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La Izquierda Diario
13 de septiembre de 2016 Twitter Faceboock

CRISIS
Patricia Bullrich y el Ministerio de Seguridad: enredos, pero no es comedia
Julián Tylbor | @juliantylb

Las dificultades que atraviesa el Ministerio de Seguridad, a cargo de Patricia Bullrich, son cada vez más agudas. Los resquemores con la Rosada, la interna con Burzaco, la deslucida operación contra Gómez Centurión, más un abultado currículum de papelones, ponen a la fundadora de Unión por la Libertad en el ojo de la tormenta.

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Este domingo se viralizaron declaraciones del secretario de Seguridad, Eugenio Burzaco, donde aseguraba la existencia miembros del Estado Islámico en Argentina. Patricia Bullrich, con quien tiene una muy mala relación de trabajo, puso el grito en el cielo y lo obligó a desdecirse. Ahora el secretario debe mantener un perfil bajo.

La rectificación de Burzaco, sin embargo, selló un nuevo papelón y las redes no le perdonaron el gaffe. Es que el triunvirato que maneja el Ministerio de Seguridad parece no dar pie con bola. Hace menos de dos semanas, Gerardo Milman, secretario de Seguridad Interior de la Nación y tercera pata política de la institución, tuiteaba sobre Los Maras (organización criminal internacional) usando definiciones copiadas de una página web de resúmenes escolares, de sugerente nombre: “El rincón del Vago”.

Los desatinos de Burzaco y Milman, además de divertir a la ciudadanía cibernética, colaboran al desprestigio de su superiora. En este sentido, lo que más teme Patricia Bullrich son los roces que viene teniendo con el Poder Ejecutivo. La supuesta agresión a Mauricio Macri y a María Eugenia Vidal en Mar del Plata, a pesar de que no se pudo comprobar, generó desconfianzas en la Casa Rosada. Si bien la ministra afirmó entonces que “el presidente está bien custodiado”, días después Macri hizo cambios de personal entre los agentes que se ocupan de su seguridad.

El problema más grave que tiene ahora Patricia Bullrich viene de parte del extitular de la Aduana, Juan José Gómez Centurión. Bullrich le había alcanzado al presidente una denuncia que involucraba al funcionario en un caso de corrupción; Macri lo desplazó de inmediato. Sin embargo, el excarapintada se defendió y retrucó, salpicando a la ministra con acusaciones de operaciones de inteligencia ilegales.

Para desdicha de “Pato”, Centurión incluso recibió el apoyo de varios funcionarios de Cambiemos. Primero, de la republicanísima Elisa Carrió, en eterna cruzada contra la corrupción, y luego del mismísimo Macri, quien lo recibió en la Casa Rosada y le aseguró que, si la justicia determinaba que estaba limpio, Centurión volvería a su puesto.

En este enredo se metió el gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz. El gobernador le había reclamado al Ejecutivo nacional, luego de las multitudinarias marchas contra la inseguridad en su provincia, por el envío de fuerzas federales a su provincia. Bullrich lo cruzó y le demandó que primero “depurara” las fuerzas provinciales, a lo que Lifschitz contestó que la ministra es “una mujer impulsiva”.

La novela tuvo que ser aplacada de golpe por el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, que puso paños fríos. Finalmente Santa Fe y Nación llegaron a un acuerdo sobre seguridad, plasmado en el convenio de "Colaboración para la Seguridad de Santa Fe". La reunión se realizó este lunes y, con la presencia de Macri, el jefe de Gabinete Marcos Peña y Rogelio Frigerio, la ministra y el gobernador se vieron obligados a dejar atrás las trifulcas. Eso sí, en el colador político quedó un fuerte malestar en el Gobierno, que augura la caída de Bullrich.

La ministra ya estuvo al borde de dejar el cargo, cuando en enero aseguró que habían atrapado a uno de los tres prófugos por el triple crimen de General Rodríguez, y resultó que no había sido así. En aquel momento, le presentó su renuncia al presidente pero este la rechazó, perdonándole un primer traspié y ratificando su confianza en la ministra.

Es esa misma confianza la que a todas luces ahora parece estar dañada. La pregunta es si con el currículum de papelones y errores alcanza para moverla del cargo, o si desde la Rosada están esperando un desliz más, para su desplazamiento definitivo.

 
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