Algunos de los principales prejuicios contra los partidos de izquierda y sus militantes que estamos en las fábricas y sindicatos, radican en la errónea idea que lo hacemos para escalar puestos, perseguir un beneficio personal o para acceder a cargos políticos en elecciones. En esta nota, la primera de una serie, intentaremos desmentir ese pensamiento que siembran las empresas y la burocracia sindical para impedir que los trabajadores nos organicemos de manera independiente.
“Los zurdos sólo quieren hacer quilombo”, remata el tercero, que es delegado hace años.
Evidentemente, existe una fuerte campaña contra los "zurdos" en las fábricas, pensada y llevada adelante por los empresarios y los burócratas, si, esos delegados que están siempre del lado del patrón. Una campaña en la que intentan, a toda costa, que la izquierda no haga pie y se desarrolle en los sindicatos. Ese desarrollo, implicaría que los dirigentes sindicales están atornillados a los sillones de los gremios hace más de 30 años, se vieran amenazados de perder todos sus privilegios. Un ejemplo podría ser el de Alberto Roberti, secretario general de la Federación Argentina Sindical de Petróleo, Gas y Biocombustible y diputado nacional, además de ser uno de los diez diputados más ricos y vivir una vida de lujo. ¿Qué puede saber esta gente de nuestras necesidades o preocupaciones, si su estilo de vida nada tiene que ver con el nuestro? Por otro lado lado, también tienen la pretensión de ser los "dueños de la pelota" y mantenernos "a raya" para que no cuestionemos las medidas que, a diario, toman contra nosotros y así seguir amasando sus fortunas.
Para quienes formamos parte de partidos de izquierda y militamos todos los días en las fábricas, lejos está de nuestras aspiraciones, el beneficio personal. Nos levantamos a las 4:30 am para ir a trabajar, padecemos los turnos rotativos en algunos casos, los agobiantes ritmos de producción, salarios que no alcanzan, la inflación, y la aventura de llegar a fin de mes. También nos indignamos cuando los empresarios y políticos de siempre, como Mauricio Macri o Juan José Aranguren, que nacieron en cuna de oro, se llenan los bolsillos a costa de nuestra miseria. La nuestra, la de nuestros padres, hermanos y amigos. Nos llena de bronca, pero no nos quedamos quietos porque esa bronca la transformamos en convicción para cambiar la realidad. No nos conformamos con un simple "esto siempre fue así" o "no se pude cambiar nada" Porque estamos convencidos que, quienes producimos la riqueza entera de un país, en todo el mundo, nos organizamos de manera independiente a "los mismos de siempre", tenemos una fuerza que es capaz de voltear montañas.
¿Por qué peleamos?
Somos trabajadores que hacemos política y creemos que la única fuerza en que podemos confiar, es en la propia, porque "los de siempre" gobernaron para otra clase, no la nuestra y ¡no los necesitamos! Peleamos contra la precarización laboral que favorece a las patronales. Aspiramos a conquistar comisiones internas, sindicatos, no queremos chapas partidarias, ni ascenso social. Sólo organizarnos frente a las embestidas de las patronales e ir por lo que nos corresponde porque las actuales conducciones de los gremios, se la entregan a las empresas en bandeja de plata. Que, esa poderosa herramienta, de manera democrática, esté a disposición de todos los trabajadores.
Peleamos por tener diputados de izquierda, quienes, mientras duran sus mandatos donan la mayor parte del sueldo a las luchas en curso, y viven con lo que gana un docente, como Myriam Bregman o Nicolás del Caño, y actúan como una gran tribuna abierta para visibilizar los padecimientos, las luchas y demandas de los trabajadores, las mujeres y la juventud. Hacemos todo esto porque nos llena de orgullo y pasión saber que en tal o cual fabrica no pudieron pasar tantos despidos o suspensiones, o se consiguió franco los domingos para poder disfrutar de la familia, o que unos laburantes pusieron a producir una fabrica, solos, confiando en su fuerza luego que los dueños se rajaron dejando a todos en la calle. Todo esto es gracias a la enorme resistencia y fuerte convicción de los trabajadores.
Todas estas conquistas no suceden por arte de magia. En parte, son producto del trabajo paciente y cotidiano de quienes militamos para construir una organización que nos represente a nosotros y dejemos de votar a "los mismos de siempre", que cada dos años nos venden papelitos de colores en sus pomposas campañas para luego hacer todo lo contrario. No pretendemos bajar un manual para sumar adeptos como si fuéramos una secta fundamentalista, sino queremos que, a partir de una experiencia común con trabajadores de todos lados, podamos ver que tenemos una herramienta como La Izquierda Diario, que podemos utilizar para debatir, pensar, transmitir sobre las cosas que nos pasan. Para que nosotros, que somos los que movemos el mundo, podamos tomar las riendas de nuestro propio destino.