Hace aproximadamente 30 días fue removida la cúpula de la Policía Bonaerense de Esteban Echeverría, luego de la fuga de tres presos de la comisaría de Monte Grande. Hay que recordar que esta es la tercera vez en el año que se remueve del cargo a los comisarios de esta dependencia por estar implicados en hechos de corrupción.
Esta nueva lavada de cara no hace más que pasar el mando de uno a otro, para ver quién administra mejor los negocios turbios del empresariado local y, por supuesto, los propios de la cuestionada fuerza policial. Se cae la careta de estas fuerzas que, lejos de “proteger y servir” a la comunidad tienen otro fin muy claro: son los primeros en promover zonas liberadas para secuestros de mujeres para el negocio de trata, para el narcotráfico o los desarmaderos de autos; ellos son los que arreglan las salidas transitorias a las cuales llaman fugas, obligando a los detenidos a delinquir para ellos.
Esto sin contar los casos de gatillo fácil como el sufrido por Carla Lacorte o los de desaparición y asesinato de jóvenes como Luciano Arruga, al cual policías de la Bonaerense habían hostigado para que fuera a robar para ellos. Se trata de un caso para nada aislado y que no involucra a la policía de una sola localidad, porque hay miles de jóvenes en barrios del conurbano que al no contar con una oportunidad son empujados y acorralados por ellos, los únicos que organizan todo el gran crimen. |