El 4 de agosto de 2001 en el estadio, en ese entonces, llamado Chateau Carreras, en Córdoba, se daría el último recital, de la banda más grande y convocante de la historia del rock en nuestro país, claro que los que participamos de ese show, lejos estábamos de saberlo o imaginarlo.
Mucha tropa riendo en las calles
En ese momento con De La Rua en el poder y desde los años anteriores con el gobierno de Menem, el nivel de represión policial que venían sufriendo los ricoteros y toda la juventud fue incrementando con cada nuevo recital. Fogueado por una campaña que desde los medios alentaban el prejuicio previo de la sociedad, alertando sobre los “inminentes incidentes” que se producirían en las inmediaciones del lugar del show.
A Córdoba esa mañana llegaron de a poco 40.000 jóvenes en precarios transportes escolares, que eran revisados en la ruta desde kilómetros antes de llegar a la ciudad.
Era agosto del año 2001 y el perfume a crisis y estallido empezaba a olfatearse en el ambiente, sumado a la fama brava de la policía cordobesa, hacían del clima tenso, un cóctel que no se sabía cómo iba a terminar.
Los jóvenes cuarteteros de los barrios locales, al principio, miraban de reojo a los ricoteros, ponían La Mona a todo volumen, para que sepamos quien mandaba en tierra cordobesa, pero más pronto que tarde se unieron en amistades para compartir lo que se transformó en un día primaveral en pleno invierno. Los recitales, no eran lo que son hoy, no abundaban las carnes asadas o el fernet. A lo sumo un sanguchito de fiambre, vino en caja o fernandito. La desocupación ya había hecho estragos los mejores banquetes.
La custodia tipo “puente chino” de policías con cara de pocos amigos nos acompañaba a bajar al estadio entrando la noche, nada detenía la previa, ni el entusiasmo y el público era el más interesado en que todo termine con tranquilidad. Tal es así que en un momento se avizora una pelea entre dos en medio del campo y tras el abucheo de toda la gente cantando el clásico “ que boludos que son! No parecen redondos……”, lograron no sólo terminar la trifulca, sino que estos dos personajes se estrecharan en un abrazo que hizo explotar de alegría a todo el cható que los miraba, y nos mirábamos, admirados y con emoción. Como si los miles presentes se abrazaran por contagio.
Arranca La última Misa
Aún con el último rayo de sol salen el Indio, Skay, Sergio, Walter y Semilla. Y se escucha el clásico saludo, ya dejado atrás, pero siempre recordado por el simple, pero enérgico: “ Holaaaa!”; y da comienzo a lo que sería el fin. Abre la noche “Unos pocos peligros sensatos”, y hace explotar en baile a todo el estadio, seguido de “El pibe de los astilleros”.
Luego en una pausa el Indio habla y agradece en primer lugar a su médico “porque sin el no estaría acá” dijo y nos preocupó, en esos tiempos el Indio no era tan verborrágico como lo es hoy, y sorprendió su comentario.
Pensábamos que como venía sucediendo últimamente tocarían esencialmente temas de sus dos últimos discos (Último Bondi y Momo Sampler) pero no fue así. Además de estos, tocaron temas de varios discos, con buen menú que cruzó canciones como: "Vamos las bandas", "Preso en mi ciudad" y "Rock para los dientes". Todo indicaba que "JiJiJi" sería el cierre, sin embargo la gente se quedo cantando tanto, pidiendo a gritos un bis, que salieron nuevamente, ya con las luces encendidas, hicieron un "Un ángel para tu soledad". Y con esta canción se fueron y se quedaron para siempre.
El que estuvo allí recuerda esos últimos acordes y los guarda como un tesoro en su memoria, la imagen del Indio y Skay en un mismo escenario no la volveríamos a ver.
Es cierto que también hubo un hecho lamentable: la muerte de Jorge Daniel Felippi, un santafesino que tenía 31 años, que mientas se balanceaba sentado en una baranda a seis metros de altura, cayó desde un puente que comunicaba la entrada con las tribunas populares del estadio. Eso fue realmente un garrón de verdad que muchos nos enteramos casi al regreso a casa.
Solo les pido que se vuelvan a juntar
Después de esa noche el silencio, las probabilidades de un posible recital y nada... finalmente anunciarían que "Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota" se tomarían un descanso.
Ese descanso ya cumple 15 años. La necesidad de verlos de nuevo, sigue intacta, el sueño "Qué se vuelvan a juntar" no cesa, está en la cabeza de todos, aunque sea una vez más, un solo tema… Que las nuevas generaciones, puedan disfrutarlo, vivirlo. Pero solo nos queda el recuerdo de que estuvimos allí y no lo soñamos.
Con el final de esta nota de recuerdos en La Izquierda Diario te invitamos a contarnos los tuyos, si tuviste la oportunidad de vivir este show. |