contrato estaba por vencer cuando a su marido lo despidieron de Agricultura Familiar; o Esteban Latorre, trabajador de la Biblioteca Nacional, quien había recibido el telegrama de despido mientras estaba de licencia por una enfermedad coronaria. Frente a todo eso, UPCN sigue sin mover un dedo.
No quedan dudas de que el ataque del macrismo hacia el conjunto de los trabajadores en los Estados nacional, provincial y municipal, con despidos y tarifazos, puede avanzar gracias al rol traidor de la conducción de UPCN, en el marco de la “herencia” de precarización laboral dejada por el kirchnerismo.
El Observatorio del Derecho Social de la CTA estimó entre el 1º de diciembre y el 4 de marzo de este año 37.627 despidos en el sector público. No por nada, Andrés Rodríguez ya no puede caminar tranquilamente por los pasillos de los ministerios, que están en lucha por la reincorporación de los despedidos.
Frente a esta traición de la conducción de UPCN que, a través de esta tregua con el gobierno, colabora generando una situación de temor y conservadurismo entre sectores de trabajadores, se hace imperiosa la necesidad de unidad en las bases para recuperar los sindicatos para los trabajadores y luchar seriamente contra el ajuste.