Los funcionarios macristas se habrán sentido decepcionados, si esperaban llevarse ayer un fuerte espaldarazo en su participación en el seminario “Argentina: Perspectivas Económicas y Políticas”, organizado en el Hotel Alvear por la Cámara Argentina de Comercio y el Consejo de las Américas. En este evento, del que participó un nutrido contingente de empresarios y dirigentes políticos del oficialismo así como del FPV y del Frente Renovador, el gobierno debió admitir que está empantanado. Quien lo expresó de forma más elocuente fue María Eugenia Vidal, quien sostuvo que los “cambios” que impulsa el Gobierno desde diciembre y admitió que son “seguramente no a la velocidad de las expectativas de los argentinos, nosotros también quisiéramos ir más rápido”.
En cierta medida, lo de ayer fue una previa del “Foro de Inversión y Negocios en la Argentina” que tendrá lugar entre el 12y 15 de septiembre. No por el volumen de la convocatoria, ya que dichas jornadas verán pasar a más de 2.000 representantes del sector empresarial, nacionales e internacionales. Pero sí porque da una idea del clima, (muy) moderadamente optimista que reflejan los dueños y sus gerentes.
Bien temprano, Roberto Sifón Arévalo, director de la calificadora S&P, opinó que “la confianza que hay hoy en el país no se traduce aun en inversores”. Su hincapié estuvo en la actividad: “si la economía no se reactiva no hay plan ni equipo que funcione”. Opinó que “el nivel de endeudamiento no es un problema sino el gasto corriente y el déficit fiscal”. Acá tuvo un matiz el CEO de la filial local del HSBC, quien opinó que “fue innecesario el corset que se autoimpuso el equipo económico de alcanzar el 4,8 % de meta fiscal”. Opinó que “Wall Street le va a perdonar medio punto de más de déficit”. No parecería estar tan de acuerdo el director del mismo banco para la región, Gerardo Mato, quien consideró que “lo más importante para los inversores es que vean que el financiamiento que buscan las provincias sea para inversiones en financiamiento no para cubrir gastos corrientes, porque esto generará tasas altas y la ventana de crédito se cerrará”.
Si esto se escuchó en las exposiciones, en los comentarios de los pasillos los empresarios expresaban quejas, centradas sobre todo en la fría marcha de la actividad económica, en los costos y en los problemas de competitividad. No sorprende entonces que pesar de que el gobierno busque convender de lo contrario, la lluvia de inversiones con la que se había ilusionado Macri siga sin concretarse.
La agenda PRO: apertura y flexibilización
Los funcionarios de Cambiemos fueron a presentar una agenda que tiene entre sus puntos claves bajar un ataque solapado –o no tanto– a las condiciones de trabajo, bajo la bandera de mejorar el nivel de empleo. El ministro de Producción Francisco Cabrera, consideró que “el tema más problemático” que tiene la economía argentina es “la falta de demanda de empleo”. Su receta para estimular dicha demanda, pasa por bajar impuestos mediante un “modificación tributaria”, aumentar el “financiamiento para las pymes”, y “mejorar el capital humano, a través de capacitación, y bajar el costo del empleo”. Esto último es una forma encubierta de hacer referencia a la flexibilización laboral, que contribuyó durante las últimas décadas a bajar los costos para los empresarios, al precio de precarizar cada vez más incluso el empleo formal. |