Luego de su participación en los Juegos Olímpicos, la joven pesista argentina de 19 años Joana Palacios lanzó unas declaraciones que sorprendieron a todo el mundo del deporte: pidió ayuda a los atletas que trabajan.

La rosarina tuvo una buena performance en estos juegos olímpicos de Río 2016 quedando quinta en su grupo de la categoría hasta 63 kilos y sumando un total de 190 kilos (83 de arranque y 107 de envión); cabe mencionar que fue su primera participación en una cita olímpica.

Pero al culminar su presentación tuvo unas declaraciones que conmovieron a todos los aficionados del deporte argentino: “La verdad que se me complica mucho, no tengo apoyo y me gustaría tener un entrenador y poder concentrarme en lo que hago”, expresó.

La joven Joana tiene a su propio padre como entrenador, que es Hugo Palacios. Con sus dichos se refería a un entrenador con experiencia en el circuito, que pueda brindarle una buena dieta, para que ella sólo se tenga que concentrar en su actuación. Es lógico que lo exija una atleta que nos representa en un evento deportivo como son los Juegos Olímpicos o un mundial: poder entrenar en un lugar acondicionado para la disciplina, y no debajo de las tribunas del estadio Malvinas donde entrena con mucho esfuerzo y pasión pero con carencias grandes para su deporte.

Este es el grito de todos los deportistas amateurs que luchan por dejar nuestra bandera bien alta, pero de esta manera de hace cuesta arriba cuando todo el dinero va destinado a las arcas del fútbol. Es hora de caminar un poco más el CeNARD (Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo), gimnasios o clubes deportivos de todo el país para poder ayudar a nuestros representantes. Ojalá se pueda llegar a una mejora para que nuestros deportistas sólo se dediquen a competir, que se preparen de una manera adecuada, que no salga de sus bolsillos el dinero para viajes o para poder reparar sus elementos de competición.

Mientras tanto nuestros atletas seguirán entrenándose con sus ganas, pasión y constancia pero con pocos recursos.