La imagen superior nos muestra un mapa del acuífero Guaraní, el segundo acuífero mas grande del mundo, sólo detrás del Great Artesian Basin de Australia. Tiene una superficie de unos 1.200.000 km2, cubriendo parte del sur de Brasil y partes de Paraguay, Uruguay y Argentina. Se estima que contiene un volumen de unos 40.000 km3 de agua dulce.
Todos los países del mundo están confrontando situaciones criticas con la provisión de agua, ya sea por escasez o por contaminación de sus recursos. En este contexto, pese a que Argentina no escapa a la norma, el acuífero Guarani es uno de los últimos acuíferos que todavía preservan la pureza del agua.
Sin embargo el privilegio que tenemos en esta parte del mundo está expuesto a la voracidad de compañías petroleras y la desidia de nuestros gobernantes. La principal amenaza al acuífero proviene de una gran cuenca petrolífera ubicada a poca distancia por debajo del acuífero.
Nuestro drama comienza con un informe de la Administración de Información de Energia de los EEUU publicado en el 2011 y luego actualizado (EIA, 2013), incluyendo mapas y tablas detallando la ubicación de todas las cuencas de hidrocarburos no convencionales alrededor del mundo, incluyendo Vaca Muerta, la cuenca Austral-Magallanes, la cuenca San Jorge, y la que nos preocupa en este caso, es decir la Chaco-Paranaense, la cual coincide mayormente con áreas del acuífero Guarani (ver imagen inferior).
EIA – Cuencas no convencionales en nuestra región
Deslumbrados por el brillo del oro negro todos los gobiernos se apuran a alinearse y doblegarse ante su poder. En la región la provincia de Entre Rios, con la gobernación de Uribarri, se apresuró a firmar acuerdos de exploración y explotación con YPF, sancionando en el 2010 la Ley de Hidrocarburos Nº 9991 y acuerdos de colaboración con Uruguay para tales desarrollos.
No obstante el aparente potencial de la cuenca Chaco-Paranaense, en la Argentina la prioridad de la explotación hoy la tiene Vaca Muerta. Esto se debe a que Vaca Muerta se encuentra en un territorio donde actualmente se explotan hidrocarburos convencionales, y por lo tanto ya tiene todas las instalaciones de superficie necesarias para el procesamiento local y distribución del gas y el petróleo.
Del otro lado del río, Uruguay avanza a plena máquina en su intento de convertirse en un país petrolero. La compañía australiana Petrel Energy Ltd. tiene la concesión para explotar hidrocarburos en la zona noroeste del país, en el triángulo formado por Salto, Tacuarembó y Paysandú. Esta zona fue declarada libre de fracking por estos tres departamentos. Con esto en mente, y para evitar conflictos sociales, esta compañía usa los mismos argumentos que en otros países como Colombia y Mexico: declaran públicamente que van a explotar hidrocarburos convencionales pero a sus inversores, en su página web, les informan que tambien buscarán hidrocarburos no convencionales (Petrel, 2014, p.1).
Comenzaron perforando cuatro pozos exploratorios para determinar la geología de la zona. Sin embargo uno de ellos, el de Cerro Padilla, tuvo que ser abandonado cuando atravesaba el acuífero Guaraní (Petrel, 2014, p.6). Según la compañía perforadora se debió al desmoronamiento de las paredes del pozo, aunque no informaron que esa operación resultó en una pérdida de inyección de perforación precisamente dentro del acuífero. En otras palabras, aún antes de encontrar petróleo el acuífero ya fue contaminado. Para tener en mente: este fue solo un pozo exploratorio. De encontrar petróleo a este pozo lo seguirán cientos o miles de pozos más, cada uno de ellos exponiendo el acuífero a contaminaciones adicionales.
En los anuncios rimbombantes que hacen el gobierno y la compañía Petrel no se menciona el hecho conocido que TODOS los pozos, el 100% de ellos, eventualmente pierden integridad estructural permitiendo la contaminación de acuíferos superiores y la pérdida de gases hacia la atmósfera. La corrosión de las cañerías y la degradación de las aislaciones de cemento no se hacen esperar: dependiendo de la agresividad de los productos químicos y la temperatura del pozo estas fallas se presentan antes de los 40 años, y a veces tan solo después de 5 o 6 años de operación. Si consideramos que los pozos van a quedar instalados a perpetuidad entonces es una cuestión de tiempo para que empiecen nuestros problemas.
En informes de la compañía Petrel se aclara que las formaciones convencionales están a profundidad moderada. Esto ya es una luz de alarma dado que en algunas zonas el acuífero Guarani alcanza profundidades de hasta 1800 metros. Esto significa que las anunciadas formaciones convencionales están demasiado cerca del acuífero como para garantizar que no habrá contaminación del mismo. Más aún, tal como lo declara la compañía, explorar las formaciones no convencionales sólo llevara profundizar un poco los pozos convencionales (Petrel, 2015, p.1). Es decir, se les otorga la concesión bajo la condición de explotar petróleo convencional pero al mismo tiempo se preparan para explotar los hidrocarburos no convencionales, en el mismo lugar y a las mismas profundidades publicadas por la EIA.
Conscientes del riesgo que estas explotaciones implican para el acuífero Guaraní, las asambleas de pobladores de la provincia de Entre Ríos impulsaron prohibiciones al fracking en 37 ciudades entrerrianas. Nogoyá fue mas allá y prohibió no solo la explotación de no convencionales mediante el método de fracking sino tambien la explotación de hidrocarburos convencionales. En total la población que le dijo NO al fracking ya suma más del 50% de la población de Entre Ríos.
El ejemplo de Nogoyá ilustra claramente la preocupación de la población: bajo el engaño de explotaciones convencionales se oculta la intención de explotar hidrocarburos no convencionales. Esta preocupación se trasladó a un petitorio de las asambleas hacia la legislatura provincial por el cual se solicita la prohibición de toda explotación de hidrocarburos, convencionales y no convencionales. No sólo eso: también se solicita la prohibición del ingreso a la provincia de transportes afectados a la explotación petrolera y el desecho de productos resultantes de la actividad petrolera. Al mismo tiempo se afirma el carácter de Bien Público al agua superficial y subterránea, eliminando la posibilidad de usar el agua para explotaciones extractivistas.
Aunque parezca un contrasentido, la Camara de Diputados, bajo presión del Instituto Argentino del Petróleo y el Gas (IAPG), se limitó a proponer la prohibición del fracking y, al mismo tiempo, fijar un marco regulatorio para el uso del agua en tales explotaciones. Mientras tanto, los senadores provinciales se reunirán a principios de Octubre para decidir qué actitud tomar: responder a los pedidos para proteger el acuífero Guaraní, el medio ambiente y la salud de la población, o responder a los intereses de la industria petrolera representados por el IAPG.
La voluntad de los diputados para prohibir el fracking nos debe alertar acerca de sus intenciones. Existe la posibilidad que los yacimientos no convencionales se alojen en arenas compactas y, por definición, estas rocas areniscas son consideradas “convencionales”. Sin embargo, la experiencia de Allen (en el Alto Valle del Rio Negro) indica que el petróleo o el gas sólo pueden extraerse de esas rocas por medio de fractura hidráulica, lo cual implica el mismo riesgo que para toda explotación no convencional. El secretismo que envuelve a estas operaciones haría muy difícil prevenir operaciones de fracking a espaldas de la población y de cualquier regulación en ese sentido. Nuevamente la experiencia de Allen, con su secuela de contaminación, escapes de gas y explosiones, y depredación de industria tradicionales, nos sirve para ejemplificar los daños de esta industria extractiva.
Al mismo tiempo que niegan el hecho demostrado de la contaminación y problemas varios causados en los EEUU por el fracking, el discurso de las compañías petroleras repite la mentira que en la Argentina no se cometerán los mismos errores que en otros lados porque acá hacemos las cosas bien (!). Nunca aclaran específicamente qué es lo que se mejoró en esta práctica en comparación con los desastres causados en los EEUU.
Existe tambien otro mito a la par con las mentiras de las compañías petroleras, y es que la explotación de hidrocarburos no convencionales en manos estatales no tendrá el efecto nocivo de las practicas actuales. Nada mas lejos de la realidad: la contaminación es inherente al método de fracking y no está relacionada a la propiedad o manejo de los medios de producción.
El riesgo hacia el acuífero Guaraní, contaminación del aire y agua superficiales, enfermedades de la población, impacto en la sociedad, y criminalidad asociada a toda explotación petrolífera, nos dan las razones para unir nuestros esfuerzos a ambos lados del Rio Uruguay para dar un NO rotundo a los planes de explotar hidrocarburos convencionales y no convencionales.
* El autor es geógrafo, ex trabajador petrolero de YPF y coautor del libro “Veinte Mitos y Realidades del Fracking” (2014). |