Natalia es directora de los portales Malviticias y El Sanmiguelino, que cuentan de historias del conurbano. Le gusta el periodismo narrativo, cuyo precursor fue Rodolfo Walsh con Operación Masacre, un libro de no ficción que leyó en el tren Belgrano Norte, mientras cursaba periodismo. En esta entrevista nos cuenta sobre lo que implica ser periodista en el Gran Buenos Aires. |
¿Cómo ves al mundo del periodismo después del triunfo de Macri?
Me parece importante mencionar la responsabilidad de los empresarios que crean medios de comunicación con la misma concepción que fábricas de medias. Durante el gobierno anterior hubo algunos que recibieron generosas pautas y cuando eso se acabó dejaron a cientos de trabajadores sin trabajo, además de apagarse voces, que eso es gravísimo. Sobre la línea editorial, es interesante la profundización de los editoriales del diario La Nación, que insiste en la finalización de los juicios de lesa humanidad y la prisión domiciliaria para los represores de la última dictadura cívico militar.
¿Sobre la Ley de Medios qué opinión tenés?
Me parece que el gran logro fue que el ciudadano común aprendiera a leer entre líneas. Antes comprar el diario era un acto de fe, uno creía cien por ciento lo que decía. Hoy, la gente se cuestiona y analiza quién lo dice y trata de entender qué hay detrás de las noticias, de las opiniones.
Lo que faltó trabajar es la regularización de las radios. Hay un montón emisoras comunitarias que están en graves problemas. En Sol y Verde de José C. Paz la Enecom amenazó con cerrar la única radio del barrio y es una voz fundamental para los vecinos.
¿Qué implica ser periodista en el conurbano?
Tiene que ver con aportar una mirada distinta de los medios nacionales, que además tienen otra dinámica para trabajar en el territorio. Cada medio tiene su impronta y su bajada de línea. Nosotros tenemos una posición política y lo expresamos a través de nuestras notas, con los protagonistas y nuestros propios enfoques. Los que nos leen saben hacia donde apuntamos. No pretendemos mostrar la “verdad” porque no creemos en semejantes conceptos, como tampoco en la “neutralidad” u “objetividad”. Nunca, ni antes ni ahora los medios fueron objetivos.
¿Y en Malvinas Argentinas puntualmente?
Creo que después de la famosa golpiza a periodistas, en 2012, en el marco de una cobertura por mala praxis (probada por la Justicia), el oficio tomó otra dimensión. Fue un momento crucial en la profesión y en mi vida. Muchos me decían que mejor me quedara en mi casa criando a mi hija, pero el amor y las convicciones por lo que creía que valía la pena contar fue más fuerte. Hacer periodismo en el conurbano es un desafío.
No es lo mismo comunicar en Malvinas que en San Miguel, que tiene una la plaza núcleo. Hacés algo ahí y se entera todo el distrito. En cambio, en Malvinas no hay una plaza central, es como un esqueleto donde las puntas no tienen un sentido de la pertenencia una con la otra.
¿Qué visión tenés de los medios zonales?
En muchos casos, cumplen además una función extra con el barrio: se convierten en merenderos o hacen eventos a beneficio. Eso es supervalioso. Los medios con su propia agenda son los más valiosos, me parece. Pero muchas veces eso está limitado a los recursos. Es esencial que cualquier agrupación política, cultural y social tenga una persona que se ocupe de la prensa, la comunicación es esencial. No alcanza con que nos etiqueten en facebook. Tiene que haber un plan. Los medios no podemos inventar hechos políticos, si ellos no se expresan, no vamos a hacerlos por ellos.
¿Cómo ves el tema de la financiación de los medios zonales?
Sobre los medios locales –mal llamados medios chicos- me parece importante profundizar sobre quién los financia. Para mí debería estar regulada la pauta estatal, como sucede en la Ciudad de Buenos Aires. En el Conurbano solo se trata de acuerdos políticos y eso, además de injusto, es arcaico. ¿Por qué el privado no invierte en los medios locales? Creo que deberíamos trabajar un poco ese tema, ¿no? Da para un lindo debate.
-Obviamente que uno tiene su afinidad, pero si te empezás a auto censurar perdiste.
. Y está claro que la pauta condiciona, pero de ahí a volverse un medio obsecuente hay un abismo. Y como dije antes, la clave está en la legitimidad que busque el medio y en las decisiones editoriales de todos los días. Desde Malviticias, tratamos de generar nuestra propia agenda, a veces sale y a veces no. Las presiones siempre estuvieron y están, pero está en la editorial y en la decisión del día a día saber qué camino tomar. Como cualquier medio de comunicación estamos expuestos al error, es todo muy dinámico. Por supuesto que nos equivocamos. Me gustaría agregar algo sobre la justicia ¿puedo?
-Sí, obvio.
Hoy más que nunca está claro que el Poder Judicial –el menos visibilizado por los medios de comunicación- es un espacio corporativo y que el concepto “la familia judicial” no es un mero eslogan. A partir de conocerles un poco más la cara a los jueces federales de Comorodo Py, es interesante pensar en lo que pasa en las provincias y puntualmente en el Conurbano, lugar que nos atañe. Nadie conoce quiénes son los jueces y fiscales, ni sus nombres ni sus caras. Más de una víctima me ha manifestado la queja de algún fiscal porque la víctima expuso en televisión o alguna nota periodística que la investigación de la causa iba lenta. Es como una amenaza, ¿no? Y sí, visibilizar esa situación y esas caras, también es una tarea nuestra, de los medios locales. |