Durante los días siguientes a los fallecimientos de los trabajadores mineros se desarrollaron velatones, entierros en la propia mina junto a los compañeros y compañeras de las áreas productivas, y finalmente salieron a marchar en despedida y repudio a la actual administración de la Corporación Nacional del Cobre (Codelco).
La convocatoria realizada por las esposas de los trabajadores, familiares y amigos fue todo un éxito. Más de un centenar de asistentes caminó más de 15 kilómetros desde el arco de la clausurada localidad de Chuquicamata hasta la comuna de Calama.
En la actividad se mezclaron los sentimientos de tristeza tras las pérdidas irreparables con la esperanza de salir a luchar para que esto no vuelva a ocurrir, recibiendo el apoyo incluso de los trabajadores de la división vecina de Chuquicamata, Ministro Hales, donde los operadores de la maquinaria pesada incluso paralizaron sus actividades en saludo de respeto a la caravana que marchaba cerca del yacimiento cuprífero.
Con esta brutal realidad desatada en la misma ciudad, Calama, los trabajadores mineros y sus familias han tenido que enfrentar delicados debates abiertos que hoy se relacionan especialmente a la cuestión de la precariedad laboral, el estrés laboral desencadenado por los despidos masivos y la situación de la accidentabilidad laboral. Temas que se entrecruzaron esta semana tras los tres fallecimientos del día martes en faenas mineras y que se mantiene en la mesa siendo conversado por los altos ejecutivos de Codelco como también por parte de los sindicatos, quienes este miércoles recién pasado también declararon de forma pública en una conferencia de prensa el estado de alerta ante lo ocurrido.
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