Fotografìa: Alejandra Villacorta
Ayer comenzó en el Senado la discusión del nuevo Código Procesal Penal, y ayer mismo el Secretario de Seguridad recrudeció sus ataques xenófobos, a partir de un teatral episodio con colombianos que supuestamente intentaban un asalto al fiscal Federico Stornelli.
¿Xénófobo yo? "Hay dos cosas que nadie puede decir: ni que el discurso es xenófobo ni que esto implica echarle la culpa a los extranjeros. Los que dicen eso no tienen la responsabilidad de estar todos los días en la calle", declaró Berni defendiéndose. Y atacó: "estas personas, cuando salen a robar, dejan un tendal en la ciudad. La laxitud judicial así se lo permite. Generan delitos que son rápidamente excarcelables y, mientras esperan un juicio que nunca llega, siguen cometiendo delitos."
Desde que fue presentado por Cristina Kirchner, la semana pasada y por cadena nacional, el punto fuerte del debate público giró en torno al procedimiento penal con los inmigrantes. La polémica, aún dentro de las filas kirchneristas, está en que el nuevo Código permite suspender el proceso de prueba a extranjeros que se encuentren “en situación irregular” y cometan “delitos de flagrancia”.
El abogado Diego Morales, director del área de Litigio del CELS, especialista en el tema sostiene que: “El objetivo de la suspensión de juicio a prueba es evitar el proceso y una condena a extranjeros. Esta opción en el caso de migrantes pasa a ser un dilema, ya que los migrantes pueden optar por suspensión de juicio pero tienen prohibido volver a Argentina de 5 a 15 años. Es como decirles: ¿Qué preferís: esperar un juicio o te vas mañana?”. Y remata: “se convierte en una opción distinta a la que tienen los argentinos. El argentino puede obtener suspensión juicio a prueba pero el migrante si acepta se tiene que ir”. Es decir, una medida claramente discriminatoria.
Además, Berni intenta poner en práctica la idea que la misma presidenta señaló “para terminar con esta puerta giratoria se deberá tener en cuenta la naturaleza y circunstancia del hecho; la conmoción social que haya generado. Cuando hay un hecho que produce conmoción social no solamente importa si la pena es grave o no, sino también que la sociedad se sienta protegida y segura”. El concepto de “conmoción social” es claramente un poder extra para los medios de comunicación; justamente una atribución que le regalan a “las corpos” los kirchneristas que se quejan que el Grupo Clarín ya logró la “condena mediática” del vicepresidente Boudou, antes de ser condenado por la justicia. El despliegue mediático del Carancho en Jefe de la Gendarmería Nacional contra “los extranjeros” apunta a esa condena para una minoría que intentan hacer aparecer como “peligrosa” ante la opinión pública y la clase media que reclama “seguridad”.
Doble condena para un sector importante y castigado de nuestra clase trabajadora
El último censo realizado en 2010 indica que en la Argentina viven poco más de 1.800.000 extranjeros, el 4,5% de la población. En el área metropolitana reside el 77% de los migrantes sudamericanos, con mayoría de paraguayos y bolivianos, seguidos por chilenos, uruguayos y peruanos. La comunidad boliviana, además, está presentes en el NOA (7% del total de los nacidos en Bolivia); los migrantes paraguayos en el NEA (7% del total de nacidos en Paraguay), y en la Patagonia se concentran los inmigrantes chilenos (41%).
Los migrantes sudamericanos representan el 5% del total de los trabajadores ocupados en la Argentina y el 7% en la zona metropolitana. Su presencia aumenta en las industrias que incorporan menos tecnología —textil, confección y calzado- y de mayor flexibilidad laboral, como la construcción y el servicio doméstico, donde constituyen entre el 11% y el 13%. En el Gran Buenos Aires llegan a constituir el 17% en la industria de construcción y el 20% en el servicio doméstico. El 34% de los varones inmigrantes trabaja en la industria de la construcción. En el servicio doméstico, el 47% de las mujeres extranjeras.
Casi el 60 % de los inmigrantes ocupados se encuentran en puestos de trabajo informales, en tanto la informalidad entre los trabajadores argentinos es 10 puntos menor. Si son mujeres extranjeras la informalidad asciende a un 67%. Sus salarios son, en promedio, un 24% más bajo que el ingreso de los trabajadores nativos. En el caso de las mujeres inmigrantes sus ingresos son aún un 15% más bajo que el percibido por los hombres inmigrantes, y un 30% menor que el de las mujeres trabajadoras argentinas.
A estas condiciones de empleo y salario, ya en desigualdad con respecto a la clase trabajadora nativa, se le agrega ahora el Código Berni. A menos de una semana de la última y brutal represión a los obreros de Lear en Panamerican a, está claro: los trabajadores que luchan, los inmigrantes y la izquierda están en la mira del Secretario de Seguridad de Cristina Fernández de Kirchner. |