Luis Urzúa
| Docente / Agrupación Bordó en la Marrón provincial
El pianista, arreglador, compositor y director, murió hoy a los cien años de edad en el sanatorio Güemes, donde se encontraba internado. Repasamos su legado.
Es sabido que el tango comenzó un período de lento declive hacia la década del 50. También, que hubo artistas, como Astor Piazzolla, que cuestionaron la continuidad del lenguaje preexistente, y propusieron y llevaron a cabo renovaciones diversas.
Quizás es menos sabido que para ese momento ya se venía desarrollando el perfil musical de uno los pianistas, arregladores y compositores más singulares de la segunda mitad del siglo XX. Horacio Salgán.
Artista de culto para generaciones de músicos y melómanos, Salgán nació en Buenos Aires el 15 de junio de 1916. Comenzó a estudiar el piano con sólo 6 años. Ingresó al conservatorio municipal y ya de adolescente trabajaba de pianista como solista y como acompañante en cines, radios, orquestas para animar fiestas, y hasta de organista en iglesias.
De sólida formación académica, ya en el año 1936 se sumó como pianista a las orquestas de tango de Roberto Firpo, y como arreglador a la orquesta de Miguel Caló. Con veinte años, comenzaba a jugar en las ligas mayores del tango.
En 1944, interesado en plasmar su particular manera de tocar y componer, formó su primera orquesta, que perduró hasta 1947. Acompañaba entonces a otro intérprete atípico; el cantor Edmundo Rivero.
La respuesta a su propuesta vanguardista no fue buena. Lo despidieron de radio Belgrano y cesaron su contrato con RCA. Tal vez, la década de oro no era el momento para el desarrollo de su propuesta. A los bailarines milongueros, grandes protagonistas de la época, no les causarían gracia los cambio de tempo y los ritmos de su orquesta.
Para 1950, retornaría con una nueva formación que iría ganando espacio.
"A Don Agustín Bardi" tango de Salgán, arreglado por él, e interpretado por su orquesta en 1950.
El tango, para aquel entonces, perdía adscripción popular. El folklore, otros ritmos latinoamericanos como el Bolero y el Mambo, y luego el Rock lo asediaban desde flancos (y momentos) diversos.
Muchas orquestas, por falta de trabajo disolvían sus formaciones.
En medio de este proceso, Salgán forma en 1957 un dúo con el guitarrista Ubaldo De Lío. Casi simultáneamente con Piazzolla introduce una guitarra eléctrica en una formación tanguera. Su lenguaje musical resulta novedoso. La guitarra está totalmente supeditada al piano y abandona sus roles típicos.
1960 es el año de la creación de su agrupación más importante, y con la cual va a desarrollar gran parte de su obra. El Quinteto Real. A la guitarra y al piano se le suman el contrabajo, el violín y el bandoneón. https://www.youtube.com/watch?v=Rshun1QHl3I
El quinteto tiene un trabajo de arreglo de una sofisticación y virtuosismo extraordinarios. Sus arreglos descansan, valga la contradicción, en un piano que abarca las posibilidades texturales más diversas y complejas. Hay algo de juego en estas creaciones, tal vez con una reminescencia a otro gran lúdico del género, el gran Julio de Caro. Salgán escribe hasta la última nota de cada uno de los arreglos. En su mano, el arreglo y la composición se confunden. La concepción de obra es totalmente pianística. 40 años de desarrollo musical que quedan plasmados en no tantas grabaciones.
Horacio Salgán tocó por última vez en público en el año 2010 con el Quinteto Real, aunque ya había delegado en el año 2002 su rol de pianista y conductor de la agrupación en manos de su hijo, César Salgán.
Vanguardista y conservador a pesar suyo, fue un virtuoso y estudioso pianista que se enamoró de un sonido, de una forma de tocar y arreglar el género, y lo siguió tozudamente, dando una personalísima impronta a un tango que se alejaba del baile, y señalando el camino a tantos otros. Como el mismo afirmó "Empecé a componer porque quería hacer un tango de una manera determinada. No con la idea de ser compositor, sino con la de tocar tangos como a mí me gustaba. Lo mismo sucedió con la orquesta. Como a mí me gustaba interpretar tangos a mi manera, la única forma era teniendo mi propio conjunto, entonces la armé. Hay gente que le gusta ser director de orquesta, pero a mí me interesó mi vocación pianística. Sin ninguna intención de crear nada".
Murió hoy a los 100 años de edad dejando un enorme legado musical.