Las persistentes precipitaciones provocadas por el final del “fenómeno del niño” tuvieron una enorme incidencia, pero no fue el único factor. Veamos de qué hablan los números.
Con casi 17 millones de kilos de uva cosechados, esta vendimia fue marcada por haber sido la más baja en décadas; nada más ni nada menos que 6,5 millones menos de kilos de uva cosechados comparados con el año anterior (lo que representó una merma del 28,8%), así como 461 millones menos de litros elaborados.
Ahora bien, si consideramos los distintos oasis productivos de la provincia empezamos a observar diferencias importantes entre sí ya que, para la zona este, las mermas respecto a la cosecha 2015 son superiores al 43% en todos los departamentos:
Si a la zona este le sumamos el departamento de General Alvear (en el cual predominan las variedades criollas y las variedades de más rendimiento por hectárea y menor valor, destinadas en su mayoría para vinos de mesa y consumo masivo) observamos tendencias similares:
Ahora bien, en la zona productiva del Valle de Uco, donde en los últimos años se ha venido desarrollando el “boom” de los vinos finos de altura con destino a mercados extranjeros, se ha producido una expansiva y sostenida implantación de vides (en su mayoría variedades destinadas a uvas finas como malbec, cabernet sauvignon, cabernet franc, etc) y donde han sido construidas majestuosas bodegas en muchos casos de capitales internacionales. Allí las tendencias a la baja en la cosecha son más moderadas:
Pero si además comparamos los datos de las últimas tres cosechas (2014, 2015 y 2016) comprobamos que existe una tendencia constante a la baja en la producción de uvas en el primer grupo, con acumulados que empiezan a hablar de la crisis profunda del sector:
Cómo dato relevante y ejemplificador de la profundidad de la caída, en el departamento de La Paz se pasó de cosechar casi 30.000 quintales de uva, en 2013, a 5.500 quintales, en 2016 (sólo una quinta parte).
Mientras que en el Valle de Uco, en el mismo periodo, sólo se registraron mermas en la producción en el año 2016.
Por último, la zona baja del Río Mendoza, Luján de Cuyo y Maipú, más San Rafael en el sur y Lavalle en el norte, poseen tendencias a la baja intermedias considerando los dos grupos analizados:
Conclusiones
Como decíamos al inicio, las lluvias persistentes y excesivas sólo en el mes de abril (mes clave para la cosecha de uva según el Servicio Meteorológico Nacional, cuyos valores registrados en cantidad de milímetros representan más del 400% de los valores normales para Mendoza) provocaron deficiencias en la maduración de las bayas y, sobre todo, condiciones para la proliferación de enfermedades típicas de los viñedos como son la botrytis cinérea (podredumbre de la vid) y peronóspora (causada por el hongo Plasmopara vitícola), que afectaron enormemente a la cosecha.
Pero lo que provocó la “tormenta perfecta” fueron los cinco años consecutivos en los cuales los precios de la uva prácticamente no se modificaron, a pesar de la inflación constante del período. Los productores (sobre todo del este) que venían golpeados por la sostenida pérdida de rentabilidad, no pudieron afrontar los costos de las tareas esenciales de curación y mantenimiento de los viñedos, quedando a merced de las inclemencias climatológicas. En contrapartida, en las zonas vitivinícolas de mayor rentabilidad, los daños pudieron ser atemperados. |