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29 de noviembre de 2024 Twitter Faceboock

Mundo Obrero
¿Por qué México es el país con mayor estrés laboral en todo el mundo?
Ramón Morales

México ocupa el primer lugar del mundo con estrés laboral, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). El organismo señala que el estrés laboral provoca el 25 por ciento de los 75 mil infartos registrados al año en el país.

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“Estrés” es un concepto que se toma del vocabulario de la ingeniería, la cual utiliza este término para referirse a la resistencia producida en el interior de un objeto como consecuencia de una fuerza externa que actúa sobre él. Tiene sus raíces en la palabra griega stringere que significa "apretar".

El estrés laboral que experimenta un trabajador es una respuesta a determinadas condiciones laborales y de su entorno social que actúan como "fuerzas externas" y que resultan lo bastante amenazantes y superiores a él como para "apretarlo" tanto que lo llevan a un estado de irritabilidad, nerviosismo, cambios de humor, insomnio o alteraciones del aparato digestivo, en sus más moderados síntomas.

Para entender el padecimiento del estrés, hay que considerar que todas las personas reaccionan de formas muy distintas ante un mismo fenómeno. Por esto la psicología identifica dos cosas: por un lado, la intensidad de las fuerzas externas y, por el otro, la forma en que el individuo interpreta dichas fuerzas como más o menos deseables o amenazantes. Es decir, que el ser humano no recibe de forma pasiva los estímulos de su entorno, sino que su misma subjetividad interviene para hacerlo más o menos propenso a estresarse por dichos estímulos. El estrés se produce cuando el individuo siente que no tiene control de la situación, cuando ésta se encuentra por encima de su capacidad.

El estrés laboral que experimenta un trabajador es una respuesta a determinadas condiciones laborales y de su entorno social que actúan como "fuerzas externas" y que resultan lo bastante amenazantes y superiores a él como para "apretarlo" tanto que lo llevan a un estado de irritabilidad, nerviosismo, cambios de humor, insomnio o alteraciones del aparato digestivo, en sus más moderados síntomas.

Sin embargo, los psicólogos reconocen que existen condiciones lo suficientemente amenazantes como para anular cualquier capacidad del cuerpo humano que tienda a mantener el control, como lo son personas en campos de concentración o que han sufrido algún tipo de tortura.

Por eso, que México ocupe el primer lugar del mundo con más estrés laboral, arroja luz y guarda una relación directa con la forma en que se trabaja y vive en el país, pues sobrevivir al día se ha convertido para los mexicanos en una tortura, ya que los patrones exigen de los trabajadores cumplir con cuotas de productividad que están más allá de sus fuerzas.

Estrés y explotación

México es a la vez el país en que más horas trabaja en todo el mundo, lo que provoca un alto grado de despersonalización en los trabajadores, debido a que el altísimo agotamiento físico y cerebral que surge de las exorbitantes jornadas laborales, somete su capacidad de sentirse plenos y felices, pues no sólo no queda tiempo de vivir, sino que ni siquiera queda energía. El trabajador está inserto en un ritmo de producción tan vertiginoso que escapa de su control, lo cual debilita su fuerza emocional y anímica, haciéndolo más susceptible al estrés.

Nuestro país es el que tiene los salarios más bajos de todos los países suscritos en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), y el salario mínimo ha perdido su valor 72 por ciento en relación a lo que se podía comprar en 1976. Desde luego que los mexicanos nos vamos a estresar si ya no alcanza para nada, si no tenemos certeza de si vamos a llegar a fin de mes; si, cada vez que nos llega la quincena, tenemos que hacer un espacio para pagar a los bancos usureros; si nos duele el estómago cada que los hijos piden costosos materiales escolares o aparatos electrónicos que sustituyan la compañía de los padres, ausentes en casa por ir a vender sus brazos al patrón.

El trabajador está inserto en un ritmo de producción tan vertiginoso que escapa de su control, lo cual debilita su fuerza emocional y anímica, haciéndolo más susceptible al estrés.

Ahora los trabajadores, y en especial los más jóvenes, tenemos que vivir con el estrés que provoca la incertidumbre de si el día de mañana podremos conservar los empleos o no, ya que los patrones tienen -con la reforma laboral- libertad de decidir en qué momento se deshacen de nosotros.

Cabezas quemadas

Existe estrés crónico en aquellos empleos donde se tiene que hacer el trabajo sucio del patrón, contestando teléfonos de clientes molestos a los que se les engañó, como en servicios bancarios, áreas de quejas o los famosos call centers. También el estrés se dispara en quienes tienen que manejar altas cantidades de dinero como los cajeros, o que tienen que hacer movimientos repetitivos por mucho tiempo, como en las fábricas y su expresión más degradada: la maquila.

El estrés cuenta entre sus principales víctimas a trabajadores administrativos, que cuando no les alcanza para cubrir la abultada cuota que exige el patrón en 8 horas, deben terminar el trabajo en casa. Mención especial merecen los doctores y personal de enfermería, que tienen que atender a miles de pacientes diarios sin el personal ni equipo suficiente.

Adaptarse no es la solución

Quienes controlan el capital diseñan mecanismos que naturalicen esta forma de vivir esclavizante para no darnos cuenta que podemos romper las cadenas. Reclutan a médicos y psiquiatras para atiborrar con píldoras a las víctimas más débiles de la carrera capitalista para que puedan soportar mejor el estrangulamiento.

Si bien el ejercicio o terapias que involucren mejorar la oxigenación del cerebro ayudan a disminuir el estrés, no cambia nada el hecho de que el trabajo nos desgaste hasta el aniquilamiento, por lo que el estrés siempre vuelve.

Como decimos arriba, el estrés laboral es provocado por el ritmo de producción que escapa a nuestras capacidades. Pero la masa de dinero creado a ese ritmo escapa a la capacidad de absorción del sistema para su valorización productiva, por lo que el capitalismo por ahora sólo puede acumular más dinero a costa de robarle al trabajador más tiempo y fuerza.

Cualquier respuesta individual a nuestros problemas no cambia en nada las condiciones precarias actuales, las cuales seguirán empeorando. La intención consciente de destruir este sistema que nos aplasta y estresa es la única respuesta para poder disfrutar de la vida plenamente y tener el control de nuestro propio destino.

 
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