Empezamos bárbaro, un sábado a la tarde. “Che, a las 4 pelea Pareto, llegó a la final”. Durante el cambio de turno en las líneas de empaque, las cajas de los supermercados y otras miles de mujeres volviendo de las casas de sus patrones como todos los sábados del año, Paula Pareto conquistaba el oro en Judo. El diario Olé, tan machista como siempre, habló de “los huevos más grandes que los de Nocioni”. Es mujer, pequeña y pelea, habrá pensado el editorialista con menos imaginación del mundo. Aún sin ver sus enfrentamientos, sin saber nada de ese arte marcial, Paula Pareto ganaba la de oro y contagiaba. ¿Vieron cómo la coreana la dio vuelta por el aire, cayendo de cabeza? Eso es aguantar los embates…
Al segundo día ya estábamos a full. “Mis tendinitis en las muñecas no las cubre la ART, tengo que pelearla en la junta médica”. Claro, habla una compañera que hace 18 años hace la misma tarea repetitiva en la cocina del restaurante. Del Potro sí que se curó de sus dolencias de muñeca, y en menos de 7 meses de recuperación con el más alto cuidado médico, le ganó al mejor del mundo, Djokovic. Como en Londres 2012, cuando fue por el Bronce. Esta vez, en primera ronda. Ganó “Delpo”, el serbio le dijo algo al oído, y el tandilense estalló en llantos. “Nole” también. Del Potro nos regaló la de plata con batallas épicas contra Nadal y Murray.
Hándbol masculino peleaba contra titanes, Vóley y Básquet empezaban bien. “Salgo del laburo y voy directo para tu casa, el básquet juega contra Brasil, partidazo”. Los diarios nacionales fogueaban la rivalidad entre brasileros y argentinos. Casi su única estrategia para cubrir las competencias. El propio capitán del básquet y abanderado de la delegación argentina, Luis Scola, teminaría twiteando: “Olé no entendió nada”. El “nacionalismo deportivo” de La Nación, la TV Pública y demás grandes medios rozaban la discriminación y xenofobia “anti-carioca”.
Sudamérica tuvo sus mejores Juegos Olímpicos de la historia. Y fue la mejor participación Argentina desde Londres 1948: 3 de oro y una de plata. Hubo solidaridad entre los pueblos. En el mejor partido de básquet de estos Juegos, el argentino Scola y el brasilero Huertas se abrazaban alentando a ambas hinchadas a vitorear con respeto al rival. Lo del paraguayo maratonista Derlys Ayala queda para lo mejor de estos Juegos: sin chances de medalla, decidió acompañar en los últimos metros al acalambrado argentino, Federico Bruno. Salieron últimos, pero Ayala es un campeón del deporte por este gesto de humanidad.
“¿Y Las Leonas?”, preguntaban simpatizantes de este deporte poco afín a los barrios populares. A la debacle del equipo femenino de Hockey, como en el ya previsto desenlace futbolero, Los Leones le pusieron el pecho y lograron una hazaña inconmensurable. Ganaron la de oro, con una barra que a falta de fútbol, ya festejaba el gol del final con Bélgica como si fuese el año 1986. El deporte se populariza a pesar de todas las barreras…
Lo de Lange-Carranza en Vela, aunque no tengamos ni idea de lo que es pasar un fin de semana en un Club Náutico del Delta o del Atlántico, corona una larga historia de medallas conseguidas, desde la época de Espínola en los ´90. ¿Habrá algo más lindo que manejar un velero? Para Lange sí: ganar una medalla de oro por eso, a los 50 años.
Ginóbili, Nocioni: dos grandes se retiraron, perdiendo contra la nueva generación estadounidense del Dream Team, ese equipo que hace unos 12 años atrás entendió que deben jugar a conciencia para ganar el oro, gracias a estos dos monstruos argentinos y Cía.
Desde La Izquierda diario seguimos las alegrías y tristezas que nos regala el deporte internacional. Somos internacionalistas, tanto del buen juego como de la realidad de quienes no pueden tener acceso a la mejor recreación de la humanidad que es el deporte, junto a las artes. Las mayorías que pueblan el planeta. Por eso las cubrimos…porque “Olé, no entendió nada”. |