Hace un año un Juzgado de lo Penal de Murcia absolvía de dos delitos de acoso sexual a un jefe de departamento de El Corte Inglés. Dos trabajadoras le denunciaron por llamar a las dependientas “chochitos” y por dejarle a una de las demandantes una nota que decía «Este año, si es posible, estás más guapa y mucho más buena».
Las dependientas interpusieron un recurso a la Audiencia Provincial de Murcia. Esta ahora lo desestima y ratifica la absolución del jefe de departamento al considerar que no había suficientes pruebas para condenarlo por acoso. La primera sentencia señalaba que el acusado «faltó al respeto y consideración debida a una de las querellantes» al llamarlas «“chochitos” o “pilón”».
Las trabajadoras lo denunciaron en 2006 ante la gerencia de El Corte Inglés por «hostigamiento y tocamientos y expresiones de contenido sexual». Una comisión del centro concluyó un mes después de la denuncia que no podía comprobar los actos denunciados, y se limitaron a sancionar al jefe de departamento con 21 días de suspensión de empleo y sueldo por «conducta improcedente en un jefe de departamento».
La sentencia también recoge que una de las querellantes estuvo de baja por ansiedad y se le diagnosticó trastorno adaptativo. La otra empleada y demandante estuvo de baja por ansiedad y diagnosticada de “estado de ansiedad”. Ambas volvieron a trabajar en El Corte Inglés, en un centro diferente al que sufrieron el acoso.
La nueva sentencia concluye que no se admitirá recurso alguno a la misma, poniendo fin a la batalla legal de las trabajadoras.
Dificultad para contabilizar el acoso sexual laboral
Los estudios sobre la incidencia del acoso sexual en el Estado español son escasos (Calle et al, 1988; EMER Estudios, 1994; Pernas et al, 2000; Ibáñez et al, 2007; INMARK Estudios, 2006)
El informe de INMARK (2006) diferenciaba entre leve, grave o muy grave distintas situaciones de acoso. En leve enmarcaban chistes, “piropos” o acercamientos. En grave, preguntas sobre la vida sexual y pedir relaciones sexuales. Por último en el grupo de muy graves señalaban tocamientos/acorralamientos, presionar para tener sexo o asaltos sexuales.
El mismo informe señalaba que «un 5,0% de las mujeres que padece acoso sexual no lo percibe como tal, siendo lógicamente las situaciones consideradas como leves las que adquieren un mayor grado de tolerancia».
También se estudian las reacciones de las empresas ante una denuncia de acoso sexual. Las acciones de las empresas se distinguen entre otras categorías en ‘pasivas’ y ‘activas’, representando las primeras un 56,0% y las segundas un 8,3%. Llama la atención que en un 49,8% de los casos las empresas no hicieron nada, frente al 1,8% que despidió al denunciado.
Las cifras de acoso sexual laboral no hacen referencia a los casos que han tenido lugar, sino a los que se han denunciado, siendo estos una minoría por distintas razones. Entre ellas el temor a represalias, la desconfianza de la utilidad de la denuncia o la naturalización de estas conductas y por lo tanto no considerarlas acoso sexual. Tan solo un 3% de las mujeres que lo sufren se animan a denunciar (Pernas et al, 2000)
A los motivos anteriores para no denunciar, hay que añadir la situación de mayor vulnerabilidad de las mujeres inmigrantes que no lo hacen por temor a perder el trabajo o porque su situación es de “ilegalidad”, según la reaccionaria ley de extranjería.
La sentencia de Murcia es una advertencia a aquellas mujeres que quieran denunciar acoso sexual en el trabajo, y es que tendrán que demostrar que han sido acosadas.
Una realidad que se enmarca en la lógica patriarcal que atraviesa el conjunto de las instituciones del Estado, que encuentran en las grandes empresas como El Corte Inglés una enorme complicidad. Un hecho que impide albergar la más mínima confianza en que pueda surgir por iniciativa de estas mismas instituciones una alternativa al acoso sexual y al conjunto de violencias que enfrentan cada día las mujeres.
De hecho, se trata de la misma situación con la que se encuentran mujeres que denuncian maltrato físico y/o psicológico, o agresiones sexuales: tener que demostrar ante la justicia, la Policía, incluso ante los grandes medios de comunicación, que son víctimas de violencia machista, mientras se las tilda de “mentirosas” e “interesadas”. |