Easy Call es uno de los call-center más grandes de Rosario. Es, también, un lugar en el que el maltrato y la explotación son moneda corriente. No se trata de un problema aislado de los trabajadores de call-center. En las páginas de La Izquierda Diario se han reflejado denuncias de trabajadores de fábricas como Liliana o Bambi, de supermercados, entre otros. En todos los casos, la prepotencia patronal, la explotación, la intimidación y el maltrato son parte de la vida diaria de las empresas.
Reproducimos a continuación la denuncia que nos hizo llegar una trabajadora despedida de Easy Call.
“Trabajé unos dos años en Easy Call. Durante ese período quedé embarazada, con la desgracia de que se tratara de un embarazo de riesgo, por lo que tuve que mantener reposo por tiempo prolongado. Eso no cayó nada bien en la empresa.
Se suponía que ellos debían enviar al médico de la IRT a mi domicilio, para poder presentar el certificado, que tenía que ser cada 15 días. Cada 15 días era una lucha lograr que me enviarán el médico. Me hacían ir hasta las oficinas de la IRT; sin respetar el reposo. Me obligaron a hacer pruebas psicológicas, cuando mi problema era físico y no mental.
En estos meses también fue una lucha lograr que me entregaran mis recibos de sueldo. Como no podía acercarme al trabajo, pedía que se los entreguen a un familiar. Tanto mi mamá como mi marido tuvieron peleas en la puerta del establecimiento porque se negaban a darles los recibos. Y así todos los meses.
Una vez nacida mi nena, terminada la licencia de maternidad, me reintegro a trabajar. Y básicamente fue una tortura. Por ley las mamás, hasta un año después del nacimiento del bebé, pueden retirarse 45 minutos antes o ingresar 45 minutos más tarde del horario de ingreso. Pero cada vez que yo me retiraba era una barbaridad de faltas de respeto por parte de mi supervisora. Los malos tratos iban desde amenazas a dichos como "más vale que te vayas por darle la teta a tu hija y no para irte de joda". Durante este tiempo pasé situaciones terribles.
Cuando atendíamos a los clientes, nos obligaban a mentir y omitir detalles de los planes, a pasar ventas que no existían para que la supervisora pudiera ganar en velocidad a otros equipos. Si nos veían hablando con algún delegado nos venían a decir cuestionar por qué hablábamos con ellos. Más de una vez, cuando recurrimos al sindicato por algún inconveniente, se nos venían encima a preguntarnos porque teníamos que acudir a ellos, cuando en realidad no está prohibido que los trabajadores conozcan sus derechos a través de nuestros compañeros de sindicatos.
Cuando pedí un cambio de puesto debido a que tenía problemas con mi supervisora por las cosas que mencioné anteriormente, simplemente me echaron. Me dijeron que no tenían ningún puesto que yo pudiera ocupar. En otras palabras, me trataron de inútil y me despidieron.
Nunca presente ninguna denuncia legal ya que me dijeron que si hacia eso, no iba a volver a conseguir trabajo. Y siendo mamá pienso en mi hija y en las consecuencias de no conseguir trabajo nuevamente.” | 
