Lastenia es su lugar favorito en el mundo, ha pasado más de 80 años en su adorado barrio “El cuadro”. Cuidando de sus padres, hermanos y sobrinos, desde muy niña tomo el mando de la numerosa familia Concha Ramírez. Su papá obrero, y su mamá cocinera se levantaban muy temprano para trabajar, a unas cuadras estaba el Ingenio Lastenia, fuente de trabajo de todo un pueblo.
Teresa es una anciana de pelo plateado y brillante, con mirada dulce pero avejentada por el paso del tiempo y los sufrimientos que sobrellevo en toda su vida.
Su trabajo y el de su madre, doña Teresa Ramírez consistía en entregar la pensión a los trabajadores en época de zafra, al mediodía y a la noche distribuían la comida, podían pasar cuando tocaban el pito y en veinte minutos salir, al menos diez obreros recibían el almuerzo o cena. Don Raimundo Concha trabajaba en la usina azucarera en la temporada de zafra, y el resto del año controlaba las bombas de agua con turnos, así por casi treinta años.
Hasta que un día llego la notificación de que se cerraría el Ingenio, para ella y para su madre significó una gran pérdida, porque dejarían de cocinar y entregar la pensión, que era una entrada más para poder mantener a 13 hijos. Su padre en cambio consiguió al poco tiempo un trabajo en el correo, pero nada sería lo mismo, porque ya no recibirían los beneficios que daba el ingenio como luz y agua.
El golpe de estado de Onganía significó un gran quiebre no solo en la economía, sino también en la familia. Ya que muchas personas migraron en busca de un trabajo a otro lugar dejando atrás una familia. No fue el caso de Teresa, pero recuerda con mucho dolor el sufrimiento de sus amigos, vecinos y compañeros de trabajo.
Como siempre no son los dueños los perjudicados, porque de una u otra manera recuperaron la perdida con futuros juicios ganados o adueñándose de tierras. Los verdaderos afectados fueron trabajadores, perdiendo su trabajo, con este los beneficios y separándose de sus familias. |