Hace ya varios meses que los tres turnos de la fábrica están revueltos, no sólo por la noticia de la ampliación del Departamento de Procesos, sino porque anunciaron un torneo de fútbol en el que podíamos participar todos.
La noticia pasó de boca en boca y en tiempo récord. Casi con la misma rapidez con la que se difunden las noticias de los miserables aumentos que nos dan (haciendo lo que quieren con los tiempos y porcentajes de los ya de por sí miserables aumentos paritarios que negoció el sindicato).
Al toque se empezaron a formar los equipos. Todos los sectores y turnos armaron una selección de los mejores futbolistas de la fábrica. Desde los que juegan en serio hasta los que boqueamos para calentar el ambiente y desplegamos toda nuestra magia preparando el asado o los choris.
Día tras día se fueron presentando los equipos. 20 escuadras de trece o más jugadores se formaron en una semana. Todo se fue dando como esa bocanada de aire fresco que relataba un compañero.
Pero no todo es tan lindo cuando lo organiza la patronal. Todo el personal de recursos humanos está a cargo de la organización. Ellos hicieron un reglamento en el que casi todo puede ser “motivo de sanciones”. Apenas entramos a la cancha con mi poderosísimo equipo, viene uno de recursos humanos haciéndose el pulenta.
Nadie sabe su nombre, en alguna bocanada de aire fresco uno lo apodó “cucharada de moco” (porque nadie lo traga). “Bueno muchachos vamos a jugar tranquilos” y, haciéndose el gracioso reveló sus verdaderas intenciones: “no vaya a ser que alguno se lastime y no pueda ir a trabajar el lunes”, nos dijo.
Todos recordamos por que le decimos “cucharada de moco”.
Partido tras partido un muñequito de recursos humanos se queda viendo, como buscando algo para sancionarte. Al rato vienen los jefes y por un momento todo se vuelve como cuando estas adentro de la fábrica: te cuidás con lo que decís, los saludás mientras por dentro los puteás. Ellos hacen chistes de los que juegan como si alguien les hubiese dado esa confianza. Todos esperamos el partido de los jefes contra los chicos de la línea. Por suerte, además de ser unas ratas, son muy malos deportistas. Es que nos da mucha bronca que se metan en los pocos momentos en los que uno se puede distender, conocer a sus compañeros, reírse un rato. Siempre tienen que venir con su moral, sus chistes y su reglamento.
Una cosa muy distinta es cuando participamos de campeonatos o actividades en las que no hay patrones.
El PTS se dispuso abrir nuevos locales en todo el país. Clubes obreros, lugares en las que los trabajadores y las trabajadoras nos sintamos cómodos para pasar un buen rato, conocer a otros obreros, discutir de política, apoyar luchas.
Queremos organizarnos. Tenemos nuestro Diario y lo usamos. Queremos llenar los nuevos locales de mujeres, trabajadores y jóvenes. Queremos juntarnos sin ningún “cucharada de moco” que te este viendo.
En barrio Los Boulevares vamos a inaugurar nuestro local con una gran peña el sábado que viene. Si podemos hacer que cada casa cultural, club obrero o local se llenen de trabajadores, al próximo campeonato lo vamos a organizar entre todos los laburantes y nos vamos a reservar el derecho de admisión para jefes, recursos humanos y buchones.
Tengo que decirlo. Mi equipo, a pesar de algunas (muy discutibles) expulsiones y otras amonestaciones, obtuvo un contundente triunfo y ya es firme candidato a levantar la copa en la cara de todos los de recursos humanos. |