Hora pico. Subte sin asientos disponibles. Hernán Firpo como la cara putrefacta y horrorosa de la regateada periodística ve entrar a una persona de bajos recursos a pedir en el subte. Se ve interesado repentinamente por una postal cotidiana en el mundo capitalista que el marketing de los países que el imaginario clasemediero tilda de “desarrollados” intenta esconder de los ojos de los tercermundistas como es el caso (por más que no le guste) de Firpo.
La persona que protagoniza la postal parece molestar la vista de Firpo con su pobreza. Firpo piensa inmediatamente en hacer una nota en Clarín que, como todas las notas de los medios hegemónicos, intenta derechizar la conciencia con discursos racistas, xenófobos, homofóbicos, elitistas, etc. Estos discursos van asentando las bases de determinados discursos y determinadas situaciones que culminan en jóvenes vestidos de nazis y acosando a otros compañeros en Bariloche o en gobierno sintiéndose libre de cuestionar la cantidad de desaparecidos en la última dictadura e incluso la cantidad de víctimas del holocausto.
La idea de un periodismo autodenominado “independiente”, choca con las notas que marcan una ideología de derecha. Se rompe en mil pedazos la inocente ambición de Firpo de presentarse a los lectores como un “observador neutro” de una situación específica. Su ideología meritócrata y de derecha queda al desnudo frente a los ojos de cualquier persona.
Firpo, un señor increíblemente interesado en la condición humana, se olvida (adrede) de mencionar y cuestionar las condiciones materiales de la existencia que llevan a la persona que protagoniza la postal a ser, justamente, protagonista de esa postal.
El problema no es lo que escribió Hernancito en Clarín hace unos días, ni cuántos “me gusta” tiene, ni su repercusión en las redes. El problema es todavía más profundo. Se trata de la línea evidentemente de derecha que se intenta bajar desde los medios hegemónicos. Es una cancioncita insoportable que se repite y se repite constantemente para asentarse en el imaginario colectivo y crear un sentido común afín a la clase dominante. Se repite desde los discursos políticos del gobierno y viaja con nosotros y nosotras en el subte. Queda claro contra quien realmente se escribe en Clarín haciendo uso de lo que Julio Blank llamó “periodismo de guerra”. El periodismo de guerra va contra la clase obrera. contra los sectores precarizados, desocupados que genera el mismo régimen que defiende este diario.
Este discurso intentará fortalecerse ganando adeptos y adeptas en todos los sectores de la sociedad. No nos va a dejar en paz, al menos que le paremos la mano. Y la forma que tenemos es construir un diario con una visión de izquierda que pelee estos sentidos comunes que los grandes medios intentan imponernos. La Izquierda Diario se proyecta ser un gran diario organizador de estas luchas y muchas otras con talleres de corresponsales que quieran colaborar escribiendo sobre diversos temas desde una perspectiva de izquierda. Podemos intervenir y organizarnos desde LID para batallar contra las lógicas machistas, academicistas, racistas, elitistas, homolesbotransfóbicas, patronales, contra todo tipo de discriminación y explotación en los lugares de trabajo y estudio; batallemos con esta herramienta que tenemos al alcance de nuestras manos contra los discursos que estás lógicas intentan reproducir. |