Sergio Berni es uno de los hombres más activos del Gobierno nacional. Cuando no está comandando los operativos represivos como los que lleva adelante desde hace meses contra los obreros de Lear, dedica intensas energías a explotar la agenda de la inseguridad con el objetivo de hacer campañas de derecha para estigmatizar a pobres e inmigrantes. Cuenta con el apoyo de la presidenta Cristina Fernández y su proyecto de reforma del Código Procesal Penal.
Por lo primero, ayer el diputado Nicolás del Caño del PTS-FIT presentó una denuncia a raíz de la salvaje represión del pasado jueves en Panamericana.
Por lo segundo, Berni redobló su discurso xenófobo esta mañana en declaraciones radiales. El secretario de Seguridad aseguró hoy que “estamos infectados de delincuentes extranjeros”. Sin embargo, a la vez afirmó que “no entiende nada de lo que está hablando” quien considera como una actitud xenófoba la expulsión de extranjeros que cometan delitos, y sostuvo que los asaltantes de otros países eligen como blanco la Argentina porque la “laxitud judicial así se los permite”.
No se refiere Berni a los extranjeros para los cuales reprime cotidianamente. Los yanquis de Lear, que violan sistemáticamente las leyes argentinas, pueden dormir tranquilos: el Gobierno junto con el SMATA velan por sus intereses y ponen a su disposición la Gendarmería y las patotas todas las veces que haga falta. Por su parte, las familias de los obreros despedidos siguen en la calle, luchando por sus puestos de trabajo.
Los extranjeros contra los que va dirigido el discurso xenófobo, apoyado ahora por Cristina Fernández con su nuevo proyecto de Código Procesal Penal, son los inmigrantes pobres. Berni ya había adelantado estos ataques en ocasión del brutal desalojo del barrio Papa Francisco. Esa vez, junto con el macrismo, pasaron las topadoras por sobre las casillas del asentamiento, para escarmentar a los “delincuentes usurpadores”, entre los que se encontraban muchos inmigrantes pobres.
Ante las acusaciones por el carácter discriminatorio y estigmatizador de su discurso, hoy respondió Berni por radio: "Los que dicen eso no tienen la responsabilidad de estar todos los días en la calle". Asimismo, insistió en reclamar "la necesidad de generar herramientas para la Justicia, para que sea ágil, dinámica", y añadió que "estas personas, cuando salen a robar, dejan un tendal en la ciudad. La laxitud judicial así se lo permite. Generan delitos que son rápidamente excarcelables y, mientras esperan un juicio que nunca llega, siguen cometiendo delitos. Esto parece un saco roto".
Como denunció Myriam Bregman en La Izquierda Diario, cuando hablan de justicia lenta no se refieren, por ejemplo, a que los asesinatos del 19 y 20 de diciembre de 2001 aún siguen impunes, que es solo un ejemplo de la impunidad de la casta política de los partidos tradicionales, sino que piden “celeridad” para condenar y estigmatizar a los sectores populares. Incluso, ya hoy, más de la mitad de la población carcelaria del país está condenada “de facto”, pasando en prisión varios años a la espera de sentencia. Mayor celeridad no significa mayor justicia. Por eso Bregman llamó a enfrentar con firmeza todas las normas que apunten a endurecer la acción penal del Estado capitalista, señalando la impunidad de las clases dominantes y sus fuerzas represivas. |
