El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, intentaba este martes bajar el tono de la disputa con Estados Unidos a través de unas disculpas, luego de haber llamado publicamente "hijo de puta" al presidente Barack Obama. Estos comentarios llevaron a Washington, uno de los principales aliados de Filipinas, a suspender una reunión bilateral que estaba programada en Laos.
La disputa diplomática entre ambos países eclipsó la apertura de una cumbre de naciones del este y sudeste de Asia en Laos. También podría haber deteriorado los impulsos de Obama por acercarse a algunos de los países de la región, que tiene como objetivo principal el de ponerle un freno al poderío económico y militar de China.
Según la agencia Reuters algunos diplomáticos que participarán de la reunión en Laos afirmaron que las tensiones con Filipinas podrían aumentar las dificultades de Washington para forjar un frente unido con sus socios del Sudeste Asiático en la pugna geoestratégica con Pekín sobre el Mar de la China Meridional.
Los insultos del presidente de Filipinas
Duterte se ha enfurecido repetidamente ante las críticas por la "guerra contra las drogas" que está llevando a cabo en Filipinas, que ha matado a cerca de 2.400 personas desde que llegó al poder hace dos meses. Esta "guerra contra las drogas" es parte del demagógico plan de Duterte que lo ha catapultado a la presidencia con el 90% de popularidad, pero que ha sido cuestionado por diversas organizaciones de DDHH por los métodos oscuros que se emplean, entre ellos el uso bandas paramilitares, la contratación de sicarios por parte del estado y el pago de recompensas por la delación y asesinato de determinadas personas que el gobierno define como "criminales". Esta política ha multiplicado el número de asesinatos en los últimos meses a más de 2.400, de los que 900 habrían sido ejecutados por la policía y el resto por bandas paraestatales. Las "purgas" incluyen los asesinatos de niños y los crímenes por venganza y encargo. A pesar de los cuestionamientos, el gobierno filipino considera que pueden existir algunos "daños colaterales" pero sigue adelante con el plan que le ha dado tanto rédito político.
Es en ese marco que el mandatario filipino dijo a periodistas que sería "grosero" que Obama se refiriera al tema en una reunión bilateral que tenían agendada, y que no iba a aceptar críticas a su plan de "guerra contra las drogas".
Durante esa conversación, Duterte habló con los periodistas usando la frase filipina "putang ina" que puede significar "hijo de puta" o "hijo de perra".
Después de que Washington suspendió en respuesta la reunión bilateral del martes entre Obama y Duterte, Filipinas emitió dos comunicados manifestando su pesar.
"El presidente Duterte explicó que los reportes de prensa que informaron que el presidente Obama podría ’sermonearlo’ por las ejecuciones extrajudiciales originaron sus fuertes comentarios", dijo el Gobierno de Filipinas en un comunicado.
"Él lamenta que sus declaraciones a la prensa hayan causado tanta controversia", agregó el Gobierno. "Él expresó su profunda relación y afinidad con el presidente Obama y por la asociación duradera entre nuestras naciones".
Las respuestas al exabrupto de Duterte llegaron rápido porque a pesar de su estilo demagógico, no querría arriesgarse a romper la relación con Estados Unidos, uno de sus principales inversores, su tercer socio comercial y su principal aliado militar y diplomático para las disputas regionales.
Tras las disculpas, un funcionario de la Casa Blanca dijo que Obama podría hablar informalmente con Duterte en la cumbre de Laos, aunque es improbable que celebren una reunión bilateral. |