En una nueva aparición pública la expresidenta visitó un canal de TV comunitario y habló para muchos militantes y pocos vecinos, quienes pueden dar fe del doble discurso.
Ayer la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner hizo una nueva aparición pública. Esta vez fue para inaugurar el estudio "Presidente Néstor Kirchner" del canal de aire Urbana TeVe, que se encuentra en la Villa 31. Realizó luego un breve acto frente a unos cientos militantes kirchneristas con poca presencia de los vecinos del barrio.
La intervención mediática empezó con una entrevista en el canal comunitario, en la que el director Milcíades Peña, señalando hacia la Autopista Illia y a uno de los barrios más caros de la Ciudad de Buenos Aires, invitó a Cristina “a que mire por esa ventana, ese fondo que se ve y este frente que se ve de viviendas”. “¿Eso no es violencia?”, preguntó entonces el dirigente kirchnerista.
El contraste, se sabe, es brutal. Por un lado un barrio con reclamos históricos y un plan de urbanización que nunca llega, y por el otro barrios con grandes y lujosas torres, inalcanzables para el pueblo trabajador pero sí para kirchneristas y macristas.
Luego siguió el discurso en el escenario montado en la esquina de las calles 5 y 8, donde se hizo referencia al salario de los trabajadores durante su gestión. “Que nadie los convenza de que si tenían un buen trabajo era mucho, que el salario que ganaban era mucho, que era mucho que todos los años cerraran paritarias libres por encima de la inflación”, dijo Cristina.
Quedan dudas sobre a quiénes se estaba dirigiendo, ya que la gran mayoría de los vecinos de la 31 trabajan en el marco de la informalidad, donde las paritarias no existen o son changas intermitentes. O en empresas tercerizadas, en especial de limpieza y seguridad en lugares como el Aeroparque, el puerto, el ferrocarril, los peajes, oficinas y bancos del centro, etc.
Esas son las modalidades impuestas por el neoliberalismo, mantenidas en la “década ganada” y aprovechadas por Cambiemos para profundizar el ajuste. El kirchnerismo, lejos de haber dejado trabajo genuino, planta permanente y derechos democráticos, le entregó a Macri toda una franja de trabajadores desprotegidos que son el primer blanco de los empresarios para el ajuste y quienes más son afectados por los tarifazos.
Cristina hizo una comparación entre la 31 y el peronismo, “porque a esta villa siempre la quisieron hacer desaparecer”. Pero pasó por alto que uno de los intentos de desalojo fue bajo un gobierno peronista (el de Menem), muchos de cuyos funcionarios luego fueron parte de su propio gobierno. Hizo mención al año 1995, cuando intentaron entrar con topadoras a la 31 y, como se recuerda entre charlas con mate en el barrio, “a la policía la sacábamos los vecinos organizados que nos avisábamos mediante un sistema de alarma, cada vez que se acercaban ya estábamos esperándolos con bloqueos para que no puedan avanzar”.
Otro ejemplo traído por la expresidenta fueron los desalojos en los años 70, cuando el intendente de Buenos Aires de la dictadura, el Brigadier Cacciatore, también utilizaba topadoras. El mismo método que usaron Berni, su ministro de Seguridad, y Macri para sacar brutalmente a las familias que se encontraban en el asentamiento precario del barrio Papa Francisco.
El ajuste y los tarifazos pegan fuerte en la vida del barrio. Ya no es posible esperar al “segundo semestre” que nunca llegó, ni esperar años de “no resistencia” para que vuelvan los que en la “década ganada” dejaron tanta precarización. La lucha es ahora.