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31 de enero de 2025 Twitter Faceboock

Educación
¿Por qué el MINEDUC quiere eliminar filosofía del currículum obligatorio?

Estaba haciendo clases de filosofía, en un Liceo Polivalente Municipal, en la zona sur de Santiago. Una estudiante de 3º Medio se me acercó y me mostró desde su celular la noticia: “MINEDUC propone eliminar Filosofía del plan común de enseñanza media”. Por supuesto que comenté la noticia con el curso.

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Por: Juan Gamboa, profesor de filosofía.

Leí en voz alta. No sólo es la eliminación de Filosofía como asignatura obligatoria desde el 2019 para 3º Medio y desde el 2020 para 4º Medio, también es la fusión de las tres Ciencias e Historia en una asignatura única: “Ciencia, Naturaleza y Sociedad”. Muchos estudiantes preguntan: ¿Cómo se hará eso? ¿Sólo un profesor dará la asignatura? ¿Cómo hablará de Física o Química alguien que estudió Historia?

Por nuestra parte nos preguntamos también cuáles serán las consecuencias laborales.

Hijas e hijos de barrios obreros y populares, las y los estudiantes del polivalente se notan a gusto en las clases de filosofía. En general son muy activos. La noticia no fue bien recibida. Me pregunté ¿cómo puedo reforzar la postura compartida de que filosofía sea una asignatura obligatoria en el currículum escolar? Algunos días atrás les había comentado a estos jóvenes las Tesis sobre Feuerbach de Marx, y había citado la famosa afirmación de que los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo de distintas maneras, pero de lo que se trata es de transformarlo. Pero nadie concluyó que la filosofía es inútil para transformar el mundo. Y son varios los que quieren hacerlo.

Un joven levantó la mano en la sala. No quieren que pensemos, dijo. Eso fue una postura común de varios. He visto a varios de mis amigos y amigas –que salieron del colegio hace bastante- plantear la misma visión que mis estudiantes: “sacan filosofía e historia como asignaturas obligatorias, porque quieren educar a gente que no piense”. En otro colegio en el que trabajo, particular, en el “polo opuesto” al liceo polivalente, también los jóvenes se percataban de que en el fondo se busca generar un tipo de estudiante que no cuestione ni interrogue.

Un argumento tal podría ser tomado por algunos como una reproducción de un cierto sentido común estereotipado de los filósofos o los profesores de filosofía como sabios que se erigen en depositarios de la verdad o pensantes diferenciados de la gente común “que no piensa”. Pero hoy, para cualquier profesor de filosofía, resultaría extraño negar que la disciplina trabaja situada en el mundo y no en un mundo trascendente de ideas. O que se conecta con el resto de las disciplinas y la vida desde diversas aristas. O que muchas de sus habilidades, ciertamente, pueden fomentarse en un todo curricular más amplio. Por otro lado, sería raro que jóvenes de proveniencia obrera se mirasen a sí mismos como “reyes filósofos” en contextos tan precarios como un liceo municipal. No se trata de “los que piensan” versus “los que no piensan”. Que no se distorsione el debate mostrando a quienes defienden la filosofía en las aulas como unos pedantes.

En el documento ministerial emanado en enero del 2004, titulado “La filosofía en la educación escolar chilena”, en cierto modo se usa esta interrelación de la filosofía con el resto de las disciplinas y la vida, para justificar que solamente tres sean las horas obligatorias y la no existencia de la asignatura obligatoria en la educación técnico-profesional y para adultos. Y se deja la puerta abierta para la actual intención de sacarla del currículum obligatorio. Primero, el documento explica que se puede entender la filosofía en dos sentidos, como “cuerpo de conocimientos” o como la promoción “de una serie de destrezas y habilidades de índole cognitivas –por ejemplo, su capacidad analítica, crítica y reflexiva”; que “además ayuda al desarrollo de actitudes y valores, asociados con la ética y la convivencia armónica, tales como la tolerancia frente a diferentes puntos de vistas, y la resolución de conflictos a través del diálogo constructivo y razonado”. Entre otras cosas, en ese documento se concluye que consecuentemente “las habilidades y destrezas, actitudes y valores centrales de una educación filosófica están actualmente presentes dentro de otras asignaturas y en contenidos intra-asignatura a lo largo de los diez años de currículum compartido por todos. En otras palabras, sin tener clases de Filosofía durante estos diez años los alumnos gozan de un currículum entero que se preocupa de muchas de las destrezas y habilidades centrales de la asignatura Filosofía (…) Desde este punto de vista es insostenible afirmar que el currículum de la Reforma es intencional o involuntariamente anti-filosófico ”.

La decisión actual de eliminar la obligatoriedad de la asignatura, sustituyéndola por “formación ciudadana”, en cierto modo, lleva los razonamientos de ese documento hasta las últimas consecuencias. Como “cuerpo de conocimientos” la filosofía es sutilmente declarada inútil, y como conjunto de destrezas y habilidades, es declarada transversal a todas las disciplinas y currículum, razón por la cual sería innecesaria una asignatura especial.

Esta argumentación es tramposa e interesada. Es una visión que sin explicar por qué desdobla la filosofía en un cuerpo de conocimientos “constituido por obras e ideas filosóficas” que “son simultáneamente una fuente y un legado cultural histórico”, por una parte; y una serie de destrezas y habilidades, por otra, tales como la capacidad de abstracción, pensar en sistemas, experimentar y aprender a aprender, comunicarse y trabajar colaborativamente, resolución de problemas, manejo de la incertidumbre y adaptación al cambio, habilidades y actitudes relacionadas con la democracia y los derechos humanos, valores y tensiones entre valores (MINEDUC, 2004). Asume el prejuicio de que la filosofía como cuerpo de conocimientos sería inútil en la educación escolar y que se pueden aprender habilidades y destrezas filosóficas sin absorber el corpus filosófico. ¿Qué subyace a este modo de ver las cosas? Un profundo elitismo de clase: pues el documento del 2004 afirma que el cuerpo de conocimientos filosófico está “permanentemente vigente por su misma naturaleza”. Ahora bien, si en la educación escolar este cuerpo se asume como no pertinente, entonces se reserva su estudio a una elite. Sólo quienes tienen tiempo y recursos pueden acceder a la filosofía en cuanto “cuerpo de conocimientos”. Para el resto la decisión ya está tomada: a la filosofía como cuerpo de conocimientos le falta pertinencia o utilidad. Por otro lado, el pensar destrezas y habilidades filosóficas sin asignatura de filosofía, presentes en todo el currículum, es pensar en destrezas y habilidades abstractas, por fuera del contenido de las disciplinas, es pensar en “formas”. ¿Qué condiciona una cosa y otra? Años atrás, un profesor escribía que “si nos detenemos un poco en esta paradójica decisión asumida por el Ministerio de Educación –paradójica, a lo menos, en apariencia- es posible visualizar que ella está en una rigurosa coherencia con lo que podríamos llamar la prepotencia de la realidad. Más que un error se trata de una medida que responde a un errar en el sentido del vagar, de ir de un lugar a otro sin un destino definido, actitud absolutamente consecuente con las fuerza de los acontecimientos que caracterizan nuestro presente y que han hecho de la disponibilidad y la flexibilidad las más valiosas capacidades para actuar en situaciones de la vida real, para decirlo con las mismas palabras con las que se fundamenta la Reforma Educacional” (Fernando Longás, “Filosofía versus Educación: ¿un contrasentido de la Reforma Educacional?”, 2006). No asumimos íntegramente los planteos de este profesor universitario. Pero su tesis tiene el mérito de dar cuenta del aspecto de subordinación al orden existente que implica sacar filosofía del currículum obligatorio, en tanto es en ese orden que un conocimiento no directamente técnico-productivo puede ser tildado de no pertinente y ante el cual se requieren capacidades –habilidades y destrezas- que pueden resumirse en la noción de adaptación.

Marx, que algunos años atrás fue elegido el filósofo más famoso de la historia, en la “Introducción para la crítica de la filosofía del derecho de Hegel” dice que así “como la filosofía encuentra en el proletariado su arma material, así el proletariado halla en la filosofía su arma espiritual”. Podríamos leer, desde acá, que la inexistencia de la asignatura de filosofía en la educación técnica, busca precisamente mantener alejada esa “arma espiritual” de aquellos que al terminar su vida escolar pasarán a ser mayoritariamente proletariado. Y lo mismo el actual anuncio. La filosofía, en cuanto actividad que implica la construcción de un cuerpo histórico, por su propio carácter hace posible la apertura de vías de cuestionamiento a los sentidos comunes dominantes en quienes la ejercitan como docentes o estudiantes. La realización de esa posibilidad no ocurre necesariamente. Y el grado de esa apertura depende de múltiples factores: sociales, individuales, institucionales, políticos, entre otros. Pero es el carácter mismo de la disciplina lo que abre esa posibilidad, de modo quizá más directo que otras. Los jóvenes del polivalente me han comentado que las clases de filosofía les son útiles para problematizar su propia vida y el mundo que los rodea. Eso, que parece congruente con la noción “currículum para la vida” propuesta por el MINEDUC, resulta más complejo para los objetivos curriculares oficiales desde el momento en que la filosofía como disciplina puede poner en tensión nociones centrales que los articulan y los configuran políticamente. Los centros de gravedad del sentido común impregnado en el diseño curricular, por así decirlo.

¿Cuáles son esas nociones? Según un documento oficial del MINEDUC del 2004 en el que se definen los lineamientos centrales de la enseñanza de la asignatura la “reflexión filosófica tiene la función de ayudar a los jóvenes a cumplir con la tarea –a la que toda persona está llamada- de formarse por sí mismos una visión de las cosas y a actuar de acuerdo con ella. Por esta razón, es condición indispensable del comportamiento moral y de la participación en una sociedad democrática”. Bien, ¿acaso no puede la filosofía poner en tensión esos conceptos constitutivos que la definen en el pensamiento ministerial? Preguntar, quizá, si realmente “toda persona está llamada a formarse por sí misma una visión de las cosas” en un mundo en el que reina la necesidad y cómo se da ese proceso en relación a las condiciones materiales y las relaciones sociales en el mundo; poner en tensión los conceptos de moral y democracia, recurriendo a las herramientas y elaboraciones de la disciplina, y relacionando esos elementos con nuestra realidad político-social chilena empírica, en la cual la democracia existente se revela como poder del dinero.

No deja de ser cierto que por estos días la palabra “filosofía” se asocia a los “demonios” más insólitos. Recordemos las palabras de Arturo Martínez, ex presidente de la CUT, del 31 de agosto del 2011: "Queremos que nuestras convocatorias sean limpias y no estamos dispuestos a aceptar que vengan a empañarlas los muchachos, y quiénes están detrás de ellos, porque hay profesores de filosofía detrás de toda esta cuestión violenta, que está institucionalizándose en el país.” Los profesores de filosofía, en sus palabras, le metemos porquería en la cabeza a la juventud.

Hay que combatir este intento del MINEDUC. Los profesores y profesoras de filosofía somos parte de los docentes que el 2014 se revelaron desde las bases contra la burocracia del Colegio de Profesores y que el 2015 protagonizaron el paro de dos meses. Debemos llevar esta discusión a las salas de clases y a las salas de profesores, a los sindicatos y al Colegio de Profesores. Trabajadores de la educación y estudiantes no hemos dado nuestra última palabra.

 
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