Los violentos choques que tuvieron lugar el día sábado en Sisco, Córcega, culminaron con varias personas hospitalizadas y la quema de tres vehículos. Los enfrentamientos habría surgido entre las familias musulmanas que viven en Sisco y turistas acusados de haber tomado fotos a las mujeres de esas familias, vestidas con burkini. El enfrentamiento entre los familiares de la mujer fotografiada y los jóvenes que tomaron la foto se volvió más violento, incluyendo ataques de armas blancas Un gran destacamento de la policía y la gendarmería intervinieron cuando un importante número de habitantes de la ciudad atacaba a las familias musulmanas que se encontraban en el lugar.
Al día siguiente, alrededor de 500 personas se reunieron fuera del ayuntamiento de Bastia, y una delegación de familiares de los jóvenes que participaron en este altercado fue recibido de emergencia por la Prefectura. Después de esa entrevista considerada "insatisfactoria" por la delegación, algunos de los manifestantes se dirigieron barrio Lupino, el hogar de muchas familias musulmanas, en medio de consignas racistas ( "A las armas, nosotros subiremos, porque este es nuestro hogar" ), y al hospital, donde estaba siendo atendido uno de los hombres de origen magrebí herido el día anterior. Los manifestantes fueron bloqueados por la policía antidisturbios y CRS.
Si bien las declaración conjunta del Presidente del Consejo Ejecutivo de Córcega y de las autoridades de la Asamblea de Córcega llamaron a la calma y la compostura, condenaron el "comportamiento provocador y actos violentos de una persona externa a la comunidad". Las autoridades, antes de cualquier investigación, han responsabilizado a las familias musulmanas utilizando como pretexto la indumentaria que usaban para justificar el ataque que recibieron.
Siguiendo el ejemplo de Cannes, el alcalde de Sisco aprovechó el evento para prohibir el uso del burkini en las playas de la ciudad, dejando ver su “análisis” sobre los “motivos” del enfrentamiento. Un paso más de los líderes políticos extendiendo la islamofobia.
Un contexto nacional propicio para el desarrollo de la islamofobia al servicio del calendario electoral.
En un contexto donde las poblaciones musulmanas son recurrentemente víctimas de la discriminación, la serie de ataques terroristas de 2015 y 2016, han contribuido a crear un clima de desconfianza y sospecha general contra las personas de fe musulmana. De acuerdo con el informe del Colectivo Contra la Islamofobia en Francia (CCIF), actos islamófobos (discriminación, la violencia física o verbal, las expresiones de odio, vandalismo y profanación) habría aumentado un 18,5% entre 2014 y 2015.
Esta polémica sobre el burkini son una forma en que la extrema derecha, en especial el Frente Nacional, busca recuperar la visibilidad después de las movilizaciones en contra de la legislación laboral, durante los cuales ha estado en silencio.
Por su parte, el primer ministro Manuel Valls puso a los musulmanes bajo custodia en un artículo publicado en Le Monde el 30 de julio: "Si el Islam no ayuda a la República para luchar contra los que socavan las libertades públicas, será cada vez más difícil para la República garantizar la libertad de culto ". De esta manera traslada la responsabilidad de la “lucha contra el terrorismo” a los propios musulmanes, dando a entender que quienes practican esa religión no se oponen activamente a los responsables de los trágicos ataques que se sucedieron en Francia.
De este manera, al igual que bajo la presidencia de Nicolas Sarkozy, centrar las discusiones sobre temas de seguridad o de la identidad nacional es una manera, del gobierno, de atraer la simpatía de los electores de Marine Le Pen, al tiempo que se busca evitar hablar de los verdaderos culpables de desempleo y pobreza. Se busca también imponer divisiones entre los trabajadores y la juventud utilizando la cuestión religiosa y en especial la islamofobia, pero la politización que esta dando el movimiento en contra de la legislación laboral puede ayudar a superar las divisiones para defender sus intereses comunes. |