En el año 1992, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) declararon formalmente la Semana de la Lactancia Materna, a realizarse entre el 1 y el 7 de agosto de cada año en todo el mundo.
De acuerdo a lo que puede leerse en el portal de internet de la OMS, el objetivo de esta semana es el de promover y respaldar la lactancia materna. Por su parte UNICEF indica en su página oficial que “La leche materna es el mejor alimento para el niño o niña y no tiene sustituto”. Y en el mismo sentido agrega que “la leche materna es la primera inmunización del bebé, no existen fórmulas alternativas para su protección”.
Estas dos organizaciones, que a primera vista tienen como único objetivo fomentar la lactancia materna como un derecho de la mujer que apunta al bienestar y buen desarrollo del niño, elaboraron en ese mismo año, 1992, un Código Internacional que propone, para garantizar el derecho a la lactancia, una serie de medidas que básicamente van en detrimento de las reales necesidades de miles de mujeres en todo el mundo que no tienen como opción amamantar a sus hijos. Como ejemplo puede mencionarse la indicación de no anunciar reemplazos de leche materna, mamaderas ni tetinas, no obsequiar muestras gratuitas de leche a las madres, no realizar promociones en los sistemas de salud de leches de fórmulas o limitar la información sobre la alimentación artificial, explicando solamente los beneficios de la lactancia materna.
¿Por qué para garantizar un derecho elaboran un plan que anula el acceso a la información y restringe la promoción de leches de fórmula a las mujeres que no quieren o no pueden darle la teta a sus hijos?
Una explicación puede surgir de las declaraciones que hiciera el año pasado Chessa Lutter, doctora especializada en nutrición quien es la asesora principal de alimentación y nutrición de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) que depende de la OMS.
En esa oportunidad, cuya visita específicamente tenía como misión la de orientar a los países en el desarrollo de políticas públicas destinadas a la elaboración de programas que abarquen la alimentación de la madre y el niño, declaró: “Resulta muy costoso para el Estado y las empresas, dado que los niños que no son amamantados implican un mayor gasto en salud y educación: los bebés con poco tiempo de lactancia se enferman más. En cuanto al ámbito laboral es importante destacar que las empresas más jóvenes y novedosas son las que entienden que para mantener el talento femenino es necesario que exista protección para el momento en que la mujer decide ser madre y durante toda la lactancia. El empleador que comprenda esto se verá beneficiado porque el respeto a la lactancia implica lealtad de la empleada por la gratitud y satisfacción, menor ausentismo porque el bebé se enfermará menos, retención de trabajadores y mayor productividad".
No hace falta leer entre líneas para comprender que cuando utilizan palabras como "gasto en salud", "lealtad" y "gratitud de la empleada", "retención" de trabajadores, "menor ausentismo" o "mayor productividad", no piensan en la salud y bienestar de la mujer y de sus hijos e hijas, sino que cínicamente están concediendo a lo sumo mínimas demandas en pos de mantener el sistema más perverso de la explotación.
En nuestro país la ley de Contrato de Trabajo solo contempla 90 días de licencia por maternidad. Entonces, de qué manera una mujer que trabaja podría amamantar a su hijo durante seis meses, si es su decisión, si no existe una ley que garantice este derecho?
Este doble estándar al que deben enfrentarse las mujeres, que por un lado las estigmatiza si no le dan la teta a sus hijos, y por el otro las condena a trabajos precarios y mal pagos, como sucede con la inmensa mayoría de las trabajadoras, deja en evidencia que las patronales solo reconocen un derecho cuando se transforma en un beneficio directo para aumentar sus ganancias.
El intento de detención de Constanza Santos cuando le daba la teta a su bebé en una plaza generó un masivo repudio y un reclamo genuino por la libertad de amamantar en el espacio público. Sin embargo, fue el mismo interés en defender a esta joven madre, lo que hizo que algunas voces se alzaran sosteniendo que la lactancia es un hecho natural, reflotando la controversia acerca de los beneficios irreemplazables de la leche materna.
La lactancia materna es un derecho y como tal debe ser ejercido en libertad, pero de ninguna forma puede transformarse en un eslabón más de la larga cadena de opresión y explotación a la que se enfrentan centenares de mujeres en el mundo.
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