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La Izquierda Diario
14 de agosto de 2016 Twitter Faceboock

TROTSKY EN MÉXICO
La pelea por obtener el asilo para Léon Trotsky
Alberto Fernández

Continuamos con la segunda parte del relato de la lucha por el asilo a León Trotsky de Alberto Fernández, hijo de Octavio Fernández, uno de los iniciadores del trotskismo en México.

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A qué se comprometería la sección mexicana

El Buró Político al enviar a la delegación había considerado que si el Presidente Cárdenas presentara condiciones, ¿Cuáles serían aceptables y cuales no?

La decisión fue:

"El camarada Trotsky tiene para el movimiento revolucionario un valor incalculable. Se trata ante todo y por todo, de salvarlo, consiguiéndole asilo en México. El general Cárdenas no es hombre capaz de imponer condiciones contrarias al honor revolucionario de nuestro grupo. La sección mexicana de la LCI aceptará en dado caso sus condiciones. Si estas fueran inaceptables con la posición revolucionaria del trotskismo, el grupo mexicano se disolvería, pero sobre todo el camarada Trotsky debe salvarse"[7]

¿Los recibiría el presidente?

Como era de esperase en estos casos, antes de llegar el convoy presidencial, ya había una multitud de personas haciendo antesala esperando ser recibidos, desde periodistas y humildes campesinos, hasta empresarios, gobernadores, diputados y senadores. ¿Cuándo serían recibidos por el Presidente? Ese era el apremio, dado que cada minuto que pasaba podría ser decisivo para la vida del viejo líder bolchevique.

Previamente se le había entregado al asistente del Presidente la misiva de Múgica y esta realizó el milagro. Momentos después de que el Presidente abordara su carro, los dos delegados fueron introducidos a la antesala del despacho oficial e inmediatamente se les avisó que serían recibidos por el general Cárdenas ante el asombro de propios y extraños. Mientras tanto el asistente presidencial Ignacio Beteta, dibujaba caricaturas de Diego.

Diego Rivera era entonces el artista plástico mexicano más famoso y conocido tanto en México como en el extranjero. Previamente los delegados habían acordado que Rivera entraría primero y haría la petición de asilo a nombre suyo y Octavio Fernández como representante oficial de la sección mexicana de la IV Internacional quién contaba con pleno poder para resolver cualquier cuestión que se pudiera presentar con el Presidente Cárdenas.

Al ser llamado por el Lic. Beteta, Rivera entró al despacho presidencial y después de algunos minutos de mortal espera, salió del despacho y mencionó que "El Presidente ya estaba enterado de la petición, pero que antes de dar una respuesta, solicitaba la presencia del representante de la sección mexicana".

Ya en el despacho presidencial y sin mayores preámbulos el general Cárdenas manifestó más o menos lo siguiente

"El señor Trotsky puede venir a México. El gobierno que represento le concederá asilo como refugiado político... en vista de las circunstancias que hacen que su vida esté en inminente peligro, según me aseguran ustedes. Se le concederán todas las garantías necesarias... no será un prisionero". Fernández interrogó: "

¿Su gobierno, señor Presidente, demanda algún compromiso o impone condiciones especiales?

"No se demandan promesas de ninguna clase a ustedes, puesto que el señor Trotsky sabrá conducirse como corresponda a un asilado político... lo único que se exige es que los trotskistas de México, se abstengan a su llegada, de demostraciones que pudieran provocar choques con los elementos antagónicos al señor Trotsky. Deben ustedes regresar a México, donde ya el Secretario de Relaciones Exteriores estará instruido respecto al trámite que debe realizar para que el señor Trotsky pueda venir a México".

"Fuera del tren presidencial, en medio de la alegría que embargaba a los dos delegados, Rivera manifestó a Fernández que no creía que Trotsky fuera a venir a México. Que mañana mismo nos pondrían las trabas que lo harían imposible... Soy capaz de ir de rodillas hasta Nueva York si se hace realidad la resolución del señor Presidente". [8]

De este acontecimiento, México solo conoció un lacónico comunicado de la radio. "Diego Rivera y un acompañante desconocido fueron recibidos por el general Cárdenas a bordo del tren presidencial. Nadie pudo informar del objeto de la visita".

Lucha por la visa

De inmediato los delegados iniciaron el viaje de regreso rumbo a México a tramitar la visa. Solo hubo una parada para cenar y tomar café en Torreón y continuar con febril velocidad ante la perplejidad y descontento del chofer y del ayudante de Rivera. Al llegar los delegados a la ciudad de México se entrevistaron con el general Eduardo Hay, Secretario de Relaciones Exteriores, quién manifestó. "No estoy de acuerdo en que el señor Trotsky venga al país... Mientras yo sea Secretario de Relaciones Exteriores, la visa no será concedida".

Ante esta escueta y tajante respuesta del Secretario de Relaciones Exteriores, los delegados acudieron nuevamente al general Múgica, única fuerza en el gabinete capaz de influir ante el presidente. Nuevamente obtuvieron una respuesta pronta y decisiva: "Yo me hago cargo del asunto; pero, ante todo, ni una palabra debe ser conocida por nadie acerca de la resolución del señor Presidente; la menor filtración liquidará este asunto".

A partir de ese momento comenzó una lucha sorda, tras bambalinas, entre el general Múgica y el Secretario de Relaciones Exteriores y sus aliados estalinistas.

Repentinamente la prensa de la ciudad de México, el 1º de diciembre, publicó un comunicado del Lic. Vicente Lombardo Toledano, en el que este a nombre de la CTM, declaraba que había rumores de que se estaban llevando acabo trámites para que Trotsky radicara en México, expresándole al señor presidente que la permanencia de Trotsky sería motivo de dificultades para el movimiento obrero y que se justificaba que los sectores revolucionarios hayan hecho el cargo a Trotsky de estar de acuerdo con el fascismo alemán.[9] Se iniciaba la ofensiva abierta de Stalin. La fuente de la filtración de información a Lombardo Toledano no podía ser otra que la misma Secretaría de Relaciones.

La siguiente etapa era provocar una serie de incidentes por parte del Partido Comunista y la CTM para mostrar al presidente Cárdenas, que la venida de Trotsky solo le causaría problemas.

El general Múgica reconoció que la situación era muy grave e indicó a los delegados "Urge que vayan nuevamente a Torreón a ver al general Cárdenas, si llevan el respaldo de algunas organizaciones obreras es mejor; pero deben salir inmediatamente".[10]

El BP de la sección mexicana se reunió ese mismo 5 de diciembre, resolviendo enviar una nueva delegación, en que además del delegado trotskista, debían ser delegados obreros los que demandaran ante el Presidente el asilo para Trotsky.

Se integró la nueva delegación, conformada, por parte del Sindicato Único de Trabajadores de la Construcción, SUTC, Juan R. de la Cruz secretario general y David Urzúa ejecutivo del mismo.

Por parte de la Confederación Obrera y Campesina Casa del Pueblo, Manuel García y Genaro Gómez Jr. y el entonces abogado del SUTC, Lic. Bernabé Jurado como auxiliar técnico. Siendo responsable de la delegación Octavio Fernández.

El viaje se inició a la media noche del mismo día bajo las mismas condiciones de velocidad y premura que el anterior. Este parecía una réplica excepto que Rivera se quedó en México para estar en contacto con el general Múgica.

"Durante el viaje se presentaron diversas dificultades, siendo todas ellas superadas…. En Monterrey en la mañana del 7 de diciembre se acordó llamar por teléfono a Rivera. Se estaba en espera de la comunicación cuando los vendedores de los periódicos locales comenzaron a vocear la noticia sensacional del día". "La Secretaría de Relaciones Exteriores había hecho público un comunicado otorgando el derecho de asilo en México a Trotsky". [11]

Acá puedes leer la primera entrega:
Cómo se obtuvo el asilo político en México para Trotsky

Acá puedes leer la tercera entrega:
León Trotsky llega a México: por fin obtuvo una visa

[7] Octavio Fernández V., "Como se Obtuvo el Derecho de Asilo para León Trotsky en México", La Prensa, 20 de abril 1956.

[8] Ídem.

[9] La Prensa,1º de diciembre 1936

[10] Octavio Fernández V., op. cit.

[11] Ídem.

 
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